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5 de mayo 2024
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OpiniónJulia TavárezJulia Tavárez

Privacidad: derecho humano fundamental; “debemos parar el linchamiento mediático”

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El artículo 44, de la Constitución Dominicana, trata sobre el Derecho a la Intimidad y el Honor Personal, que, “Toda persona tiene derecho a la intimidad. Se garantiza el respeto y la no injerencia en la vida privada, familiar, el domicilio y la correspondencia del individuo. Se reconoce el derecho al honor, al buen nombre y a la propia imagen. Toda autoridad o particular que los viole está obligado a resarcirlos o repararlos conforme a la ley”.

En su primer numeral, ordena de manera categórica, que el hogar, el domicilio y todo recinto privado de la persona son inviolables. Sin embargo, y pese a este mandato de la ley Suprema, constantemente se incurre en violaciones sistemáticas.

Pareciera importar muy poco o nada la intimidad y el honor del prójimo, sin pensar que mañana podría ser cualquier ciudadano afectado.

En 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó y proclamó el Derecho a la Privacidad, y en el Artículo 12 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que: “Nadie será sometido a injerencias arbitrarias en su privacidad, familia, domicilio o correspondencia, Ni a los ataques sobre su honor y reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales interferencias o ataques».

Según el diccionario de Oxford, la privacidad es, “Un estado en el que otras personas no son observadas o perturbadas”.

Edward Bloustein, la define en su escrito, “La privacidad como un aspecto de la dignidad humana”, como un interés de la personalidad humana.

La apertura, en su máxima expresión, de medios electrónicos y sociales, como las redes en todas sus aplicaciones y el propio derecho que tenemos todos de escribir, hablar y escuchar, nos pone en una tentativa y provoca que, sin analizar las consecuencias, se atropelle la vida personal de los demás sin ningún tipo de pudor o reparo.

El internet, y luego las redes sociales, han revolucionado la forma de comunicarnos; informar e informarnos, lo que no puede ser tomado en ventaja para violentar la Constitución y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, jamás.

Es importante que la sociedad misma se auto-analice, con la finalidad de evitar el agitado curso de prácticas macabras, en deterioro de las personas y de ella misma.

Nadie, absolutamente nadie, tiene derecho de hablar de los demás desenfrenadamente, de acusar sin medir consecuencias, de juzgar desde el desconocimiento; tampoco nadie tiene derecho de ordenar a hacer tal o cual cosa, para linchar de manera cruel a una persona por el mero hecho de que, a su entender, esa persona no actuó o no hizo lo que a su criterio debió de hacer.

En estos tiempos, y resulta muy triste, la crueldad mediática en su afán, sin límites, por ganar visibilidad personal, reina, y cada vez aumenta, la falta de criterio en determinar entre lo que puede ser público o privado; siendo el gran ausente el respeto al prójimo, la apatía por ciertos temas se incrementa.

Se requiere con urgencia de una introspección social. Todos los actores de la sociedad tienen que asumir un compromiso que implique un cambio de proceder que constituya un ejemplo a seguir para nuestros hijos y para las presentes y futuras generaciones.

Hay que desarrollar y fortalecer las normas de convivencia en la sociedad.

Hay que luchar para lograr respeto a la privacidad de los demás como una regla inquebrantable.

Para lograr este noble propósito, los medios de comunicación, en todas sus vertientes, y quienes ejercen funciones o prácticas en ellos, indiscutiblemente tienen un alto compromiso al momento de hacer la elección de los contenidos a ser difundidos por los diferentes medios.

Es de urgencia entender que los medios de comunicación, funcionan, además, como de escuela, y reflejan, por supuesto la sociedad de hoy y proyectan la del porvenir.

Es momento de asumir acciones para que preservemos los valores. Respetemos la vida privada y familiar de nuestros iguales, así como nos gustaría que nos respetaran a nosotros mismos.

¡Apostemos por una Patria grande!

 

POR JULIA TAVÁREZ

*La autora es periodista y abogada.

@JuliaTavarez10

 

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