La situación política dominicana es un caso de estudio con muchas variables. Tenemos un país que ha experimentado un fuerte crecimiento económico en los años recientes, un promedio del 5.1% anual entre 2008 y 2018 para ser más específico. A pesar de lo antes explicado, vivimos en un sistema con grandes desafíos, entre ellos la gran incertidumbre en torno a la situación política actual.
Comencemos por describir el panorama. Nos encontramos con dos partidos tradicionales/mayoritarios, ambos en la actualidad están divididos en facciones y candidaturas, pero con algo en común: poca credibilidad.
Por otro lado, vivimos en una especie de “selva de cemento” con violencia generalizada, robos y asaltos a la orden del día, corrupción normalizada e impunidad casi absoluta y con servicios de educación, salud y vivienda en sus peores momentos.
A pesar de las grandes movilizaciones y el uso de los medios de comunicación alternativos, todavía no hemos logrado como sociedad acciones contundentes contra un sistema donde quienes están llamados a representarnos, solo responden a sus intereses personales.
Para mayo del año 2020 escogeremos nueva vez nuestras autoridades. Tenemos en un escenario electoral que hasta el momento se torna totalmente incierto. Ya no es un secreto que el oficialismo está dividido, uno que tiene aspiraciones de seguir y el otro con las de volver al poder. Esto trae como consecuencia una lucha interna que mantiene en vilo al país.
Mientras se define si habrá o no reforma constitucional para habilitar al presidente Danilo Medina y pueda ser candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en las próximas elecciones, conviene hacer una proyección de posibles desenlaces.
¿Qué es lo que puede pasar?
Si a lo interno se decide que proceder con la reelección, se supone que al llegar al Congreso el proyecto de modificación constitucional se debe agotar un proceso. En el Senado no sería muy difícil de aprobar porque el danilismo cuenta con la mayoría simple. El problema estaría en la Cámara Baja, donde los leonelistas y perremeístas podrían frenar el proyecto que busca eliminar de la Constitución el artículo que impide al presidente Danilo Medina optar por un tercer mandato.
En lo personal, al parecer, ambos están políticamente descalificados. Danilo lleva dos períodos presidenciales consecutivos, su gobierno sencillamente no ha ido más allá de las expectativas creadas por su maquinaria mediática, los dominicanos aún no ven reflejado el gran crecimiento económico generado, ni siquiera con el acceso a los servicios básicos y eso resulta alarmante, (ni hablar de la corrupción y la impunidad en todas las esferas de poder).
De su lado, Leonel, aunque su sed no ha saciado, luce políticamente desgastado, pero aun así no tiene ánimos de dar paso. Sencillamente ya conocemos su oferta.
En el caso de la oposición liderada por el Partido Revolucionario Moderno (PRM), lo ideal sería que el PLD se divida. Si pasa la reforma, que Danilo sea el candidato del PLD y compitan tres candidaturas fuertes (Danilo, Abinader y Leonel), el desenlace podría ser una segunda vuelta.
Esa coyuntura sería aprovechada por la fuerza política que tenga la mayor capacidad de hacer alianzas y aprovecharse de la división del partido oficialista para derrotarlo en las urnas en mayo del 2020. La otra opción es que el danilismo seda y Fernández sea el candidato, ahí cambiaría un poco el asunto. Todo se resume a una posible división o una tregua para permanecer en el poder.
Ahora bien, ¿qué es lo que realmente necesita el país?
Un pueblo como República Dominicana tiene sed de progresar. Eso se ve en cada hombre y mujer que sale día tras día trabajar dignamente.
También se ve en cada joven y estudiante que aspira y trata de superarse socialmente, hasta que se estrella con una realidad con escasas oportunidades. En lo personal, lo veo en mí cada noche que llego a casa y doy gracias porque llegué sana y salva, como si fuera una cuestión de suerte. Es así como en vez de vivir, sobrevivimos.
Siempre he tratado de ver la política más allá de un día de mayo, de vallas publicitarias, de caravanas o de urnas, porque sencillamente es una herramienta fundamental para cambiar nuestra realidad social.
Finalmente, el futuro no es muy alentador pero lo ideal es seguir y sobre todo accionar y participar. Solo eso nos garantizará el país que soñamos. Creo que este es un buen momento para reflexionar si esta es realmente la República Dominicana que queremos.
Y a los “políticos” recordarles que jamás deberían alejarse del corazón del pueblo. En las masas residen quienes los eligen, pero también quienes tienen el poder de castigarlos cuando no hacen las cosas como debe de ser. Por supuesto, ese poder de decisión de los ciudadanos se ve tronchado por ignorancia, producto de la falta de educación y conciencia, y por los programas sociales tergiversados que impulsa el Gobierno.
El sistema de partidos, de todos modos, es lo que garantiza la participación democrática y como tal debemos defenderlo. Ahora bien, también es bueno apuntar que está permeado por una carencia cuasi generalizada en la gran masa de votantes: el sentido de conciencia ciudadana.
¡He dicho!
