Esta vez seré, como siempre, directo: el presidente Danilo Medina y el PLD, quiera o no reconocerlo la oposición, ha hecho una obra de gobierno sin precedentes en los anales de nuestra historia contemporánea. Tanto así que, en realizaciones e impacto social –y tomando en cuenta dos períodos-, superó a Joaquín Balaguer -que gobernó 22 años (mas los de cortesano de Trujillo)- y a Leonel Fernández -que gobernó 12 años-. Cierto que enarbolar semejante apreciación histórica sobre un gobierno que expira el próximo 16 de agosto, sólo lo podrá avalar, con rigurosidad científica, el juicio frío de la Historia; sin embargo, que quede esta apreciación -apriorística-personal- como testimonio de un ciudadano que vivió estos tiempos y pudo constatarlo.
Y ese legado no podrá borrarse con piruetas mediáticas y de redes sociales de una oposición que el video que se filtró, entre el pleno de la JCE y los delegados de los partidos, desnudó, de alguno, su rasero politiquero, pues se oyó, clarito, como al unísono, bajo línea partidaria, estuvieron contestes en que había que suspender las elecciones municipales a nivel nacional, para después, tirarle, con razón o sin ella, toda la cuaba -de tal decisión-, al pleno de la JCE. ¡Vaya oposición que nos gastamos!
No obstante, y dejando ese bochornoso capítulo atrás, lo más antidemocrático es la estrategia de esa oposición y su ala minoritaria -ultraconservadora-trujillista- que, bajo el signo del ego-odio-herido, ha querido instalar en la “opinión pública” la percepción perversa y anti-democrática –¿dónde código del perdedor?- de que si el PLD gana, que tiene, a nuestro juicio todas las posibilidades de lograrlo (porque sabe construir “mayoría electoral” y articular alianzas)-, será porque habrá hecho “fraude”, es decir, que en la estrategia de la oposición no se gana con votos, si no, con percepción-bulos de redes sociales y relatos de peones periodistas-teóricos que ya han hecho público sus diagnósticos-advertencias.
Y ese pre-condicionamiento político-electoral-mediático no pueden soslayarlo las misiones de observación electoral que están en el país, pues se supone que a una contienda electoral se va a ganar o a perder (como ha sostenido el candidato Gonzalo Castillo y el PLD); pero jamás a legalizar o complacer manipulaciones mediáticas o aspiración sin sustento en urnas y actas. A menos, como se podría inferir, que se esté apostando a una de dos: a) a boicotear las elecciones; aunque en el discurso político-publico y electoral se diga todo lo contrario-; o b) que, ante el convencimiento de la derrota, se alegue “fraude” y pre-concebidamente se impugne tras el objetivo político-desestabilizador de premeditados litigios hasta desembocar en lo que se quiere y persigue realmente: ¡una crisis de gobernabilidad!
Ya pronto, quedaré avalado o desmentido. Pero…, no se olvide, ¡se gana con votos…!
Por Francisco S. Cruz
