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10 de mayo 2024
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OpiniónJosé FlándezJosé Flández

Regreso del narco castro-chavismo represivo inflama la pradera en Bolivia

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Masivas manifestaciones opositoras se desataron en Bolivia por la detención de la ex presidenta Jeanine Áñez Chávez y sus ex ministros, Álvaro Coímbra y Rodrigo Guzmán, en el marco de la intensa represión llevada a cabo en los últimos días por el régimen socialista narco castro-chavista de Luis Arce.

 Los manifestantes denuncian la represión como una clara venganza ejecutada por órdenes del ex dictador Evo Morales, quien descarga su odio acumulado como consecuencia de la gran repulsa sufrida por éste de parte de las fuerzas vivas y democráticas de la nación, que lo obligó a renunciar y salir huyendo cobarde y desesperadamente, luego del fraude cometido en las elecciones de 2019, las cuales evidentemente pretendía manipular para perpetuarse en el poder.

 Junto a la ex presidente, también fueron puestos en prisión preventiva por cuatro meses sus ex ministros Álvaro Coímbra y Rodrigo Guzmán, en el marco del caso conocido como «golpe de Estado», acusados de sedición y terrorismo.

Esto ocurre luego de las humillantes derrotas electorales de las últimas votaciones, sufridas por el oficialismo en las principales ciudades y municipios del país: La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz, las plazas políticas más codiciadas del país.

En La Paz venció Iván Arias, ministro de la ex presidenta Jeanine Áñez; en El Alto Eva Copa, ex presidenta del Senado y ahora disidente del MAS; en Cochabamba el ex capitán de Ejército Manfred Reyes Villa; y en Santa Cruz se impuso Jhonny Fernández; mientras que la gobernación de Santa Cruz la ganó con 55.4% Luis Fernando Camacho, férreo crítico del cocalero caudillo indígena.

Era de esperarse esta actuación vengativa del nuevo gobierno, ya que es la característica que define a los seguidores de Marx y Engels cuando logran el objetivo de la toma del poder. Inmediatamente comienza el accionar que les garantiza el sometimiento prolongado de la sociedad, a la que logran doblegar al usar métodos represivos muy eficaces y consistentes, con los que logran la meta suprema de atornillar el brutal totalitarismo que imponen sin ningún tipo de misericordia ni vacilación.

Sin embargo, la situación puede que llegue a los extremos y se produzcan poderosas respuestas sumamente peligrosas para la estabilidad del nuevo régimen, que en vez de tratar de gobernar de una manera diferente a la del caudillo comunista, se empecina en repetir sus tropelías contra la democracia y el estado de derecho.

Ojalá que Luis Árce y su partido, el MAS, recapaciten y se distancien del resentido y  autócrata caudillo, para que así le eviten a Bolivia vivir la misma pesadilla sufrida en los desgobiernos de ese inmoral, manipulador y tenebroso indígena narco castro-chavista y libidinoso depredador de infantes.

Por José Flández

 

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