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20 de mayo 2024
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OpiniónMiguel ColladoMiguel Collado

La literatura dominicana y el correr de los siglos (Una reflexión)

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La historiografía literaria dominicana —disciplina que asume como objeto de estudio todos los fenómenos vinculados a la vida literaria de la República Dominicana desde una perspectiva diacrónica— tiene su inicio en el período 1916-1929 (segunda y tercera décadas del siglo XX) con los trabajos publicados por Federico García Godoy (1857-1924), Pedro Henríquez Ureña (1884-1946), Apolinar Tejera (1855-1922) y Abigaíl Mejía (1895-1941).

García Godoy publica su ensayo «La literatura dominicana», en 1916, en el número 91 de la revista francesa Revue Hispanique (París, pp. 61-104); Pedro Henríquez Ureña en 1917 su texto Literatura dominicana (París: Editorial Bailly-Bailliere. Separata de la Revue Hispanique); Tejera da a la luz pública en 1922 su libro Literatura dominicana: comentarios críticos (Santo Domingo: [s. n.], 1922. 108 p.); y Abigaíl Mejía publica en 1929 su obra pionera Historia de la literatura dominicana (Barcelona: Editorial Altés, 1929. 313 p.).

Cabe destacar que en 1936 Pedro publica una obra abarcadora que no tan solo se limita a historiar las letras dominicanas desde los tiempos coloniales, sino que también enfoca su atención en la historia cultural de la Isla. Se trata de uno de los libros más representativos de su vasta bibliografía: La cultura y las letras coloniales en Santo Domingo.

Es importante consignar que para una historia de la literatura dominicana es relevante tener presente lo siguiente: el siglo XVI —en el que nacen los primeros escritores en la Isla: Leonor de Ovando, poeta; Cristóbal de Llerena, dramaturgo; y Francisco Tostado de la Peña,* primer poeta asesinado en la Isla son tres de ellos— es el siglo de gestación del pueblo dominicano; mientras que el siglo XVII, en el que España abandona a su mala suerte la colonia de Santo Domingo,  es el siglo de la miseria, caracterizado por toda la hambruna que le continuó a las devastaciones y otras calamidades.

El siglo XVIII —convulso y azotado por las pugnas entre los imperios francés y español— es el siglo de las emigraciones; mientras que el siglo XIX es el siglo de gestación de la literatura dominicana.

El siglo XX es el siglo de la madurez en las letras nacionales, el período de su mayor florecimiento, por lo que merece ser llamado el Siglo de Oro de la literatura producida en la parte oriental de la Isla.

Ahora bien, ¿y qué decir del siglo XXI? ¿Cómo habrá de ser calificada la literatura dominicana de esta centuria cuando haya llegado a su término en el año 2100? No nos corresponderá a nosotros hacerlo por razones biológicas, pues calcinados por el tiempo estarán nuestros huesos cuando ese momento llegue. Solo podemos suponer, deducir lo que habrá de ser a partir de lo que en casi cinco lustros hemos leído bajo la amenaza de la desaparición posible del libro físico.

Pero esa amenaza tiene pavorosa compañía: la dramática caída en el hábito de lectura a nivel mundial —coincidiendo con la caída de los patrones ético-morales (valores) tradicionales— y la presencia impactante del fantasma que atenta contra la creatividad humana y cuyo nombre parece salido de una película de ciencia ficción basada en un guión del legendario cineasta Ray Bradbury. Nos referimos a la Inteligencia Artificial (IA). Cabe hacernos la siguiente pregunta retórica, como un reto a los que nos sucederán en el análisis literario: ¿será una mentalidad crítica humana o será una mentalidad crítica artificial la que habrá de valorar la literatura dominicana producida en ese tramo histórico del 2001 al 2100?

En otras palabras, ¿será artificial la crítica literaria a finales del presente siglo XXI como ya artificial nos parecen el amor y la amistad en estos tiempos que corren? Al ritmo que marcha la tecnología impulsadora del avance de la IA no va quedando espacio posible para dudar que será la IA quien habrá de hacerlo.

Por: Miguel Collado

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