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3 de mayo 2024
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OpiniónMiguel ColladoMiguel Collado

El Municipio de Santo Domingo Este necesita una gran biblioteca pública

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En la primera semana del mes de septiembre del año 2022 volví a residir en la zona oriental de la capital de la República Dominicana —ahora llamada Santo Domingo Este desde octubre del 2001— y de inmediato pude percibir el enorme crecimiento urbanístico y desarrollo comercial alcanzados por esa comunidad, en la que vi nacer a mis cuatro hijos, ya adultos y profesionales todos. Igualmente, por mi olfato de bibliógrafo, pude percatarme, meses después, de que la población de Santo Domingo Este —que excede el millón de almas— necesita y merece tener una biblioteca pública, cuya creación y sostenimiento es una responsabilidad de las autoridades municipales. En el plano jurisdiccional, es el municipio cabecero de la provincia de Santo Domingo. De ahí su importancia.

Actualmente ese municipio —que quizá en un futuro no muy lejano habrá de convertirse en una provincia— cuenta con casi 1,000 centros de estudios públicos y privados, con una población de más de 200 mil estudiantes matriculados, (2) los cuales todavía carecen de las facilidades que la existencia de una biblioteca pública moderna podría brindarles sin tener que cruzar el río Ozama: tanto consultas físicas como virtuales. Pero, sobre todo, el tan imprescindible estímulo a la lectura, factor esencial en la formación espiritual y cultural de todo joven.

Es oportuno consignar aquí que la Ley No. 502-08, sobre el libro y las bibliotecas, establece en su Artículo 43 lo siguiente: «Los municipios deben contar como parte de su equipamiento urbano, con un número satisfactorio de bibliotecas públicas en consonancia al censo de población e incluir las partidas anuales necesarias para su ampliación y dotación». Por lo ya señalado más arriba, la Biblioteca Pública de Villa Duarte «Juan Sánchez Lamouth» no es suficiente para el nivel de demanda de servicio bibliotecario de todo el municipio de Santo Domingo Este. Cabe resaltar la extraordinaria labor que por años ha venido realizando el personal de esa biblioteca, adscrita a la Biblioteca Nacional «Pedro Henríquez Ureña».

Ahora bien, definir el modelo de biblioteca pública que necesita la zona oriental de la capital dominicana es esencial, ya que de ahí dependerá el alcance del proyecto, su dimensión, y en función de eso serían definidos los objetivos y la visión a tono con la realidad social, cultural y económica del municipio, previendo incluso los obstáculos posibles. Un equipo técnico tendría que trabajar en el diseño de un plan que contemple los recursos materiales, humanos y financieros necesarios. Y en adición a esto, las posibles fuentes generadoras de esos recursos, es decir, los potenciales patrocinadores del proyecto.

Lo ideal es que esa biblioteca sea un edificio de dos plantas con áreas de servicios avanzadas en materia de tecnología, con espacios reservados para hemeroteca, proceso técnico, desarrollo de colecciones, salas de lectura, salón de actos, cafetería, parqueo, etcétera. Un modelo para su construcción podría ser la Biblioteca Infantil y Juvenil República Dominicana situada en la calle Dr. Delgado, en el Distrito Nacional. Alma Rosa sería el punto geográfico más estratégico por lo accesible para los usuarios, que en su gran mayoría utilizarían el transporte público para desplazarse desde diversos puntos del municipio: Villa Faro, El Brisal, Los Trinitarios, Hainamosa, Mendoza, Los Mina, Franconia, Los Frailes, Los Mameyes, Cancino, La Toronja y El Almirante, entre otros barrios y residenciales pertenecientes al municipio de Santo Domingo Este.

Procede, entonces, la formación —tal como lo ha sugerido el poeta y amigo Juan Freddy Armando Amparo— de un Comité Gestor, el cual deberá estar integrado por escritores y maestros, representativos de los dos sectores llamados a levantar la bandera en pro de que la creación de la Biblioteca Pública de Santo Domingo Este sea un logro de todos para beneficio de todos: el sector cultural, que incluye las fuerzas literarias e intelectuales; y el sector educativo, que incluye todos los centros de enseñanza: colegios y escuelas públicas. Ahora bien, le corresponde a la Alcaldía de Santo Domingo Este asumir el liderazgo en el proyecto, brindándole todo su apoyo institucional a ese Comité Gestor, que vendría a ser su representación formal ante la comunidad oriental. Todavía más: ese comité operaría desde las oficinas del Ayuntamiento por un asunto de logística.

Aspirar a lograr que el Ministerio de Educación y el Ministerio de Cultura hagan suyo el proyecto de creación de esa tan necesaria biblioteca —y que trabajen de manera coordinada en el mismo— podría parecer una utopía, pero es preferible ser utópico a no tener esperanza. Lograr que eso ocurra garantizaría, en un alto porcentaje, el éxito del proyecto, aunque sean los biznietos de quien esto escribe los que tal vez asistan al acto de inauguración de la Biblioteca Pública de Santo Domingo Este «Alexis Gómez Rosa», cuyo nombre que proponemos. Y uno de los objetivos del Comité Gestor consistirá precisamente en procurar que esos dos importantes organismos del Estado unan sus esfuerzos institucionales en una sola dirección. De lo contrario, de no lograrse eso, habría que apelar al plan b: concitar el interés y procurar el apoyo del sector privado de Santo Domingo Este.

La zona oriental siempre ha contado, desde los años 60 del siglo XX, con líderes de gran incidencia en la vida cultural del país. Actualmente, además de Juan Freddy, podemos citar a los escritores José Enrique Méndez (Ike), Leo Silverio, Jorge Jiménez, Alejandro Paulino Ramos, Pedro Pablo Fernández y María Ortiz, entre otros. En el pasado, figuras notables de la literatura dominicana, ya legendarias, residieron en la zona oriental y dejaron imborrables huellas: Juan Sánchez Lamouth, Mateo Morrison, Rafael Abreu Mejía y el mismo Alexis Gómez Rosa, uno de los poetas más representativos de la lírica nacional y cuyo nombre sugerimos para designar la biblioteca pública oriental. Morrison todavía vive y debería integrar el Comité Gestor por ser parte de la historia de la zona oriental, aunque resida en la zona occidental de la Capital. Igualmente, el caso del escritor y publicista Aquiles Julián, hijo legítimo de Villa Faro.

Mi idea de que sea creada una biblioteca pública en el municipio de Santo Domingo Este ya no la considero exclusivamente una idea mía: ahora es de cualquier candidato a la alcaldía de dicha ciudad en cuya oferta electoral contemple como factores de desarrollo fundamentales de cualquier sociedad la cultura y la educación. Que alguien asuma esa idea como suya y logre convertirla en realidad sería, para mí, de honda satisfacción.

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(1) Miguel Collado es el presidente-fundador del Centro Dominicano de Investigaciones Bibliográficas (CEDIBIL) y del Centro Dominicano de Estudios Hostosianos (CEDEH). Es un reconocido bibliógrafo, ganador del Premio Casa del Escritor Dominicano en 1993 con su libro Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicana, y por más de 20 años laboró en la Biblioteca Nacional «Pedro Henríquez Ureña», donde fue asistente y asesor editorial de varios directores. Ha publicado más de 30 libros de y sobre literatura.

 

(2) Fuentes: Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) / Ministerio de Educación (MINERD).

 

Por Miguel Collado

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