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10 de mayo 2024
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OpiniónEnrique Aquino AcostaEnrique Aquino Acosta

Administremos y usemos correctamente todo lo que pongan en nuestras manos

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En vista de los problemas que afectan a la sociedad dominicana en este momento, aprovecho el presente artículo para referir la parábola que utilizó Jesús para enseñar a sus discípulos lo relativo a los valores de la fidelidad, la honradez y la justicia (Lucas 16:1-15)

Me refiero a la “parábola del mayordomo infiel”. Narra el caso del hombre rico que dio sus bienes a un mayordomo para que los administrara. Sin embargo, al poco tiempo se rumoró que los estaba derrochando.

A raíz de ello, el hombre rico o propietario de los bienes, llamó de inmediato y preguntó al mayordomo:

-“¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Dame cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo”- solicitó  muy enfadado.

El requerimiento resultó sorpresivo al mayordomo, pues, le  avergonzó, le turbó la mente y no sabía  qué  hacer. Sin embargo, se puso a cavilar y  a analizar diferentes alternativas para tratar de resolver el problema que se había buscado. Se le ocurrió una idea que le pareció genial: llamó  a  las personas que tenían cuentas pendientes con el hombre rico y les propuso que alteraran los montos que contenían las facturas.

Por ejemplo, al cliente que debía 100 barriles de aceite, le aconsejó que escribiera 50 en otra factura  y a otro que debía 100 quintales de harina, le dijo que escribiera 80.

La parábola ilustra  la mayordomía de la riqueza y  la manera como el mayordomo usó las oportunidades que tuvo para incrementar su patrimonio personal. Jesús no aprobó su método fraudulento, pero comentó, que los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz.

Al hablar de “ hijos de luz”, Jesús se refirió a nosotros los cristianos. Nos sugiere que aprovechemos mejor las oportunidades del presente para incrementar nuestro patrimonio espiritual. Manda que busquemos primero el reino de Dios y su justicia, porque  las demás cosas, EL las agrega. Tampoco dijo que la entrada al cielo se compre, sino, que mostramos nuestra relación con Dios de acuerdo a la actitud que asumimos con las posesiones materiales, la cual puede resultar, de  sumisión o de rebeldía contra El.

Considero que el mayordomo infiel cometió aquel acto de corrupción o fraude, porque pretendía salir limpio del atolladero en que se metió. Sin embargo, no resultó así, pues, perdió el trabajo y la confianza y  credibilidad que le tenía el hombre rico. Lo mismo que ocurre con  muchas personas.

Es posible, incluso,  que el “mayordomo infiel” creyera que sus actuaciones corruptas no saldrían a la luz. Tal es el caso de gente, que están sonando más por los medios de comunicación, que un teléfono celular.

En síntesis, la parábola del “mayordomo infiel” enseña dos verdades: a) Que si una persona administra poca riqueza con fidelidad, también lo hará  si la ponen a administrar mucha y

  1. b) Que si una persona resulta infiel al administrar  pocos bienes, también lo será  si la ponen a administrar muchos.

Por tanto, necesitamos administrar y usar correctamente todo lo que pongan en nuestras manos: el Gobierno y sus instituciones, los fondos públicos, la justicia, los servicios públicos y privados, los bancos, los negocios, las empresas, los recursos naturales, las finanzas personales, los recursos del hogar y el tiempo,  entre otros.

Dios nos llama a negarnos a obtener riquezas  o  ganancias  deshonestas  de cualquier naturaleza (1Timoteo3:8)

Finalmente, llamo a las iglesias de todas las denominaciones a administrar y utilizar, como Dios manda, su gracia: dones espirituales, talentos, conocimientos, experiencias, capacidades, destrezas y habilidades para ganar almas para Cristo.

También las invito a usar, cada vez más, los diezmos, ofrendas, donaciones, ayudas y  otras bendiciones materiales que reciben, para apoyar la difusión del mensaje del evangelio, a través de diferentes medios, y a que suplan, en la medida de sus posibilidades económicas,  necesidades prioritarias a personas necesitadas.

Es cierto que el evangelio puede enriquecernos espiritualmente a todos. Sin embargo, Dios prohíbe que lo utilicemos para enriquecernos materialmente. Para eso, nos ha dado otros medios. Usémoslos, pues, debemos estar dispuestos a sufrir por hacer lo bueno, si Dios lo determina así,  que sufrir por hacer lo malo (2 de Pedro 3:17)Por:

Por Enrique Aquino Acosta

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