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22 de diciembre 2025
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OpiniónMartha Rivera-GarridoMartha Rivera-Garrido

Cápsulas para Sobrevivir en Cuarentena: Desescalada (2 de 2)

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¿Cómo va tu desescalada? Sí, ya sé. Estás mucho menos preocupado y «paniqueado» que cuando empezamos las cuarentenas, y te va siendo más fácil y relajado salir del confinamiento, juntarte con familiares y amigos, ir al salón de belleza y a las tiendas, planear actividades, trabajar, quitarte la mascarilla y no lavarte doscientas veces las manos al día. También has dejado de estar pendiente de todas las noticias del coronavirus alrededor del mundo, y en lo que respecta a tu país, a ley de días de la contienda electoral, ese es verdaderamente el tópico al que estás más pendiente.

La verdad es que, llegando casi al final de lo que sería nuestra segunda fase de desescalada, no hay mucha gente interesada en preocuparse y es comprensible. A la altura del año 20 del presente siglo, se podría decir que los humanos somos personas mucho menos interesadas en el conocimiento de lo que lo fuimos en un pasado no tan lejano.

También tenemos la falsa certidumbre de estar bien informados; la velocidad vertiginosa en que consumimos información a través de medios digitales y redes sociales, en tiempo real, nos ha dado esa dudosa perspectiva. Dudosa porque no se tiene la capacidad de discriminar cuáles fuentes son más confiables que otras.

La pandemia que ha puesto de rodillas al mundo, que ha matado oficialmente 428,000 personas e infectado 7.69 millones al momento en que escribo estas notas, y que continúa haciéndolo vertiginosamente, resulta que en tu imaginario está un poco más lejos de ti que antes (después de todo, tal vez no tienes a nadie cerca enfermo o contagiado, que tú sepas, ni has tenido que llorar a alguno de los fallecidos). A esto se suma, que algunos artículos de internet han difundido que el SARS-COV-2 está más débil, aunque es lamentable que esto, de acuerdo a la comunidad científica, no tenga absolutamente ningún asidero, y nada de cierto.

Pero aunque la mayoría se deja llevar por cualquiera que sea la tendencia del momento, estamos de frente a un futuro que será muy duro para la gran mayoría. Y a pesar de que necesitamos desescalar progresivamente, esto no debería implicar que no tengas consciencia de lo que en este momento ocupa a todos los científicos y expertos del mundo… y a la gente que se preocupa.

Empecemos por resumir algunas cosas puntuales, que inquietan y ocupan a las fuentes más confiables del planeta involucradas en el tema: cientistas sociales, economistas, genetistas, virólogos, epidemiólogos, inmunólogos, médicos, pensadores, etc., en este momento.

Lo primero es que el Covid-19 está muy lejos de haber sido vencido, no se ha debilitado, y necesitamos más gente responsable y consciente dispuesta a hacer algunos sacrificios temporales y otros permanentes, para ralentizar su avance devastador en el planeta.

Tal y como lo plantea la viróloga española Margarita del Val, «Está en nuestra mano que los brotes no se conviertan en segunda oleada». Tiene razón en temerlo, porque esto ya está aconteciendo en algunos de los países que fueron epicentro de la pandemia, y que son considerados exitosos en su ralentización, China por ejemplo. Tal vez recuerdes las imágenes de principios de este año, cuando Wuhan fue la primera ciudad fantasmagóricamente acuartelada de la que probablemente tengas memoria en imágenes; si sus fotos son inolvidables, es bueno que sepas que en este momento, la capital Pekín se encuentra en estado de alarma, cerrando vecindarios enteros por nuevos brotes más que preocupantes.

En cuanto a EUA, las autoridades de Nueva York y de Texas acaban de plantear que podrían tener que suspender los planes de reapertura, si la gente continúa violentando las restricciones. Pakistán, que abrió hace un mes, solamente en esos 30 días ha tenido 100,000 casos nuevos, enfrentando una tercera ola de la pandemia. Irán empieza a ver efectos devastadores en una segunda ola ¿Sabías algo de esto? Porque si algo nos ha demostrado esta pandemia, es de que no estamos ya lejos de nadie, ni de ningún lugar del planeta.

Hay que abrir, tenemos que incorporarnos a la vida productiva, porque el mundo no se sostiene en su desigualdad y su pobreza. Nos espera una hambruna de proporciones bíblicas, que probablemente termine con más vidas que la misma pandemia. Y ante esta realidad, los expertos están dejando algo bastante claro: sin vacuna, cerca de un 70% de la población mundial tendrá que infectarse, para lograr desarrollar una inmunidad que detenga al virus en su desenfrenada escalada de contagios. Como ves, estamos muy lejos de considerar este problema resuelto. ¿Por qué? Pues porque de un 40 a un 45% de los infectados son asintomáticos, y por eso son responsables de las más peligrosas cadenas de contagio, y porque hay grupos en las poblaciones peligrosamente vulnerables si contraen el virus, como son las personas mayores de 60 años, los inmunodeprimidos, los enfermos crónicos, el personal sanitario, los médicos, y un montón de gente que eventualmente podría morir en caso de enfermarse con el novel coronavirus, del que, por cierto, todavía ni quiera se sabe lo suficiente. En cada una de estas olas, los precarios sistemas de salud de un mundo que se ha preparado con las más sofisticadas armas para las guerras, podrían colapsar de nuevo en países poderosos, como ya ha ocurrido, y, peor aún, en los más pobres y vulnerables (entre los que estamos incluidos).

Algo muy importante que se añade a lo anterior es que, desgraciadamente, la pandemia está produciendo más muertes por otras enfermedades previsibles, porque la gente ha dejado de acercarse a los centros de vacunación, y por infartos, derrames cerebrales, infecciones, etc., por el temor de asistir a los centros de salud. En otras palabras, hacer más lento el avance del coronavirus, está acelerando otras enfermedades y muertes, con consecuencias alarmantes. Ahora, reaparecen brotes de difteria en Pakistán, Bangladesh y Nepal; el cólera se solaza en Sudán, Camerún, Mozambique, Yemen y Bangladesh, y una sepa mutante del polivirus se está reportando en 30 países. Y ni hablemos del sarampión, que campea por sus fueros en Brasil, Nigeria, Uzbekistan, Nepal, Kazajstán y Africa Central, Iraq, y otros países. De modo que no. Este no se plantea como un año que pueda llegar a ser normal. De hecho, la situación que enfrentamos se llevará de encuentro gran parte del año siguiente.

Mientras tanto, se atraviesan las fases de desescalada de esta pandemia global (es al mundo entero señoras y señores, al que, más allá de las teorías conspirativas, le está pasando esto). Aunque los epidemiólogos consideran que hay mucho más virus circulando ahora que antes de los estados de emergencia, y se rompen la cabeza para determinar, por ejemplo, cuándo podrán retornar los niños a clases, los más amenazados siguen siendo los mismos grupos vulnerables, y eso no cambia en ninguna fase ni en ningún contexto; se nos está olvidando hasta eso. Nos preparamos para acudir a las urnas, y esto no debería incluir masivas actividades de campaña, ni nada que promueva una aglomeración de personas; pero las pasiones y fanatismos no nos están permitiendo asimilar siquiera la más mínima prudencia; una que necesitamos para llegar al 5 de julio sin mayores eventualidades y votar democráticamente.

Tenemos que comprender de una vez por todas que desescalar no significa erradicar el virus, sino ganar tiempo. Tiempo para que la acelerada carrera por la vacuna tenga resultado; los cientos de grupos de investigación comprendan mejor el nuevo coronavirus y por ende logremos combatirlo más efectivamente (métodos de diagnóstico temprano, tratamientos, detección en aguas residuales, nuevos antivirales y tratamientos que ocupan la investigación de los expertos y los laboratorios del mundo, y que servirán para palear posibles nuevas epidemias y pandemias. Tiempo para que los centros de salud continúen preparándose para no colapsar en segundas y terceras olas, y para que las economías no tengan que volver a cerrarse y se reactiven procesualmente.
Casi todos los países, casi todos los líderes, casi todas las organizaciones (incluida la OMS), tardaron en reaccionar ante la posible pandemia o con ella in situ. Esto, en gran medida se debió a las burocracias, al miedo por el posible desplome de las economías, y a algo tan sencillo como no comprender lo que es el contagio en una pandemia. Me pregunto si a estas alturas todos lo sabemos… porque deberíamos saberlo.

Entonces, desescalar no es retornar a lo que antes considerabas tu vida normal, porque eso es imposible por más que quieras, y si insistes y bajas la guardia, esto tendrá consecuencia para ti o para los demás… tal vez para alguien que quieras.

Si bien vivimos en un mundo que cada vez promueve más una cultura individualista y superficial, donde no todos tienen ni las ganas ni la capacidad de ayudar a los demás, la única buena noticia, es que en este caso tú puedes hacerlo. Solamente tienes que actuar con responsabilidad desde el conocimiento, y tomar medidas que continuarán salvando vidas en todas las fases de desescalada, si tenemos suerte.

Debes evitar los espacios con grandes concentraciones de gente, utilizar tu mascarilla SIEMPRE (tomando en cuenta que el primer gran descubrimiento sobre este virus es su transmisión aérea, estas deben ser mandatorias), seguirte lavando las manos constantemente, mantener las mismas normas de higiene personal y de tus espacios, y sobre todo respiratoria (protegiendo a los demás de tos y de estornudos, ocultando tu cara al hacerlo); manteniendo una distancia de un metro o más (ese es el debate del momento, cuál debe ser esa distancia) con los demás, cuando te juntes con ellos, evitando mezclar a los más chicos y jóvenes con los más viejos, comprar por delivery lo más que puedas, viajar a cualquier lugar solamente si es necesario, y seguir pasando más tiempo en tu casa del que estabas habituado, antes de todo esto, a hacerlo.

Yo por mi parte, con este artículo cierro la columna que improvisé para contribuir un poco en cuarentena. Seguiré publicando contenidos de interés en mis redes y sugiero a mis lectores y lectoras que se mantengan informados desde fuentes confiables. Intenten aprovechar esta coyuntura para crecer humanamente. Para ser mejores personas vivir la vida que les toca, plena y conscientemente.

Por Martha Rivera-Garrido

Sobre la autora: Es dominicana, poeta, narradora, ensayista y articulista de opinión. Estudió Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, y es reconocida internacionalmente, en numerosos idiomas, tanto por sus libros como por su presencia constante en el internet y en sus redes sociales.

riveragarridomartha@gmail.com

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