El mundo de la diplomacia tiene toda una parafernalia que varía dependiendo la nación en la que esta se desarrolle. En esa vida institucional existen tantos códigos y simbologías como diferentes países hay en el globo terráqueo.
Seguir pie juntilla los cánones y preceptos de la semiótica protocolar determinada, redime a personas de estados verse envuelto en situaciones embarazosas generadoras de comentarios negativos, que inclusive pueden traer enfriamiento y hasta rupturas en relaciones armoniosas entre países.
Si hay una diplomacia con toda una armadura protocolar institucionalizada, esa es la inglesa, la cual se ha puesto de manifiesto durante muchos siglos.
Claro está, los hábitos protocolares varían dependiendo la coyuntura histórica o el momento, y por momentos hasta la conveniencia.
Quizás por desconocimiento o error de su equipo de trabajo o de su avanzada, el presidente norteamericano Donald Trump y la primera dama estadounidense Melania cometieron una pifia garrafal ante le visita que le giraron a la reina de Inglaterra, Elizabeth II.
La prensa mundial ha despedazado a la pareja, destacando que el mandatario norteamericano y la primera dama llegaron tarde a la cita, y simplemente se limitaron a saludar a la reina, sin hacer acto de reverencia, a lo que tenían derecho por no ser ciudadanos ingleses.
Acto seguido, los huéspedes estadounidenses luego en la guardia de honor, Trump caminó por delante de la reina hija del rey tartamudo, lo que viola flagrantemente el protocolo establecido.
Aún ésta “ligera metedura de pata”, por parte de los trump, eso no da pábulo a un distanciamiento de las dos poderosas naciones, una madre de la otra. Un desliz protocolar, en la mayoría de los casos no es óbice para un agrietamiento de las relaciones entre dos países. Pero ceñirse al protocolo establecido es más saludable que su ruptura.
Hay muchos casos en la historia de la diplomacia en la que ha estado presente el alejamiento del protocolo. Por ejemplo, recién coronados como reyes de España, el primer país que visitaron Juan Carlos y Sofía fue la República Dominicana en el año 1976.
En nuestro país la reina Sofía, con esa sencillez y humildad que la ha caracterizado, la soberana rompió el protocolo establecido y en la Puerta del Conde de Santo Domingo, saludó efusivamente a parte del público que allí se reunió.
Enmarcarse en las reglas es más beneficioso que romperlas. Está el caso de la ex canciller suiza y dirigente del Partido Social demócrata, Micheline Calmy-Rey, quien acudió a Irán en una visita de estado en el año 2008. Es mandatorio que para asistir al palacio presidencial iraní, toda mujer debe lucir el burka, o atuendo utilizado por las mujeres islamitas en su cabeza.
Calmy-Rey concurrió a la cita con el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad con el burka, lo que fue tomado por los grupos feministas suizos como una traición a los principios, a lo que Calmy-Rey respondió que sus concepciones de la vida eran las mismas pero que no podía romper el protocolo, y que eso no se viera como un abandono de sus concepciones feministas.
En el caso de los trump, les resulta muy arriesgado desconocer las reglas de estado, pues estos con una gran parte de la prensa norteamericana y mundial que les adversa, mal harían en pasarse por alto los protocolos establecidos.
Autor: Elvis Valoy
