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14 de mayo 2024
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OpiniónClemen García DClemen García D

Lino: una mirada a la masculinidad contemporánea

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Desde el constructo de la masculinidad se asocian una serie de características que conforman el género, propias de lo que la sociedad “espera” del varón. Lo físico, por ejemplo. Musculatura, fuerza, virilidad y hasta violencia. Incluso la exhibición de lo que a nosotras se nos prohíbe. Como dicen: cosas de hombres.

Obviamente, masculinidad y machismo no deben confundirse.

Lino es un amigo cercano, compañero de diversas tareas en las que la vida nos ha reunido desde hace muchos años. Nos conocimos en un proceso en el que él fue cabeza ejecutora del mismo, con una capacidad de trabajo y entrega indiscutibles. Maneja su área, sin duda alguna.

A partir de entonces nuestra amistad y compañerismo se solidificó producto del respeto y confianza que se generó en cada una de las sesiones de trabajo.

Recientemente, luego de realizar una serie de estrategias en busca del logro exitoso por una tarea encomendada, nos reunimos para revisión de resultados. Análisis crítico desde todo punto de vista. Pasamos revista, incluyendo detalles que probablemente no detectamos en el juego de la negociación.

La masculinidad de antaño prohíbe todo rasgo de emotividad y exhibición de la afectividad. Es cosa de mujeres, decían.

Pues esa tarde, Lino tuvo la mayor y más valiente expresión que hombre alguno pudiera hacer en su vida. Café y agua como testigos, hizo catarsis de lo que ha significado su vida laboral y personal en conjunto. Porque ha mezclado, y sí, le ha traído consecuencias inesperadas.

Visiblemente comprometido con su causa, pasó balance.

Admitir que durante el trayecto tomó malas decisiones que afectaron tanto la parte laboral como personal en su vida es ser valiente. Pero lo más valiente de todo fue expresar el agradecimiento por la oportunidad que ha tenido de reivindicarse, la confianza depositada por sus seres queridos para empezar de nuevo.

El empeño que pone en recuperar el tiempo perdido, sobre todo, en aceptar que, así como en lo laboral, también en lo personal hay procesos que toman tiempo. Se ajusta y adapta a la dinámica que llevan para fortalecer el vínculo primario.

Es una persona preparada, experta en su área profesional, dedicado desde años a fomentar la buena práctica y mejora continua en procesos de bien colectivo que implican seguridad nacional.

Con sus quince minutos de catarsis, Lino jamás perdió ante mis ojos su condición de varón. Al contrario, la reforzó. Hoy lo admiro y respeto más que antes. Primero, por el acto de expresarse. Y segundo, porque me hizo merecedora de su confianza.

Valoro su emotividad, el respeto que muestra a lo que hace y a su vida misma. Se encuentra en plácido reencuentro con él mismo, organizando nuevas estrategias de supervivencia, abrazado a sus dos causas morales: productividad y familia.

Los sentimientos y emociones no tienen género ni sexo.

Dios con todos nosotros.

Por:  Clemencia García Damirón

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