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8 de mayo 2024
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OpiniónMiguel ColladoMiguel Collado

Camila Henríquez Ureña, una humanista dominicana del siglo XX

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Salomé Camila Henríquez Ureña nació en la ciudad de Santo Domingo (República Dominicana) el lunes 9 de abril de 1894, específicamente en la casa marcada con el número 1 de la calle Santo Tomás (hoy Arzobispo Nouel No. 7)  haciendo esquina con la calle Hostos. Sus padres ―los insignes educadores dominicanos Francisco Henríquez y Carvajal (1859-1935) y Salomé Ureña de Henríquez (1850-1897)― habían instalado el hogar, en enero de 1893, en la planta alta del edificio de dos pisos propiedad del empresario Juan Bautista Vicini. Arriba estaba el hogar y funcionaba el Instituto de Señoritas fundado por su madre el 3 de noviembre de 1881; abajo, un establecimiento comercial. Todavía permanece allí la edificación, en la zona colonial, como testigo de la historia.

Vivió en Cuba desde los diez años de edad (arribó a Santiago de Cuba el 10 de agosto de 1904) hasta poco antes de su muerte, acaecida el día 12 de septiembre de 1973 en la ciudad que la vio nacer.

Parece que el destino dispuso que los últimos días de su vida transcurrieran en la madre tierra, que no pisaba desde su visita, por poco tiempo, en 1911. El 15 de mayo de ese año ―dos años después de haber emigrado― la única hija de Salomé visitaría su patria, acompañada de su hermano Pedro Henríquez Ureña. Retornaría a Cuba, para continuar sus estudios, el 8 de octubre del citado año.

Educadora, ensayista, crítica literaria y conferenciante. Elevado fue el nivel cultural alcanzado por ella; igual su formación académica. Por la Universidad de La Habana obtuvo un Doctorado en Filosofía y Letras a los 22 años de edad. Su tesis de Filosofía, titulada «Francisco de Rioja: su verdadera significación en la lírica española» (1917) mereció la calificación de sobresaliente y fue recomendada su publicación por el jurado evaluador. Diez años después, en 1927, obtiene su segundo doctorado: el de Pedagogía. Su tesis de grado, convertida en libro en 1932, editada en Santo Domingo, se ha convertido en una fuente de consulta obligatoria para los estudiosos del pensamiento hostosiano: Las ideas pedagógicas de Hostos.

En la Universidad del Estado de Minnesota (Estados Unidos de Norteamérica) Camila estudió y enseñó, sirviéndole de canal para entrar a ese prestigioso centro académico, su hermano Pedro. Allí, donde estuvo entre 1918 y 1921, hizo una Maestría en Artes.

En 1922 regresó a Cuba. En la patria de José Martí fue Asesora Técnica del Ministerio de Educación de Cuba de 1960 a 1962 y reconocida como Profesora Emérita por la Universidad de La Habana, de cuyo Departamento de Lenguas y Literaturas Hispánicas fue profesora.

En 1926 Camila adquiría la nacionalidad cubana preservando la dominicana. Su vínculo con su padre fue muy estrecho: él guió su educación. Con él estuvo en aquel triste momento del 6 de febrero de 1935, en Santiago de Cuba, en que el ilustre patriota moriría. Fue él quien la inició en el estudio del francés, lo cual le sirvió de mucho cuando, en 1932, se trasladó a parís (Francia) para realizar estudios superiores en la Universidad de La Sorbona.

Heredera del feminismo legendario de su inmortal madre, Camila fue una activa feminista. De una fuente virtual, de la Enciclopedia de Historia y Cultura del Caribe, transcribimos la siguiente descripción sobre lo que fue el accionar feminista de Camila:

«En la década del treinta, Camila Henríquez Ureña se involucró de lleno en las luchas feministas. En 1935 colaboró con la organización Unión Nacional de Mujeres, y en 1936 fue electa para una vicepresidencia de dicha corporación. Bajo su gestión se organizó el III Congreso Nacional de Mujeres en Cuba, que habría de celebrarse en abril de 1939.

Entre las actividades de auspicio del Congreso, Camila ofreció en el Lyceum, el 9 de marzo de 1939, sus ya famosas palabras sobre “La mujer y la cultura”, de iluminada anticipación e inquietante vigencia. También pronunció el discurso de apertura del Primer Congreso Nacional Femenino en La Habana, el 18 de abril de 1939. Su combativa e interiorizada postura feminista, fundamentada en conceptos más generales de la problemática de la especie humana, son relacionados con perspicacia en su discurso al Congreso donde describe que la característica de la mujer consciente de ese entonces era “la universalidad de la intención y el respeto a la individualidad” y que el feminismo cubano es “la demostración del grado de desarrollo que entre nosotras ha alcanzado la conciencia de la libertad».

En 1936 se radicó durante seis años en La Habana. En ese período, presidió  la sociedad femenina Lyceum, donde desplegó una intensa labor cultural y social.  Allí, en Calzada y 8, se reunían las liceístas, y de hecho buena parte de la vanguardia artística e intelectual que residía o transitaba por Cuba. El objetivo de esta sociedad era elevar el espíritu de la mujer a partir de actividades de orden cultural, social y deportivo. Su revista tenía una periodicidad trimestral y en ella se publicaban, entre muchos materiales de tipo cultural, benéfico y social, las conferencias impartidas en sus salones. Una de sus primeras directoras fue la propia Camila Henríquez Ureña».*

A diferencia de Salomé, quien nunca quiso salir de la Isla, Camila, como sus hermanos Pedro y Max,  viajó por muchos países, dictando conferencias en universidades de los Estados Unidos de Norteamérica, de Panamá, Ecuador, Perú, Chile, Argentina y México.

Camila Henríquez Ureña merece ser estudiada. Y en este sentido hacemos nuestra la exhortación del intelectual y académico Manuel Matos Moquete, quien, en su artículo «Camila Henríquez Ureña»*, sentencia haciendo

«[…] un llamado a los intelectuales y a los educadores, a las escuelas y a las universidades, al Estado y la sociedad en general para que se inicie un movimiento de rescate y reconocimiento del legado de Camila Henríquez Ureña. El propósito es promover la lectura y difusión de sus obras, la colocación de su nombre a instituciones educativas y culturales de importancia y, lo más significativo, la emulación de su ejemplo como luchadora por los derechos de la mujer, como educadora consagrada y como investigadora rigurosa e incansable en el campo de las humanidades».

Sigue diciendo el reputado ensayista dominicano:

«Si de una sola mirada fuera posible observar y comprender la vasta labor intelectual que Camila Henríquez Ureña dejó plasmada en sus obras, sin dudas podría afirmarse que el humanismo científico y social es el concepto que mejor define los trabajos de investigación, las propuestas educativas y el magisterio vital de la autora, así como sus desvelos por la reivindicación de las deudas de la mujer».

Camila Henríquez Ureña es considerada una de las intelectuales latinoamericanas más sobresalientes del siglo XX. Es la humanista dominicana más prominente del siglo XX, es decir del Siglo de Oro de las letras dominicanas. Rendirle tributo a su memoria en el 42 aniversario de su muerte ha sido el propósito de esta breve semblanza.

Obras publicadas en vida por ella: Ideas pedagógicas de Eugenio María de Hostos (1932), Invitación a la lectura (1954), Apreciación literaria (1964) y Cantares de gesta (1971). Y Póstumamente: Estudios y conferencias (1982), Feminismo y otros temas sobre la mujer en la sociedad (1985) y Camila Henríquez Ureña. Obras y apuntes (10 tomos: 2004-2008).

 

*Internet: http://www.encaribe.org/es/article/camila-henriquez-ure%C3%B1a/1967 (11-09-15)

**Periódico «Diario Libre» (Santo Domingo), del 30 de septiembre de 2013.

 

Por Miguel Collado

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