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10 de mayo 2024
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OpiniónRoberto LafontaineRoberto Lafontaine

Una semana en cuarentena: Contar historias o reflexionar

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´´Humana cosa es tener compasión de los afligidos; y esto que en toda persona parece bien, debe máximamente exigirse a quienes hubieron menester consuelo y lo encontraron en los demás´´                                                                                                                        Giovanni Boccaccio

Decamerón, recopilación de cuentos e historias relatadas durante el periodo de aislamiento de un grupo de jóvenes para evitar ser contaminados por la peste en plena edad media.

266, 073 enfermos de COVID-19 con 11,184 fallecidos.  Balance en un trimestre.

Se conoce cuando y donde inició, el cómo,  es el eslabón perdido.   Obvio, con la no identificación de  la primera víctima es imposible restablecer  la cadena de transmisión.

Tres teorías tratan de desentrañar el enigma: mutación natural del virus Vs transmisión de animal a humano Vs creación en un laboratorio de biología molecular.  Establecer la primera implica descartar las siguientes,   misión imposible, pues, es más fácil que el murciélago que infecto al primer ser humano confiese el pecado cometido que el Estado que patrocinó el proyecto de modificación del ARN del SARS reivindique su ingenio.

Gracias  a los avances científicos en los campos de la biología molecular e ingeniería genética se ha logrado  aislar, secuenciar, identificar y desarrollar pruebas para diagnosticar el SARS-CoV2.  Por ello, se han establecido las diferencias entre ARN de este y su predecesor, razón por la cual es desconocido por el sistema inmunológico del ser humano.   Todo lo anterior se complica por la no existencia de vacunas que estimulen la producción de anticuerpos por parte de dicho sistema.

Esta condición explica su poder  y rapidez de contagio de un humano a otros humanos;  lo que unido a la capacidad de resistir las condiciones del medio ambiente hasta por 3hs en el aire y cuatro días en plástico  y acero inoxidable, califica a la enfermedad por el producida, el COVID-19,  como una bomba en el tiempo.

Esta comenzó a detonar en los países a la vanguardia del desarrollo de las ciencias y las tecnologías, donde el conocimiento, transformado en factor de producción, elevó exponencialmente la productividad en los individuos, y por consecuencia, la producción  social de capital.   Pero, a la vez, potencializó, como nunca en la historia universal de la humanidad, la capacidad de concentración de las riquezas producidas en pocas manos.  Es como la versión en la era del conocimiento de la célebre novela de Mary Shelley, en la que la obra creada destruye a su creador.

La COVID-19, ha sido un punto de quiebre en el avance arrollador de las concepciones neoliberales del capitalismo de la postmodernidad.  Ha perturbado el funcionamiento de las estructuras financieras, evidenciado por el desplome de los mercados de valores; ha trastornado la dinámica social, por ser el aislamiento la única forma de frenarlo; ha paralizado la reproducción del capital, y por si fuera poco, ha impactado el fundamento político mismo de la democracia neoliberal, al conculcar los derechos civiles, por los que tanta sangre se ha derramarlo para conquistarlos.

Los sistemas de salud de las grandes potencias han mostrado su incapacidad para cumplir su objetivo misional, mantener las personas sanas, lo propio queda evidenciado por el desborde de la demanda al sector de servicios de salud. En la República Popular China, a pesar de haber disminuido el reporte de nuevos casos, ha acumulado el número de 81,416 personas contagiadas con 3,261fallecidas, de los 94,000 casos con 3,426 muertos dejado a su paso por el Oeste del Pacifico.

Siguiendo las rutas comerciales de la globalización llega a Europa, abatiendo sistemas de salud tan sólidos como los de Italia, España, Alemania y Francia, en estos países acumula 85,323 personas afectadas con 5,529 muertas.  Es dable destacar que las defunciones ocurren preferentemente en los grupos de edad del adulto mayor, en los cuales existe un riesgo añadido por las enfermedades crónicas, lo que eleva el nivel de vulnerabilidad.

Del viejo continente llega a América Latina y El Caribe, zonas con un patrón epidemiológico diferente por ser regiones en las que se concentra el mayor por ciento de población expropiada del capital social producido.  Hombres y mujeres, que perciben recursos muy por debajo de su capacidad productiva o, simplemente excluidos del mismo proceso de producción, por lo que nacen, crecen, viven y envejecen condenados a vivir en condiciones sanitarias  no apta para la salud humana.

Personas que habitan en viviendas con infraestructuras carentes de los requerimientos de los servicios domiciliarios para garantizar el buen estado de salud; con déficit de espacio vital para hacer posible la distancia apropiada de las personas dentro del hogar. Y, para colmo, sin  lindero que garantice la distancia apropiada de las viviendas en el vecindario.  Sencillamente, en los barrios que rodean las ciudades latinas las personas viven apiñadas unas sobre otras.

No es de extrañar que los grupos poblacionales en estas ciudades exhiban  bajos indicadores de salud como consecuencia  de la gran deuda acumulada al no garantizarle la salud en las diferentes etapas de su existencia.  Es de ahí que, enfermedades que están destinadas a manifestarse en el adulto mayor, precisamente las comorbilidades que se descompensan con el COVI-19,  como la hipertensión arterial, la diabetes, la cardiopatía isquémica, la enfermedad obstructiva pulmonar, entre otras, estén diezmando la salud de los individuos en etapas  tempranas de la vida, hasta llegar a convertirse en causa de muerte prematura.

Se puede colegir, que hay razones suficientes para sentir incertidumbre en cuanto al comportamiento del COVID-19 en el tránsito por las Américas, está iniciando, y lleva un balance de 18,877 afectados con 235 fallecidos, solo existe una alternativa de contención, impedir la transmisión comunitaria del virus mediante el aislamiento social y mantener constancia con la higiene de las manos.

Como terapia para acortar el tiempo psicológico, puedes hacer historias y recopilar cuentos, quizás se conviertan en un gran libro, o reflexionar, de seguro encontraras oportunidades para practicar la solidaridad, consejo al futuro del ilustre humanista Giovanni Boccaccio   que cual eco, se escucha desde la noche de los tiempos.

Por: Roberto Lafontaine

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