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26 de abril 2024
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OpiniónFrancisco S. CruzFrancisco S. Cruz

 El mismo tema: ¡Ley de Partidos Políticos

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Creo que, desde la periferia jerárquica-orgánica del PLD –y a riego del castigo de los dioses-, he sido, por años, un militante coherente con el tema de ley de Partidos Políticos, Régimen Electoral y la mal llamada crisis de los partidos que, como he dicho -hasta el cansancio- no es de ellos (de los partidos políticos, pues siguen siendo referentes electorales), sino de sus líderes-cúpulas que se niegan a refrendarse-legitimarse en procesos eleccionarios internos, perpetuando, de paso, una hegemonía jerárquica-política y gerencista cuasi vitalicia –de élites-grupos y sanedrín- y una dedocracia consuetudinaria en detrimento de la vida orgánica e institucional de esas organizaciones políticas.

Entonces, ¿por qué no tenemos una ley de Partidos Políticos ni de Régimen Electoral? Sencillo: porque las cúpulas, gerentes y líderes de esos partidos (“aparatos”) no han tenido la voluntad política para dárselas al país y, en consecuencia, desterrar el clientelismo, el autoritarismo, el caciquismo, el nepotismo, la falta de transparencia; y lo peor, la cultura-prevalencia, en algunos de esos líderes, de una concepción-convicción –muy disimulada, pero bastante arraigada- de asumir-concebir los partidos políticos como empresas o bazar de zafras electorales, y hay que decirlo, con alto sentido de pertenencia.

Y, como consecuencia lógica o, coronación de esa negación –doctrinaria-institucional-, ya los “partidos políticos”, y digámoslo sin tapujo, no son –¡y sin excepción!- más que mesas replegables que se cierran y se abren de campañas en campañas cada cuatro años. Por ello, los Congresos, talleres, conferencias, convenciones -de “delegados”- e instancias subalternas, de esas cúpulas-jerarquías, no son mas, en la práctica y por sus predecibles resultados, que liturgias de Convidados de Piedra.

Y la justificación, a tal abandono orgánico-doctrinario-institucional, varía de un partido a otro, o mejor dicho, de una cúpula-jerarquía a otra: a) por puro conservadurismo y posposiciones antidemocráticas y antojadizas de los procesos eleccionarios internos; 2) por el control y administración, sin redición de cuentas a sus militancias, de los recursos que la JCE les asigna, pero más que ello, por el arbitraje-cuota -política-electoral- que sus jerarquías internas les genera en su condición todopoderosa de “Jefes”; 3) porque cada proceso eleccionario -de carácter nacional u interno- trae consigo división o desprendimiento en algún partido mayoritario (porque no hay una cultura democrática ni mucho menos un código del perdedor en los actores políticos, y por ello, ni adentro ni afuera de los partidos políticos, se admite o se asimila ninguna derrota); 4) porque cuando cualquiera de esos partidos está en el poder (llámesePRD, PLDPRM -que ya gobernó como PRD-, o PRSC –que su líder-fundador jamás lo concibió como tal- no hay tiempo para atender y pensar el partido; y 5) porque, en el fondo y en la superficie, Joaquín Balaguer –déspota ilustrado y anti-escuela política- terminó erigiéndose, en modelo-guía de político exitoso (si no, ¿cómo explicar el Balaguer “Padre de la Democracia”).

Primarias y padrón: el viejo tranque (…)

Sinceramente, da risa saber o enterarse que el nudo gordiano del meollo: ley de Partidos Políticos y Régimen Electoral está supeditado, valga el cuento, a que algunas cúpulas y lideres no se ponen de acuerdo con el tema de si primarias –abiertas, cerradas o semi-cerradas-, simultaneas o diferidas, o si padrón abierto –el de la JCE- o, el de cada partido –que aunque ninguno lo tiene, sin listas de muertos ni duplicidades-, como debe ser para preservar esas organizaciones como pilares fundamentales de cualquier régimen o sistema democrático, porque si no es con el padrón de los inscriptos de cada partido político –primarias cerradas-: qué razón, gracia o sentido tendría entonces militar y hacer carrera política en un partido político equis, si igual, cualquier ciudadano (que vaya pasando o de paseo el día de esos eventos) inscripto en el padrón universal de la JCE, podría votar y decidir: autoridades partidarias y representantes a cargos o puestos de elección popular de un determinado partido político. Ese consenso, si se alcanzara o impusiera, sería, entre otras cosas, legalizar el partido llamado “sociedad civil” –o de amigos- que hace rato opera como partido político sin asamblea eleccionaria, sin adscripción-identificación política-ideológica-doctrinaria ni fidelidad partidaria; y peor, en mayoría, como agentes políticos-estratégicos-temáticos bajo el financiamiento de agendas supranacionales. Pero además, si en las primarias de los partidos políticos vota todo el que esté inscripto en el padrón de la JCE: habría que redefinir el concepto -o categoría electoral- de elecciones nacionales para no duplicar ejercicios cívico-ciudadanos y, de paso, ahorrar recursos públicos.

Ése –el de primarias abiertas-, sería el mejor epitafio –para las lápidas de los partidos políticos (si es que hubiera)-. Es más: ¡ni mandado a hacer!

No tengo ni la más remota idea sobre cuál será la posición final-oficial de mi partido (el PLD), pero quiero reiterar, por enésima vez, mi posición sobre el tema: estoy identificado con primarias cerradas y simultáneas (y si no existe, como sabemos, un padrón -confiable y verificable- que cada partido político lo construya, pues esa podría ser una tarea partidaria loable y a la vez dinamizadora de la vida orgánica-institucional de los partidos políticos o ¡chichiguas en banda!). Sin embargo, si mi partido decidiera lo contrario, lo acataría. Pero, y mientras tanto, que, conste en acta, esta posición de minoría, o mejor dicho, de simple desahogo e impotencia.

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