Conocido como Mario Vargas Llosa, su verdadero nombre es Jorge Mario Pedro Vargas Llosa, nacido en Arequipa, el 28 de marzo de 1936, o sea que a la fecha tiene 80 años de edad, es un escritor peruano, que adquirió la doble nacionalidad española en 1993.
Considerado uno de los más importantes novelistas y ensayistas contemporáneos, su obra ha cosechado numerosos premios, entre los que destacan el Príncipe de Asturias de las Letras 1986 y el Nobel de Literatura 2010, este último otorgado «por su cartografía de las estructuras del poder y sus imágenes mordaces de la resistencia del individuo, su rebelión y su derrota; el Premio Cervantes en 1994; el Premio Planeta en 1993, el Premio Biblioteca Breve en el 1963; el Rómulo Gallegos en el 1967, y recientemente el Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña 2016, otorgado por el Ministerio de Cultura de la Republica Dominicana, con una dotación de US$40,000.00.
Este escritor peruano-español, ahora bendecido y premiado por las autoridades dominicanas por su defensa a los haitianos ilegales que residen o “dicen” haber nacido en nuestro amado país, ciudadano este al cual se le debe dar también la nacionalidad bi-nacional de dominico-haitiano por esa tonta y absurda defensa, recibe desde 2011, el tratamiento protocolar de Ilustrísimo Señor al recibir de su majestad el Rey Juan Carlos I de España, el título de Marqués de Vargas Llosa.
El novelista Vargas Llosa alcanzó fama en la década de 1960 con novelas, tales como LA CIUDAD Y LOS PERROS (1962); LA CASA VERDE (1965) y CONVERSACIÓN EN LA CATEDRAL (1969); PANTALEÓN Y LAS VISITADORAS y LA FIESTA DEL CHIVO.
Este escritor ha participado en política, y él se autocalifica de defensor de las ideas liberales.
Fue candidato a la presidencia del Perú en las elecciones de 1990 por la coalición política de centro-derecha, el Frente Democrático y perdió de Alberto Fujimori.
Este ciudadano, en ocasión de la sentencia de nuestro patriótico Tribunal Constitucional que sentó el 23 de septiembre de 2013, las bases de quienes son dominicanos, publicó un escrito titulado LOS PARIAS DEL CARIBE, en homenaje a la Señora haitiana, nunca dominicana, Juliana Deguis Pierre quien dijo que nació de padres haitianos en la República Dominicana y nunca ha salido de su tierra natal.
Como ella es hija de haitianos ilegales y la Constitución de Haití en su Artículo 11, señala: “Son haitianos por origen: 1) Todas las personas nacidas en Haití de padre haitiano o madre haitiana; 2) todas las personas nacidas en el extranjero de padre y madre haitianos; 3) todas las personas nacidas en Haití de padre extranjero o si no es reconocido por su padre, madre extranjera, siempre que sea de la raza negra”.
Queda claro, primero, que esta Constitución haitiana es racista, y en segundo lugar, demuestra que la Señora Juliana Deguis Pierre, nunca ha sido dominicana ni tampoco apátrida, pues su Constitución haitiana le dio su propia nacionalidad haitiana.
Sin embargo, Jorge Mario Pedro Vargas Llosa, Marques de Vargas Llosa, tiene la osadía de decir que el Tribunal Constitucional dominicano dictó una sentencia negando la nacionalidad dominicana a todos quienes, como aquella joven, sean hijos o descendientes de “migrantes” irregulares.
El Marques de Vargas Llosa con su osado escrito, lesionando nuestra imagen de país, puso a la República Dominicana en la picota de la opinión pública internacional interesada en tampoco recibir a los haitianos en sus territorios imperiales, y ha pretendido hacer de Juliana Deguis Pierre un símbolo de la falsa tragedia de los ilegales haitianos que quieren ser dominicanos a la fuerza, para de este modo, repetir como loro que estos señores ilegales han perdido su nacionalidad y se han convertido en apátridas.
Señala el ahora condecorado Marques de Vargas Llosa que: “ La sentencia del Tribunal Constitucional dominicano es una aberración jurídica y parece directamente inspirada en las famosas leyes hitlerianas de los años treinta dictadas por los jueces alemanes nazis para privar de la nacionalidad alemana a los judíos que llevaban muchos años (muchos siglos) avecindados en ese país y eran parte constitutiva de su sociedad. Por lo pronto, se insubordina contra una disposición legal de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que, en septiembre de 2005, condenó a este país por negar su derecho a la nacionalidad a las niñas Dilcia Yean y Violeta Bosico, dominicanas como Juliana, e igual que ella hijas de haitianos. Con este precedente, es obvio que, si es consultada, la Corte Interamericana volverá a reafirmar aquel derecho y la República Dominicana tendrá que acatar esta decisión, a menos que decida —algo muy improbable— retirarse del sistema legal interamericano y convertirse a su vez en un país paria. Afortunadamente hay en la sociedad civil dominicana muchas voces valientes y democráticas, de intelectuales, asociaciones de derechos humanos, periodistas, que, al igual que los dos jueces disidentes del Tribunal Constitucional, han denunciado la medida y se movilizan contra ella. Es penoso, eso sí, el silencio cómplice de tantos partidos políticos o líderes de opinión que callan ante la iniquidad o, como el prehistórico Cardenal Arzobispo de Santo Domingo, Nicolás de Jesús López Rodríguez, que la apoya, sazonándola de insultos contra quienes la condenan. Yo creía que los peruanos teníamos, con el Cardenal Juan Luis Cipriani, el triste privilegio de contar con el arzobispo más reaccionario y antidemocrático de América Latina, pero veo que su colega dominicano le disputa el cetro”.
Semejantes y repetidas pateaduras con tan dura bota, no fueron respondidas en el país, ni objeto de ninguna defensa por parte de las autoridades nacionales.
Muy por el contrario, las autoridades nos entregaron un silencio cómplice, unido al perverso deseo e intención de permanencia en el poder y de tratar de convertir a esos haitianos en dominicanos a la fuerza, para así, lograr sus votos, estrategia esta que gracias al fuerte y admirado Tribunal Constitucional y a las racionales y nacionalistas ideas de nuestro Cardenal López Rodriguez, que defendieron nuestra nacionalidad, se les troncharon esas ilusas aspiraciones.
Ahora nuestro amado país que ha sido vilmente pateado por la bota del Marques de Vargas Llosa, le honra besando esa oscura bota, con el premio de unos de los dominicanos más ilustres, nuestro inmenso Pedro Henríquez Ureña.
La sociedad dominicana, debe unirse en un bloque patriótico de repudio a estas pateaduras y mostrar al mundo la indignación que nos han causado este Marques y que nos devuelva el mojado beso que estas autoridades le dieron.
manuel.berges@claro.net.do
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POR MANUEL BERGES HIJO
El autor es abogado y profesor universitario
