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4 de mayo 2024
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OpiniónHuberto Bogaert GarcíaHuberto Bogaert García

El sexo: algo natural que se puede mejorar

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Tratándose de algo íntimo y personal, secretamente observado y sometido –en mayor o menor grado- al pudor, resulta evidente que el sexo pertenece al individuo, a su cuerpo. Sin embargo, el sexo no es una realidad corporal simple.

 

Desde el punto de vista biológico, es necesario distinguir:

  1. El sexo genital externo: las hembras tienen una vulva y los varones un pene.
  2. El sexo gonádico: las hembras tienen ovarios y los varones testículos.
  3. El sexo cromosómico: las hembras son XX y los varones XY.

 

Sin embargo, desde el punto de vista psicológico, el motor de la actividad sexual es el deseo. No se puede negar la participación del sistema nervioso, de la actividad glandular y de la fisiología de los órganos de la reproducción en la actividad sexual. Pero no es menos cierto que la intensidad y el estilo de esa actividad dependen de la fantasía.

 

La fantasía, aunque se relaciona con la actividad cerebral, no es exclusivamente orgánica; depende de la comunicación que se establezca y de los patrones de conducta que el individuo ha aprendido. Son esos patrones de conducta, esas formas de responder, las que pueden cambiarse sin que la naturaleza bioquímica del cuerpo tenga que ser sometida a la influencia de un medicamento o de una intervención quirúrgica.

 

El sexo es una realidad natural, que se puede mejorar. Su rendimiento aumenta con el aprendizaje. En ese sentido, puede ser conveniente:

  1. Aprender a controlar el orgasmo,
  2. Aprender a “dejarse llevar” por los impulsos,
  3. Romper con los círculos viciosos que provoca el stress y la hiper-reflexión (el “dar mucha mente”). Estos círculos viciosos producen síntomas; y cuando se rompen esos círculos viciosos, el individuo se libera de esos síntomas.

 

El sexo es natural y aprendido. La calidad de la vida sexual se reduce con los traumas y las inhibiciones, y aumenta con el aprendizaje y la amplitud de la conciencia. En ese sentido, conviene distinguir el sexo “gourmet” del sexo “gourmand”. El primero es personal y selectivo, acorde con las afinidades electivas y con la sensibilidad afectiva. El segundo es esencialmente cuantitativo e impersonal.

 

Conocí a un hombre joven que empezó a sufrir de impotencia, por no darse cuenta de que, siendo “rico”, no debía vivir el sexo como un “pobre”. Pensaba que su edad de oro había sido la adolescencia, porque en esa época ni las domésticas más “inconsecuentes” escapaban de sus garras.

 

Este paciente recuperó su “juventud” y despertó su “naturaleza” cuando se dio cuenta que tenía el derecho y el deber de estimularse con ciertos encantos personales –comprensión, inteligencia, tacto, experiencia, afinidad, empatía, etc.-, que en otros tiempos él no podía apreciar. Siendo “rico” se exigía un rendimiento sexual como si fuera “pobre”. Y lo que tenía que aprender, simplemente, era que no debía exigirse tanto. Que, por el contrario, debía ser más selectivo y más consecuente con su edad y con su nuevo estatus.

Por: Dr. Huberto Bogaert García

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