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25 de abril 2024
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OpiniónClemen García DClemen García D

Manifestaciones de violencia en la relación de pareja

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Guido hizo una pregunta a Ivonne, su compañera de los martes en Ideas Encontradas, más o menos así: “Ivonne, olvídate de tu condición de periodista y respóndeme como mujer. ¿Ustedes las mujeres, no perciben en el trayecto de la construcción de la relación, manifestaciones de violencia en la pareja?” Ocurrió en el programa del pasado 10 de noviembre, que se transmite a las 7:00 pm por TeleRadio America.

Esto, a propósito de las noticias publicadas sobre los feminicidios de los últimos días, cuya alarma destaca la cantidad de menores asesinadas por sus parejas, hombres tan mayores que podrían ser sus padres o abuelos.

Esperaba otra respuesta de Ivonne. Él apeló a su condición de mujer, no de periodista que maneja información y estadísticas locales e internacionales. Me hubiera gustado que agarrara al toro por los cuernos y llamara las cosas por su nombre.

Porque las estadísticas no reflejan el grado de vulnerabilidad emocional de las víctimas. Y claro, eso arrastra un cúmulo de deuda social por parte del Estado: educación, oportunidad de empleo, seguridad social y ciudadana, salud, falta de institucionalidad, etc.

La mayoría de estos casos suceden en barrios de niveles socioeconómicos bajo o muy bajo, de mucha pobreza. Se publican sin filtro, sin respeto a los involucrados ni a sus familiares, porque además, a ellos mismos les interesa “salir” en la televisión, el periódico o las redes.

No quiere decir que en clase media o alta no exista manifestación de violencia. Esa es distinta, pero igual de cruel. No se publica porque su manejo es de otra índole. El drama que se destaca en esta oportunidad es que, a medida que avanzamos las víctimas son cada vez más jóvenes.

Sin deseos de justificar a ningún género en particular, pero, ante tanta injusticia social hay que sobrevivir. Y ellas lo intentan por su propia vía. Las víctimas jóvenes generalmente inician la “relación” a partir de una necesidad y buscan quién la satisfaga.

A mayor edad en el agresor mayor deterioro sexual y cognitivo. La combinación de alcohol o drogas con sildenafil para demostrar ser descendiente de Príapo, los celos, amenazas, intimidación, acecho, etc., son manifestaciones expresas que dan la alarma de estar ante una pareja violenta.

Cuando a una persona con patologías de violencia se le rechaza, su esquema cognitivo no lo acepta. Para el rechazado la ruptura significa frustración, una estocada a su virilidad y personalidad machista.  Peor si descubren que hace rato fueron sustituidos. Una humillación, cuya consecuencia termina casi siempre con un desenlace dramático.

Al final, las mujeres sí advertimos el riesgo que corremos. La mayoría de las veces lo denunciamos, pero no surte el efecto deseado. Otras veces, lo escondemos por temor a que nuestro entorno familiar y social descubra la enfermiza relación que mantenemos, miedo al qué dirán.

El amor no está presente en estos asuntos, porque donde hay violencia o signos patológicos anómalos no puede existir otra cosa que no sea el desencadenamiento agresivo.

Muchas variables están en juego en este drama humano, y se han podido documentar en importantes estudios publicados de casos de la vida real. Conciencia y educación obviamente juegan un papel fundamental como intento de una sociedad más justa e inclusiva.

 

Por: Clemencia García Damirón

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