MI PALESTRA.
El país sabe muy bien quién es y que ha sido la Ministra Faride Raful, su papá y su mamá, sus hermanos, su familia toda.
El país sabe quién es Milagros German Olalla, de dónde viene y quienes fueron sus padres y su madre, sus abuelos y sus tíos y sus hermanos.
El país decente no pide ni necesita explicaciones, pero hay una nación lamentablemente alejada del conocimiento y de oa historia, si se quiere cherchosa y hasta se puede admitir que brava por decisiones del ministerio de interior necesarias para el buen vivir y la paz y convivencia del país.
Pero hay una inmoralidad y una perversidad política que andan juntas vestidas de comunicadores, de » periodistas,» influencer y otras denominaciones que han traspasado los límites de la democracia y del derecho a opinar.
Todos los funcionarios comenzando por el presidente de la República y su familia son objetos diarios de difamaciones e inventos productos de defecaciones cerebrales de gente sin moral ni respeto por ellos mismos y mucho menos por los demás, y eso no puede seguir pasando.
Ese estercolero en las redes y algunos otros medios debe terminar porque no es Faride ni es Milagros, somos todos, una sociedad bombardeada las 24 horas del día con malas palabras y acusaciones temerarias y soeces en una especie de asalto diario a la paciencia y la honorabilidad de todos los dominicanos.
Hay que ir entonces a la justicia y buscar su auxilio mientras se busca controlar y someter por medio de la ley a esos que se creen sin ley y sin consecuencias, es muy triste que el respeto y la libertad del gobierno de Luis Abinader sea mal interpretada por los que creen que se les tiene miedo, no es asi no bajaremos a su estercolero, pero si al terreno de la justicia por razones de diferencias entre la materia fecal y los jardines.
Por: Germán Martínez.