Es incierta en la República Dominicana la reiniciación de las carreras de caballos, actividad deportiva que ha sido interrumpida en muy pocas ocasiones desde la inauguración del hipódromo Perla Antillana, en el año 1944.
El cierre del hipódromo Quinto Centenario, en marzo de este año, formó parte del conjunto de medidas dispuestas por el Gobierno para frenar el contagio del Covid-19.
Pese a que hace más de un mes las autoridades dominicanas iniciaron la desescalada para reactivar la economía y que la actividad hípica ha sido reanudada en varios países del área, entre ellos Puerto Rico, el parque de carreras de la República Dominicana permanece cerrado, aún sin fecha para su reapertura.
Además de la pandemia, las causas para esa situación son de distinta índole, Con las apuestas del simulcasting de Puerto Rico y de otros hipódromos de los Estados Unidos se completa el pago de los premios a los ganadores de las competencias del Quinto Centenario. Sin ese dinero es prácticamente imposible pagar esos premios al nivel que han sido elevados por la Comisión Hípica Nacional como una forma de congraciarse con los dueños de caballos.
A estas dificultades, se suma un emplazamiento formulado por la Asociación de Agentes Hípicos a la Comisión Hípica Nacional para que le pagué una suma superior a los 50 millones de pesos que le adeuda por concepto del porcentaje que le corresponde por el simulcasting, que nunca le han pagado.
Como si todo esto fuera poco, una recién creada asociación de dueños de caballos de carreras, que aglutina a la mayoría de los propietarios de los ejemplares que compiten en el Quinto Centenario, demanda la inmediata reapertura del parque de competencias hípicas, alegando que ya no resisten las pérdidas ocasionadas por la inactividad, y miles de personas que dependen de esa actividad enfrentan graves penurias económicas.
También ha surgido un denominado Movimiento de Reactivación de la Hípica, integrado por figuras icónicas del hipismo dominicano como Simón Alfonso Pemberton, José Iván Moore, Luis Menas y otros, que cuestionan la forma «dictatorial» en que la Comisión Hípica Nacional, con Manfredo Codik a la cabeza, manejan los asuntos del hipismo dominicano.
Ese movimiento señala que el origen de los múltiples y graves problemas que afectan la hípica dominicana fue el decreto que designó a los miembros de la Comisión Hípica Nacional, con Manfred Codik a la cabeza, y les otorgó facultades administrativas que antes ostentaba el administrador del hipódromo.
Ese decreto fue modificado. Originalmente, el presidente de la CHN figuraba como un cargo honorífico. Posteriormente fue modificado para que ese cargo recibiera un sueldo superior a los 200 mil pesos, que ostenta en la actualidad.
También fue objetado por el administrador designado por el mismo decreto, Julio César Cuello, que recurrió al Ministerio de Administración Pública, que lo consideró ilegal porque otorgaba facultades administrativas a un ente supervisor, o sea, que era juez y parte.
O sea que pasó de ser un ente regulador a un administrador que se regulaba a sí mismo.
Desde ese momento, ese tema ha sido manzana de discordia en el mundo hípico y una especie de retranca para el desarrollo de la hípica, que hoy languidece por el número exiguo de caballos y el reducido monto de las apuestas locales.
Personas vinculadas a la hípica han expresado su preocupación por la posible desaparición del hipismo en el país, con consecuencias como la pérdida de cuantiosas inversiones, miles de empleos y una fuente de atracción para los millones de turistas que anualmente visitan al país.
Los sectores ligados a la hípica hacen un llamado a las actuales y futuras autoridades gubernamentales para que intercedan ante tan delicada situación, y eviten que perezca la hípica en el país.

AUTOR: ENRIQUE ALBERTO MOTA G. (Don Tuto)
