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26 de abril 2024
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OpiniónCarlos Manuel Echeverria EsquivelCarlos Manuel Echeverria Esquivel

 República Dominicana y Centroamérica ante el laberinto haitiano

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Cuando visité Haití por primera vez y en plena Semana Santa me impresionó. Viajé con el propósito de conocer ese enigmático país, completando mi trayecto con una estancia en República Dominicana para cumplir con un compromiso oficial, en esa oportunidad como vice ministro de planificación de Costa Rica.

Destaco que fue en Semana Santa porque los dominicanos saben que esa es una época única para visitar Haití, de un vigor cultural que en otras ocasiones y latitudes no se ve.

Todavía estaba Baby Doc al mando y aunque se sentía un inaceptable autoritarismo, había cierto grado de organización y por supuesto ni visos del terremoto que ha hundido al país. Fue una parada de tres días, dos noches, que me permitió apreciar, en el marco omnipresente de la pobreza extrema excepto en Petionville, una riquísima, aunque poco práctica cultura para el desarrollo.

Pensé en lo complejo que era para un país como la República Dominicana, un país funcional, mucho más desarrollado y moderno que Haití, el convivir ellos dos solitos en una isla como la Hispaniola, como le llaman algunos, tan demográficamente cargada y en el caso de Haití, a niveles tecnológicos tan bajos, con muy poca ciencia para pretender siquiera progresar sostenidamente.

Desde que estudiaba en Boston, EEUU me inquietó el país. Tomé un curso de política latinoamericana que se concentró en Cuba, Haití y la RD. Me quedó grabada la afirmación del autor del libro de texto principal de que gran parte del problema haitiano, es que el país funciona mucho por clanes sociales, que se reparten el poder y acceden a la riqueza que pueda existir uno detrás del otro. Este no es el mejor esquema para desarrollarse y en el África, por ejemplo, donde esa estructura de poder juega un papel vital, ha sido un obstáculo al progreso.

Jamás afirmaría superioridad de una cultura sobre otra. Cada una es lo que es y se da en una circunstancia específica. Sin embargo, si una sociedad escoge el modelo de producción y consumo Occidental, la mejor cultura es la originada inicialmente de Europa y sus expresiones políticas, económicas y sociales a nivel mundial.

Los orientales así lo han entendido y han hecho una amalgama entre sus expresiones culturales y la Occidental que les ha dado un gran resultado. Al África le costó hacer lo mismo y aceptarlo. No es sino hasta en los últimos años que el gigante africano empieza a despertar, porque pareciera se ha decidido por el modo de producción Occidental.

El problema haitiano, humano más que todo, agravado por una situación ambiental que entiendo es pavorosa, es continental y extra continental, pues Francia y otras potencias europeas de antaño, no dejan de tener su cuota de responsabilidad. Sin embargo y como es lógico pensar, la historia nos señala que lo que sucede en Haití afecta la Republica Dominicana casi que de inmediato y más que a cualquier otro país. Al ser la RD un país miembro pleno del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), el tema que nos ocupa se vuelve un tema SICA, por solidaridad e inclusive la propia y legítima conveniencia del Sistema.

En Haití se ha intentado casi que de todo para sacarla adelante. Y si no es la naturaleza que conspira en contrario sentido, es la cultura y estructura organizativa como expresión de aquella la que lo hace.

Los países americanos son una amalgama de culturas, lo que es especialmente prevalente en el Gran Caribe. En el caso de Haití es evidente que la cultura africana de raíces antiguas es la que predomina. ¿Pienso si no será válida el analizar modelos de desarrollo exitosos en el África para extraer de ese estudio lecciones y aplicaciones para Haití?

Por Carlos Manuel Echeverria Esquivel

Datos del autor: exdiplomático costarricense, integracionista y exfuncionario del SICA.

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