Sabemos que “pasar la página” no es fácil pero no solo fue que la suspensión -aceptada al unísono por la oposición (por mas alharacas y pasarela que haga en las calles)- de las elecciones municipales trajo indignación, frustración ciudadana y, más que nada, un precedente histórico-político que ha herido nuestra frágil democracia y el bien ganado sitial de país modelo de consolidación democrática y electoral que, primero, Roberto Rosario Márquez –con sus escáneres–, y ahora Julio Cesar Castaño Guzmán –con su voto automatizado, gerencia deficiente y ningún plan b- han retrotraído.
Sin embargo, y es lo que debe centrarnos y unificarnos como país, es que se ha buscado una salida institucional, incluso, pedida, a voces y desde antes, por la oposición: que la OEA, otros organismos e instituciones internacionales nos acompañen y nos asistan no ya solo como observadores, sino –y como misión independiente y en paralelo- en una investigación exhaustiva y vinculante a los fines de que “…un grupo de expertos lleve a cabo una Auditoria al Sistema de voto Automatizado que lamentablemente no funcionó en las elecciones municipales del pasado 16 de febrero” y “…a efectos de deslindar responsabilidades…”.
En consecuencia, lo que procede ahora es que la oposición, que siempre pidió tal acompañamiento, se repliegue a los causes institucionales, abandone su pasarela callejera-mediática y centre su accionar -político-electoral- en coadyuvar a la realización de las lecciones municipales extraordinarias y reoriente su militancia en el trabajo político de construcción de “mayoría electoral” pues es con votos que se gana y no haciéndole coro a un enanismo político -recurrente, variopinto ideológico (¿?) y folclórico- cuyo interés ya no es ganar o participar de unas elecciones, sino descarrilar el proceso democrático atizando la eclosión de una crisis de ingobernabilidad democrática y, de paso, sembrar caos e incertidumbre en la sociedad dominicana (quizás, quién sabe, procurando algo inconfesable o descabellado).
Toca pues, a la oposición política sensata, o concretamente, a la que lleva la vocería mayoritaria política-electoral -el PRM-, ponerse a la altura de todo lo que está en juego: nuestra frágil democracia, los avances alcanzados, el clima de paz, la estabilidad macroeconómica; y sobre todo, el crecimiento económico que hemos exhibido, por décadas, en toda la región reconocido por organismos internacionales. Obrar contrario, por las razones que fuere –temor a no ganar las elecciones, falta de recursos económicos expreso (lo dijo Faride Raful), o irresponsabilidad política-, la sociedad dominicana se lo cobrará muy caro. Ello así, porque al enanismo político, que ahora lidera un ex presidente –mas una retahíla de rémora ultraconservadora-trujillista y unos “emergentes” o eternos candidatos fallidos que no sacan “una gata a mear”-, hace rato que perdió su otrora mesura y el sentido de su realidad política-electoral. ¡Piénsenlo!
Por Francisco S. Cruz
