Santo Domingo 23 / 31 Soleado
ENVÍA TUS DENUNCIAS 829-917-7231 / 809-866-3480
13 de mayo 2024
logo
OpiniónJuan Carlos EspinalJuan Carlos Espinal

 La economía capitalista, 1962 – 2018 , al ritmo político de la dependencia petrolera

COMPARTIR:

Las pérdidas ocasionadas por la intervención del estado en el sistema financiero nacional son literalmente incalculables y es imposible, incluso para las futuras generaciones de dominicanos realizar estimaciones aproximadas de los fraudes del sector privado, pues a diferencia  de lo ocurrido entre 1978 y 1986, el retroceso socio político de entre 1986 y 1995 fue tan importante como las devaluaciones económicas de finales del Siglo 20 y hay que decir que las peores pérdidas se produjeron en las zonas rurales o en ciertos sectores vulnerables de la población, en que no había autoridad pública que pudiera registrarlas o que pudiera preocuparse de hacerlo.

Según las estimaciones mas conservadoras, las pérdidas causadas directamente por la intervención estatal en el sector financiero nacional fueron tres a cinco veces superiores a las de la primera mitad de los años ochenta y supusieron entre 800 mil a 1 millón de dominicanos que se fueron directo a la pobreza y según cálculos fondomonetaristas regresar al estado en que se encontraba República Dominicana al ano 2000, tardara una década más. En Santiago y en San Francisco de Macorís, el número de sucursales de asociaciones bancarias y de crédito – en torno a la producción de la economía de la población- disminuyó. Sin embargo, en mi opinión, todas estas cifras dadas como buenas y válidas por el Banco Central de la República Dominicana y por supuesto, todos esos estudios de opinión realizados por los burócratas neo liberales del FMI, según estimaciones de la Sociedad dominicana de Psiquiatría no son más que especulaciones. La tasa de suicidios, por ejemplo, ha sido muy superior desde entonces al de la primera mitad de la década de 1990, pero en Estados Unidos fueron más elevadas. Sin embargo, todas esas cifras no son más que puras especulaciones.

Los analfabetos en Latinoamérica se han calculado en 90 ó 100 millones, en diversas ocasiones, incluso oficialmente se ha llegado a decir que la economía crece con equidad o incluso hemos escuchado sugerir que avanzamos al desarrollo. De todos modos, ¿Qué importancia tiene para las clases medias y los trabajadores, desde el punto de vista político, la exactitud de los economistas cuando se manejan cifras deficitarias tan astronómicas?¿Acaso el horror de la crisis financiera de entre 2002 y 2004 sería menor si los historiadores jóvenes del futuro  llegaran a la conclusión de que la devaluación exterminó el poder adquisitivo del peso, – estimación aproximadamente original de la realidad a socio económica de la época – y, casi con toda seguridad, exagerada – sino a 50 x 1, incluso en miles de millones de dólares en pérdidas? ¿Es posible captar el significado real de las cifras más allá de la realidad sociocultural de los barrios marginados del país que se ofrece a la intuición? ¿Qué significado tiene para quien lea estas líneas de que los 9.5 millones de habitantes – según el censo – 4 o 5 millones de seres humanos no se incluyen en los cálculos del crecimiento? El único hecho seguro respecto de las elecciones al 2012 es que votaran más mujeres que hombres.

En el país, todavía en 1960, por cada 10 posiciones electivas, específicamente entre los 35 y 50 años, había solamente 1 ó 2 mujeres de la misma edad. Una vez terminada la intervención estatal al sistema financiero nacional le fue más fácil al sistema judicial la reconstrucción de los hechos, más que la vida de miles de dominicanos. La crisis financiera del neo capitalismo dominicano fue tal que el Siglo 21 no nació con proporción alguna de expectativas. Lo cierto es que a partir del ano 2002 todos los conflictos sociales del país los decide el Fondo. La proporción de la población activa total que se enroló en la “chiripa” o el pluriempleo, fue,- en todas partes- del 100 por ciento.

Cabe señalar, de paso, que un desempleo masivo, como el que se registró en el período 2000-2004,- de esas características inflacionarias- durante varios años no podrá mantenerse excepto en una economía industrializada moderna con una elevada productividad y – o alternativamente – en una economía sustentada por la población no beligerante. La economía de mentalidad agraria del Siglo 19  no pudo movilizar la mano de obra local, de manera estacional-, al menos en las zonas templadas montañosas, pues hubo momentos – durante la campaña reeleccionista de Hipólito Mejía Domínguez , en las que se necesitaban todas la manos – durante la recolección – pero incluso, en sociedades desarrolladas, una situación económica similar a la que se produjo entre 2000 y 2004, destruiría el poder de las organizaciones obreras y produciría una inestabilidad social de décadas permanentes.

La crisis social de finales del Siglo 20 fue más masiva que la económica en el sentido psicosocial de la población y en la actividad política significo un profundo retroceso institucional que ha instrumentalizado a su favor un sector importante de la sociedad civil, cuyas consideraciones políticas hasta entonces eran inconcebibles en el curso de la intervención estatal. Por fortuna para el PRD, dada la reducida capacidad de maniobra y el tamaño de la economía dominicana, el PLD triunfó en las elecciones del año 2004, que le permitió incluso superar sus divisiones institucionales, a un alto costo social y económico para la población.

La socialización de la crisis financiera y política del 2003, requería también organización y gestión de supervisión y vigilancia, aún cuando su objeto político fuera la destrucción racionalizada de vidas humanas de la manera técnica más eficiente, como ocurría en las leyes de quiebra dominicanas o quizá, sin exageración, con el atraco a los consumidores respecto de las moras y los cargos por intereses de las tarjetas de crédito de la  banca privada. En términos generales, el fraude financiero total era la empresa social y política de mayor envergadura que había conocido el mundo del lavado de activos hasta el momento, y todo el crimen debía ser organizado y gestionado con todo cuidado.

Ello planteaba también problemas electorales nuevos. Las cuestiones electorales siempre habían sido de la competencia de los jueces, desde que en 2002 se encargaran de la gestión de las urnas, los militares, en lugar de contratarlos esporádicamente.

De hecho, la crisis socioeconómica no tardó en convertirse en una compleja actividad  criminal de mucho mayor envergadura que las bandas juveniles de los barrios, de los años 90´s, razón por la cual, frecuentemente desde el ala militar se suministraban conocimientos y capacidad organizativa a las grandes iniciativas privadas del gran capital, por ejemplo, los proyectos urbanísticos o las instalaciones portuarias.

Sin embargo, el principio político electoral básico vigente en el imaginario del potencial    joven de hoy era que en tiempo de elecciones la economía tenía que seguir funcionando, en la medida de lo posible, como en tiempos de paz y gobernabilidad, aunque por supuesto algunos empresarios tenían que sentir en el año 2012 los efectos devastadores de la crisis del 2003 el sector de los zonafranqueros, de las prendas de vestir, que debía producir prendas a una escala inconcebible respecto de la estabilidad macroeconómica de hoy. Para el gobierno dominicano 2008-2012 el principal problema era de carácter fiscal: Cómo financiar el déficit. ¿Debía financiarse mediante créditos o por medio de impuestos directos y, en cualquier caso, en qué condiciones? Era, pues, al Ministerio de Hacienda al que correspondía dirigir la economía política.

Y es que en la historia política contemporánea no sólo había que tener en cuenta los costos sociales, sino que era necesario dirigir y planificar la estabilidad, y en definitiva toda la economía. Sólo a través de la experiencia lo aprendieron los gobiernos del PRD, en el curso de la primera década del Siglo 21.

Por Juan Carlos Espinal

 

Comenta