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26 de abril 2024
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OpiniónJosé Manuel Castillo BetancesJosé Manuel Castillo Betances

El riesgo de retroceder 

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América Latina y el Caribe, muy a pesar de la década dorada (2002-2014), de los gobiernos progresistas, era de expansión y crecimiento económico y reducción  de la pobreza “del 45,4% al 27,8%,  y la pobreza extrema de un 12,2% a un 7,8%”; (CEPAL, 2019). Aun  sigue siendo la región más desigual del planeta, donde “el 76,8% de la población  regional  pertenece a estratos de ingresos bajos o medio-bajos”[i].  Ello, se ve acentuado ante las notables pérdidas de reivindicaciones sociales como consecuencia del desplazamiento del poder de los gobiernos que apostaron a la superación de la desigualdad y la pobreza en la región. Generando un retroceso incrementando la pobreza a 191 millones, con el agravante de 72  millones padeciendo pobreza extrema en 2019.

La superación de la desigualdad como problema estructural del desarrollo pasa por la compresión del modelo socioeconómico que rige la sociedad, y que si bien en el caso de algunos países, ha producido ciertos avances, no así ha ocurrido en el marco de la región que se erige como la de mayor iniquidad en el mundo. En particular, República Dominicana (RD), aunque aparece como uno de los seis países que ha tenido logros en materia de mejoría de la calidad de vida de la gente; debe continuar conquistando espacios en materia de equidad distributiva y en la sostenibilidad de la protección social, para superar el flagelo de la desigualdad.

RD, siendo parte consustancial de una América Latina donde existe la brecha más grande entre el rico más rico y el pobre más pobre. Iluminada en el supremo interés de seguir avanzando por una sociedad más justa e inclusiva, con mayores niveles de bienestar, viene articulando acciones dentro del marco de planes de gobiernos enfocados a superar los flagelos de desigualdad y pobreza con resultados satisfactorios en diversos indicadores sociales.  Liberando de la pobreza a más de tres millones de personas y alcanzando elevar su esperanza de vida de 67 a 75 años en las últimas dos décadas. Siendo la mujer dominicana la más beneficiada con un promedio de vida de 77 años;  superior a la media de América Latina y el Caribe “(75,2 años);  más elevada que en Asia (73,3) y África (62,7), aunque se mantiene una brecha respecto a Estados Unidos (79,2) y Europa (78,3)”[ii].

Así, la administración peledeísta ha generado en los últimos ocho años más de un millón de empleos, teniendo un gran impacto en la  reducción de la pobreza, especialmente en la zona rural con su indiscutible aporte a la seguridad alimentaria. Logrando en gran medida poner la economía al servicio de la gente, visión que ha  inspirado el estilo de gobierno del presidente Danilo Medina.

En la marcha por dignificar la vida de los que menos pueden, el presidente Medina colocándose por encima de la comodidad del palacio, llegó a los rincones más apartados del país con su emblemático programa Visita sorpresa, que ha provocado una revolución en el campo, con miles de millones de préstamos blandos, asistencia técnica y asesoría en materia producción y comercialización. Logrando que RD se haya convertido en una de las pocas naciones en el mundo cuya producción  cubre más del 85% de su demanda interna de alimentos.

La desigualdad debe ser vista en función de derechos que la estructura de poder no es capaz de garantizar a sus ciudadanos. Entre estos destacamos el derecho a la educación, la salud, vivienda, trabajo, seguridad y otros. Tal apreciación nos motiva a valorar al PLD como el partido que mayor aporte ha hecho a la conquista de reivindicaciones sociales,  para el desarrollo de las comunidades de menores ingresos en la RD.

El gobierno del PLD en su afán por aportar a la reducción de la desigualdad y romper con el ciclo intergeneracional de la pobreza, da curso a la revolución educativa, elevando las inversiones en educación a un 4% de su PIB, apostando a mejorar la calidad de la misma y a proveer a los estudiantes de escasos recursos de las condiciones básicas de alimentación y espacios educativos de calidad.

Otro factor clave, para superar la desigualdad es la salud del pueblo. El PLD ha sumado a una mejor salud al hacer posible que más del 80% de la población de escasos recursos pueda acceder a un seguro universal de salud con una amplia cobertura de 1 millón de pesos, incluyendo las enfermedades catastróficas. Ello, sumado a la construcción de una red nacional de hospitales modernos, equipados de primer nivel.

Uno de esos derechos fundamentales es la falta de una vivienda decente,  lo que refleja con mayor crudeza la pobreza de una familia. Vivir en hacinamientos y lugares de alto riesgos es típico del subdesarrollo que lacera la vida ciudadana en  América Latina y el Caribe.

El PLD es la institución política que más ha construido soluciones habitacionales, para el pueblo. Teniendo como símbolo la ciudad Juan Bosch, y coronándose con la solución de un suburbio que era un distintivo de la crueldad humana, “la Barquita”. El presidente Danilo Medina respondió al llamado de un pueblo en agonía y resolvió dándole vida a cientos de familias que allí agonizaban. En este mismo contexto debemos saludar la propuesta del candidato del PLD, Gonzalo Castillo de construir 100 mil nuevas viviendas, para familias de escasos recursos y clase media.

En la década de los 90 el suministro de energía eléctrica era uno de esos grandes derechos conculcados, donde el apagón era una constante espantosa. Han pasado técnicamente veinte años,  y  debemos reconocer que el PLD enfrentando grupos de intereses, ha sido el que más ha sumado a la solución definitiva de este gravísimo problema. Punta Catalina constituye un aporte trascendental, para que el pueblo tenga acceso a una energía de calidad y más barata. El mandatario Medina ha tenido la valentía de decir basta ya, “es tiempo de que el pueblo reciba una energía de calidad a un precio justo”.

En la búsqueda constante de la igualdad nos cruzamos con el derecho al trabajo decente;  donde los gobiernos del PLD, han sido los garantes del crecimiento y la estabilidad económica en el país; permitiendo generar millones de empleos, propiciando el empleo formal y haciendo posible mejorar las condiciones laborales y de ingresos en el sistema productivo nacional. Habiendo creado y desarrollado el Ministerio de Administración Pública,  una de las instituciones más prometedora en el resguardo de los derechos y deberes fundamentales del servidor público, lo que ha elevado y consolidado la transparencia y eficiencia en el sistema burocrático dominicano, permitiendo además,  certidumbre en la carrera administrativa y mejores condiciones, para el retiro y una vejez en paz.

Otro de esos derechos vitales lo instituye el transporte público, sector que amerita una revolución. Sin embargo, el PLD ha mejorado notablemente esta área, poniendo en mano del pueblo uno de los sistema de metro más moderno y seguro de la región, acompañado del teleférico y la OMSA, a precios altamente asequible a los sectores populares.

Una de esas grandes conquistas a la altura del decoro de un pueblo dominicano heroico lo constituye la dignidad diplomática que ha exhibido el país en los últimos años. Y que le ha permitido defender la soberanía nacional con la mayor gallardía y valentía enarbolando principios y valores patrios innegociables, para la Patria de Duarte, Sánchez, Mella, Juana Saltitopa, Luperón, Caamaño y Juan Bosch.

No obstante, los avances incuestionables que hemos vistos en estos últimos años con notables mejorías en muchas áreas de la vida humana, procurando proveer al pueblo dominicano el derecho a vivir en un ambiente sano,  seguro, aún queda mucho por hacer. Es por ello, que para profundizar y consolidar los avances, la opción inequívoca es el PLD y su candidato Gonzalo Castillo, quien ante la crisis de la terrible pandemia ha mostrado su alta capacidad gerencial y su inquebrantable vocación solidaria.

Es propio reconocer que la desigualdad por su carácter estructural tiende a reproducirse y acentuarse cuando se generan déficits de políticas públicas focalizadas a superar las relaciones asimétricas por parte del Estado; riesgo que corre el país ante la amenaza del eventual regreso de un sector político que en su gestión pasada, (2000-2004),  sumergió a RD en la más profunda crisis económica y social de los últimos tiempos. La penuria y la brutal desigualdad tan longeva como la existencia misma, puede de nuevo golpear al país con mayor énfasis ante la improvisación, la quiebra económica y falta de atención de derechos fundamentales.

El PLD continúa aportando a la construcción de una sociedad democrática, inclusiva, inspirada en principios de igualdad, noble tarea con la que está altamente comprometido. De ahí, su impronta en procura de elevar la productividad y diversificar la matriz productiva con vocación exportadora en un proceso de transformación del tejido productivo nacional basado en una producción con mayor valor agregado. Lo que ha hecho posible el milagro de RD, de mantener niveles de crecimientos económicos sin precedentes en la región. Sin una adecuada generación de riquezas, no solo material, sino también espiritual y cultural,  no es posible desarrollar planes de impacto social, razón que valida el mantenimiento en el poder del partido que sabe como generar riquezas para la nación.

Si cambiáramos de rumbo en medio de la tormenta el retroceso en el contexto económico y social sería catastrófico;  pero el riesgo más degradante radica en la pérdida de valores humanos, costumbres y tradiciones ante la embestida de la peligrosa ideología de género que se implantaría, y que  responde a un plan internacional para subvertir el orden social de los pueblos a los fines de  arrastrarlos a situaciones no propias para la integridad familiar, especialmente la familia dominicana de alta espiritualidad cristiana. Además, la República podría caer bajo las alas del crimen organizado con su impacto destructor, para el sosiego y La Paz nacional. Y lo peor, nos amenaza un cambio en la política migratoria que alteraría el balance adecuado para el sostenimiento como nación.

El PLD en cambio, ha defendido la integridad de la nación sin caer en los extremos, y aunque toda obra humana no es perfecta, su impronta nos indica que sigue siendo la organización correcta para dirigir los destinos de la nación. Es por ello, que el pueblo dominicano sabio, una vez más el 5 de Julio, se levantará como el águila por encima de la tempestad y acreditará al PLD por ser un símbolo de estabilidad, solidaridad y progreso en América Latina y El Caribe.

 

Por José Manuel Castillo Betances

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