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2 de mayo 2024
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OpiniónCristina MendozaCristina Mendoza

La peligrosa Posverdad

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La primera vez que escuché el término posverdad, fue en mis primeros años de universidad a boca del   maestro Luis García, una de esas personas que no se olvidan, porque te enseñan más que teoría y te llevan a cuestionar todo, podría decir incluso que gracias a su enseñanza aprendí a ser autocritica.

Para ese entonces (2014/2015) me parecía un poco exagerado hablar de la posverdad, porque estaba convencida de que difícilmente podría superar a la verdad misma. Hoy entiendo lo equivocada que estaba y lo ingenua que era.

Es bueno aclarar que, esta palabra hace referencia a que los hechos objetivos y reales tienen menos credibilidad o influencia que los sentimientos y creencias de los individuos al momento de formular una opinión pública o determinar una postura social.

Dicho de otra manera, la posverdad es una distorsión de la realidad que se hace de manera deliberada, es decir, intencional. Se emplea para señalar aquellos hechos en los que son más influyentes los sentimientos o creencias personales que los hechos en sí mismos.

Es decir, las mentiras se asumen como verdad porque así lo siente un grupo determinado y la defiende desde sus emociones o creencias.  Por supuesto, la extensión de la posverdad ha sido posible gracias a las redes sociales, donde cualquier persona puede emitir una opinión sobre un hecho basándose en sus sentimientos, difundirla y arrastrar a un colectivo a creer lo mismo.

Personalmente creo que esto es lo que la hace peligrosa, el que actualmente las personas de mediana o gran influencia difunden información, dejando de lado la objetividad y atrayendo a los usuarios que no reconocen o no saben distinguir entre una noticia real y una falsa, a creer su perspectiva de algún hecho, sea esta real o no.

POR CRISTINA MENDOZA

*La autora es periodista

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