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13 de mayo 2024
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OpiniónJuan PolancoJuan Polanco

Los jóvenes debemos participar en política

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En las calles del país se siente un anhelo de cambio, pero pocos se atreven a accionar. La República Dominicana, geopolíticamente hablando, está ubicada en el centro del comercio de América y es la mayor joya de El Caribe.

Pero la corrupción y los índices de criminalidad que alejan la inversión en la parte oriental de la isla de Santo Domingo, son elementos que detienen el desarrollo del país. Al final de cada gobierno, sin importar ideología o período, por no satisfacer las simples necesidades del dominicano, cada mandatario culmina con un índice de popularidad muy bajo.

Los casos de corrupción no solo afectan la imagen de los políticos y organizaciones partidarias, sino que deja mucho por decir de la sociedad afectada. En muchos casos, esta es sumisa, perversa y corrupta. Aunque la minoría es la que exige y dirige vituperios en contra del injusto, no es suficiente para transformar un país y superar los desastrosos servicios que se ofrecen en los países latinoamericanos donde la población aún mantiene la mentalidad retrasada.

Entiendo, además, que es difícil avanzar cuando la peculiaridad de muchos dominicanos y dominicanas gira en torno a la insensatez, la vulgaridad y la terquedad. Es imposible progresar mientras muchas mujeres hacen descansar el sentido crítico y racional a una sola representante; es inalcanzable e inviable el sueño de un mejor país, mientras los hombres se dejan dominar de los sentimientos malandros cuando quieren demostrar que son racionales.

Parece completamente difícil entender que no podemos avanzar mientras las acciones contra la violencia de género son insuficientes y, peor aún, que exista. Los programas concretos tienen fundamentos y se realizan a base de estudios que identifiquen las reales causas. Si existen centros de salud públicos y privados para atender casos de violencias, pero la sociedad dominicana no está satisfactoriamente educada para cumplir con el debido proceso de atención. El régimen de consecuencia también es necesario para contrarrestar y disminuir los índices de violencia en la República Dominicana.

La juventud dominicana tiene un alto compromiso en estos momentos, en la cual nuestra sociedad está en crisis de valores. Hace falta honestidad, transparencia, responsabilidad y amor por el servicio en el Estado dominicano. Dicho lo anterior, debemos y necesitamos incursionar en la política, para luego demostrar que se puede ser íntegro en cualquier cargo público.

Lo expuesto debe ser compartido y hacer entender a los dominicanos que debemos ser efectivos cuando requerimos un cambio verdadero. La promoción de una educación basada en principios y valores nos conducirá a todas a la sostenibilidad y bienestar colectivo de toda la nación.

 

Es deber de todo joven culturizarse para transformar. Es necesario involucrarnos en la política y promover espacios de distintos debates, pudiendo ser un tema histórico, cultural o político. Los jóvenes se empoderan cuando están dispuestos a investigar problemáticas y con los resultados arrojados dirigir propuestas. Es de urgencia que todos participemos en actividades sociales, culturales y políticas.

En la actualidad, el joven capaz, crítico y analítico, debe ser un patrón ideal para mantener la estabilidad económica del país. Además, debemos ser eficientes para controlar la tendencia consumista que rige e impera en cada rincón del país.

Si los jóvenes no estamos educados, puesto que el futuro de nuestro país descansa en nuestras manos, es difícil reducir la pobreza en la sociedad y la distribución de las riquezas no será eficiente ni responsable. Por lo tanto, debemos analizar y ser críticos antes de ser parte de los distintos gobiernos que vendrán, y no sólo basarnos en la política fiscal que se basa en crear más impuestos y menos transparencia con nuestros propios recursos.

Si poseemos un alto grado de educación, cultivando el intelecto necesario para ser un líder en la sociedad, los programas públicos del Estado serán suficientes para abastecer las necesidades básicas de los dominicanos y dominicanas: salud y educación de calidad, energía eléctrica, acceso a agua potable, seguridad, entre otros. Un ser cívico es imprescindible para reducir los índices de corrupción e impunidad, pero no logramos el objetivo sin una calidad educativa. Mucho menos si la juventud no está preparada y no quiere ser partícipe de la política. Por eso y demás razones, los jóvenes debemos estar en política y servir desde ella.

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