Santo Domingo 23 / 31 Soleado
ENVÍA TUS DENUNCIAS 829-917-7231 / 809-866-3480
8 de mayo 2024
logo
OpiniónRafael Rodríguez PérezRafael Rodríguez Pérez

Periodismo vs. Literatura

COMPARTIR:

La literatura es el arte de crear o recrear universos. Y el escritor es un demiurgo que da vida a su mundo sirviéndose de recursos estéticos, subjetividades, detalles, descripciones; única forma de presentar, en su complejidad, el cosmos que ha soñado.

El periodismo, según algunas concepciones que primaron durante mucho tiempo y ahora resultan obsoletas, vendría siendo únicamente la representación objetiva, realista y concisa de los hechos que ocurren en el mundo real, y el periodista un rígido exponente de éstos, huyendo siempre  de los elementos de ficción bajo riesgo de falsear la verdad, volviéndola literaria, subjetiva y poco eficaz para la comunicación.

Contra la literatura, en cambio, se utilizan los mismos argumentos, pero a la inversa. Si una novela está escrita con sencillez, sin las técnicas y figuras literarias, representando un hecho con realismo, entonces se le acusa de periodística, de sucinta, y de no poseer los indispensables valores estéticos para representar al género con éxito.

Lo cierto: la frontera  entre periodismo y literatura ha sido siempre muy confusa. Los que afirman categóricamente que el primero es una deformación de la segunda, y viceversa, corren el riesgo de representar un ridículo público.

La historia de la literatura y el periodismo demuestra que ambos han mantenido una relación de mutuas influencias, intercambiando técnicas y métodos que han terminado por fusionarlos indisolublemente.

El hecho de que muchos escritores se han convertido en periodistas, o viceversa, ha terminado de confundir los límites. Para los escritores, y así lo ha confesado más de uno, el ejercicio del periodismo ha sido una escuela insuperable cuya rapidez, objetividad y disciplina les ha permitido dominar el lenguaje, amén de constituir una fuente riquísima de historias que pueden ser llevadas a la literatura. Y en el caso de los hombres de prensa, la literatura les ha brindado un arsenal de técnicas y recursos imaginativos a la hora de enfrentar, incluso, hechos noticiosos de escasa trascendencia. Es fácil encontrar, por ejemplo, crónicas periodísticas cuyo único valor radica, precisamente, en cómo están contadas.

Para Alejo Carpentier, una autoridad tanto literaria como periodística, no debe haber ningún distingo entre ambas disciplinas, pues tal diferencia es únicamente una cuestión de estilo.  El periodista, parafraseando al autor de El siglo de las luces, usa un estilo elíptico, apretado, el novelista, un estilo analítico, pausado, que acepta la disquisición, las grandes descripciones, y que tiene la posibilidad de volver sobre un hecho y presentarlo desde todas sus aristas posibles.

Otro ejemplo de lo difícil que resulta establecer fronteras entre periodismo y literatura, es la aparición del llamado Nuevo Periodismo Norteamericano. Según Tom Wolfe, uno de sus representantes más ilustres, consiste en ofrecer una descripción objetiva y completa del hecho noticioso, incluyendo elementos que lo completan: la vida subjetiva o emocional de los personajes, información que los lectores tenían que buscar en las novelas o en los relatos cortos.

Un ejemplo perfecto de esta nueva manera de hacer lo constituye A sangre fría, del escritor norteamericano Truman Capote. La novela, que es también un excelente reportaje, cuenta no solo los hechos (cuatro asesinatos en un pueblo de Kansas), sino que ahonda en las causas, las circunstancias y los procedimientos que rodearon el hecho. ¿El mérito?: además de representar la realidad tal cual, utilizó y mezcló técnicas periodísticas y literarias.

Sobre el uso de ambos estilos para representar la vida, el novelista cubano Lisandro Otero afirmó que la literatura resulta a veces excesiva para narrar cosas que pueden decirse mejor con el periodismo, y el periodismo, en muchos casos, es insuficiente. El secreto consiste entonces en decidirse por uno u otro,   o en fusionar, según lo ameriten los hechos; manteniendo despierto el “olfato periodístico”, pero también el literario.

En un artículo publicado en Sala de Prensa, de Mario Castillo Hilario, exdirector del semanario Página Veinte, este afirma que hace algunos años el prestigioso escritor y periodista argentino Tomás Eloy Martínez, se preguntó en una conferencia: “¿Con qué palabras narrar, por ejemplo, la desesperación de una madre a la que todos han visto llorar en vivo delante de las cámaras? ¿Cómo seducir usando un arma tan insuficiente como el lenguaje, a personas que han experimentado con la vista y el oído todas las complejidades de un hecho real?” Y en seguida, él mismo respondió: “Ese duelo entre la inteligencia y los sentidos ha sido resuelto hace varios siglos por las novelas”.

Esta repuesta del autor de Santa Evita, revela la conclusión que puede extraerse de la relación periodismo-literatura: El periodismo debe aprovechar de la literatura recursos y técnicas para narrar hechos noticiosos. Y la literatura debe hacer lo mismo, pues de este mutuo enriquecimiento saldrán las mejores creaciones del futuro.

Comenta

[wordads]