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26 de abril 2024
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OpiniónClaritza De La CruzClaritza De La Cruz

El poder especial de los usuarios de Internet

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¿Qué hacemos en las redes sociales? 

Los avances tecnológicos traen consigo importantes oportunidades y grandes desafíos, estos dan un poder especial a los usuarios de influir e incidir en los cambios y transformaciones de países o sociedades donde se aplican estas modernas herramientas.

Una información sumamente importante que refleja el nivel de conectividad que a la fecha tenemos, pero que se va incrementando en nuestro país, son los datos de la encuesta ENHOGAR 2016 realizada por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE). Dicha investigación registra que el 63.9% de la población de 12 años y más tienen acceso al Internet en la República Dominicana.

En esta era tecnológica que implica además el cierre progresivo de la brecha digital, se evidencia el uso de las redes sociales y el acceso a medios digitales como uno de los principales medios que utilizan las personas para mantenerse actualizados e informados de los sucesos y actividades, ocurridos tanto a nivel nacional como internacional, según datos publicados en el portal web del Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (INDOTEL).

En esta página digital se destaca que, a septiembre del 2017 los números de cuentas con acceso a Internet en nuestro país ascendieron a 6 millones 373 mil 744, esto indica el alto porcentaje de personas que diariamente se conecta a través de alguna cuenta.

La red social más utilizada en el país es Facebook con 5 millones 200 mil, le sigue Instagram con 2 millones 200 mil, mientras 650 mil usan twitter, según estudio publicado por el experto en Telecomunicaciones Mite Nishio que refleja datos a octubre 2017.

Según este especialista, cada una de estas redes tiene características diferentes, pero pueden llegar a ser usadas por una misma persona en su conjunto, como lo vemos en la realidad dominicana.

El punto crítico

La experiencia en la materia nos permite ver que no siempre las redes son utilizadas de manera adecuada, respetuosa y sana por algunos usuarios, en especial de Facebook.

Un ejemplo que puede citarse es el caso de indignación o expectación cuando ocurre o presenciamos un robo, accidente de tránsito, un suicidio, violación u homicidio.  En nuestro interés de informar a otros sobre lo ocurrido o visto por nosotros en el lugar de los hechos, de inmediato damos inicio a grabar y a fotografiar lo sucedido. Luego colgamos o compartimos sin importar que tan fuerte sea la información y las imágenes que posee dicho material, a tal punto que en esos días o hasta la semana completa se torna complicado entrar a esos medios para no ver tanta información o desinformación sobre esos hechos subidos a las redes.

En la mayoría de los casos puede suceder que por ignorar las consecuencias del material difundido ya sea de su autoría o no, se comete el error de ocasionar ofensas y / o dolor a personas vinculadas a las víctimas.

Nos olvidamos de los niños que día por día hacen uso de esos medios. Peor aún, ignoramos el efecto que esta acción tiene en familiares, amigos y allegados a esos seres humanos, que por alguna razón viven en ese momento tal tragedia, y se encuentran haciéndole frente a esas situaciones.

¿Pero qué estamos haciendo del ciberespacio?

Como usuaria de la tecnología, veo lo difícil que resulta en ocasiones entrar a las redes sociales y a medios digitales y ser impactados por imágenes de acontecimientos violentos llevados a las redes sin ningún tipo de filtro. Los niveles de violencia son tan altos que no vasta cerrar los ojos para no ver como los hechos sangrientos, ofensivos y pornográficos se hacen eco y se difunden de manera tan habitual sin importarles a quienes afecte.

La realidad es que lo qué hacemos en la Internet se queda para siempre y eso solo lo comprendemos con el paso del tiempo.

A medida que vamos subiendo contenido, imágenes o videos vamos construyendo un perfil que va diciendo quienes somos, qué hacemos y cómo pensamos. Luego, esta información puede ser utilizada para nuestro bien o para mal. Al arrepentirnos, ocurre que es tarde. Todo lo que se publica en las redes, en las redes se queda, es parte de discos duros o memorias de equipos de miles de personas y compañías que, con alguna intención copian, guardan, venden y difunden lo que has publicado.

Hay que generar conciencia de que no todo debemos subirlo a las redes, porque una vez está allí es difícil eliminarlo.

Pensar en cómo nos gustaría ser tratado en las redes puede ayudar a limitarnos a publicar contenidos que no aportan ni contribuyen a nada.

Paremos de publicar en la Internet cuántas cosas ofensivas y mal sanas podamos pensar,   hagamos del ciberespacio un lugar más sano, donde se pueda interactuar, informar, compartir y adquirir nuevos conocimientos, pero en armonía y seguridad.

La autora es presidenta del Instituto de Estudios Políticos Económicos y Sociales de Latinoamérica y el Caribe (IEPES-LAC).

 

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