Los residentes del área metropolitana de Nueva York, huérfanos de liderato, nos ahogamos en pretensiones de vida moderna y nos han hecho olvidar la parte curativa del humanismo colectivo.
Cuando los famosos pensadores religiosos nos dejaron como legado el fenómeno del cristianismo, esto formatiza la creencia en alma y espíritu como componentes abstractos del cuerpo y la mente; trajo consigo envuelto, en ese caudal filosófico, la hermandad del ser humano adjunto al pensamiento colectivo no individualista. Sobradas razones existen para sopesar que esos pensadores, arrojaron a nuestras ideas básicas para la supervivencia pacífica, esas premisas descodificadas.
Hemos perdido muchas batallas, pero también hemos ganado mucho dentro del contexto de una sociedad que hoy duerme, al parecer, en laureles. La alcaldía de Manhattan ha perdido la relación con el pueblo-, añadimos que su hijo adoptivo-legitimo, el Consejo Municipal, son componentes de una misma pocilga. Estos fanáticos del retroceso están logrando un propósito común de ahogar los residentes de los cinco Condados olvidándose que nosotros somos los que votamos y pagamos impuestos, – deben ellos pedirnos permiso para modificar las reglas de supervivencia en estos barrios.
Los abusos cometidos por el Alcalde de Nueva York no tienen ningún sentido; las recaudaciones, multas y trabajos de policía de tránsito han subido como velocidad de luz. Los manejos en cuanto a la organización del tránsito están parcializados en prebendas por contratas-a conveniencia-. Por eso en Manhattan no existe un parqueo municipal-, tampoco se ha presentado un proyecto que lo presuma. Cada semana perdemos varios espacios para estacionamiento, en las calles de Manhattan, por una melaganaria culpa de gestión administrativa (no parking).
Las elecciones para Alcaldía y Consejo Municipal están al doblar de la esquina-, ¿Quién votará por ustedes? ¡Sinvergüenzas!
“El desorden del tráfico vehicular guarda propósito secreto,” hacer olvidar el derrumbe de su gestión y matar la esperanza de los humanos que residimos en Manhattan, en sumatoria= fracaso humano.