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26 de abril 2024
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OpiniónMelanio ParedesMelanio Paredes

No pateen el legado de Bosch

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En un memorable editorial con un título parecido al que encabeza esta reflexión el agudo director del Listín Diario, el fenecido Rafael Herrera, alertaba sobre el hecho de no subestimar la figura y grandeza política de Bosch que decidió abandonar, en noviembre de 1973, al mayoritario Partido Revolucionario Dominicano para formar con el grupito de dirigentes que le siguieron un nuevo partido que sus adversarios se mofaban y denostaban como el PALIDO, por las siglas de la nueva organización, el Partido de la Liberación Dominicana.

El llamado resulta oportuno y viene a cuento ante los insospechados avatares que hoy amenazan con enterrar el legado histórico del fundador del PLD, como resultado, paradójicamente, de inconductas y actuaciones de quienes tienen la mayor responsabilidad de preservar y respetar su memoria.

El discipulado de Bosch, al cabo de varios periodos de ejercicio del poder político puede exhibir con orgullo un absoluto respeto al libre ejercicio de las libertades públicas, que no exista una sola mancha de persecución política en ninguno de esos gobiernos y que al mismo tiempo se hayan realizado esfuerzos, al menos formales, para el fortalecimiento de las instituciones y la independencia de los poderes del Estado.

No obstante se reclama y no sin razón que los discípulos no han mostrado, desde el poder, un solo hecho equiparable a la fuerza ética y la intransigencia exhibida por Bosch ante el privilegio irritante y las denuncias de peculado en el servicio público que asomaron, como lastre histórico, en su efímera gestión de gobierno.

Los gobiernos peledeistas han tenido un desempeño económico sin sobresaltos, materialmente significativo aunque socialmente insuficiente, porque en definitiva la democracia es mucho más que el respeto al ejercicio de los derechos políticos. En la visión de Bosch la democracia política solo cobra sentido si al mismo tiempo es garante de la democracia económica y propicia la justicia social. En esa dirección las ejecutorias de los gobiernos del PLD acumulan una deuda importante en materia de disminución de la desigualdad y asegurar calidad de vida a toda la población.

La oposición política, que no puede exhibirse en casa de cristal, intenta endosarle al liderazgo del PLD el auspicio de una estructura mafiosa desde el gobierno y una intención dolosa a sus ejecutivos, lo que no es cierto, sin embargo la percepción en segmentos importantes de la población sensata y no partidista sobre la existencia de prácticas corruptas en los gobiernos morados, se ha acrecentado en los últimos años y tal presunción se agrava ante el manto de impunidad y la tara de perdonavidas con que se estigmatiza a los gobernantes peledeistas.

Una crisis de credibilidad que se asienta ante una conducta débil o ambivalente de combate y sanción al delito y defensa del patrimonio público, podría dejar al partido de Bosch en serias dificultades para sostenerse en el poder e históricamente desacreditado. Peor aún si no queda claro que cualquier acción dolosa de un funcionario en ejercicio lo compromete intuito persona y no a todo el cuerpo, ni del partido ni del gobierno como tales.

Es pertinente y urgente que desde la máxima dirección del Partido y del gobierno se empeñen en demostrar fehacientemente a la opinión pública y a toda la sociedad que “el desenfreno de una oveja no daña todo el rebaño”, sobre todo si se le identifica y recibe el castigo condigno, pues de lo contrario se tendría que cargar con el fracaso y la vergüenza histórica de la apostasía de que no fueron sus detractores, sino quienes deben emularlo, los que patearon la magnífica obra política, ética y patriótica de Juan Bosch.

 

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