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26 de abril 2024
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OpiniónHumberto Bogaert GarcíaHumberto Bogaert García

El amor de la pareja

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Cada vez con más frecuencia las parejas se rompen. La vida de las parejas tiende a reducirse. Llama la atención el que, por ejemplo, un hombre de menos de cuarenta años haya tenido tres divorcios. Sin embargo, lo que antes sorprendía comienza a ser habitual o, por lo menos, no choca tanto. ¿Existe alguna relación entre la tendencia al consumo, a desechar lo viejo o inactual, y la dificultad de la pareja para lograr que su amor perdure?

 

En el pasado muchas parejas aprendían a convivir y a conservar el afecto. Sin embargo, en la actualidad ¿podemos valorar nuestra pareja cuando, por otra parte, soñamos permanentemente con disponer de “lo último” –la última moda, el carro de último modelo o la última de las megadivas?

 

A pesar de que jamás en la historia los seres humanos habían tenido tanta libertad para elegir su partenaire, no es menos cierto que nunca antes las relaciones sentimentales habían sido tan frágiles. Aunque se valoriza la pasión que el otro suscita como una condición para convertirlo(a) en pareja, el vínculo sentimental se deshace al menor desacuerdo.

 

Estamos convencidos de que las parejas actuales se “consumen” porque los integrantes de las mismas no valorizan suficientemente la permanencia del sentimiento que puede confirmar o restaurar su unión. Hoy día reemplazamos nuestras parejas con la rapidez con que sustituimos los productos y servicios que se nos ofertan en la sociedad de consumo en que vivimos. Por múltiples razones, algunas válidas y otras alienantes, antes encontrábamos personas que valorizaban su relación sentimental como un monumento que era menester preservar a través del tiempo, y no como una carga de la que era necesario despojarse para alcanzar el goce.

 

Para alimentar constantemente una relación afectiva, es necesario valorar su permanencia y conocer su dinámica. El amor madura con los años y cambia en las diferentes etapas de la vida. No se puede amar de la misma manera durante la adultez que durante la adolescencia. El tiempo reclama ajustes y exige redescubrimientos. Los miembros de la pareja cambian y, para preservar su amor, deben valorar su historia y ser capaces de enriquecerse de las crisis que inevitablemente acompañarán su evolución.

 

Por: Dr. Huberto Bogaert García

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