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26 de abril 2024
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OpiniónElvis ValoyElvis Valoy

La Cumbre Trump-Xi Jinping y la diplomacia del Panda

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El oso Panda es una especie en peligro de extinción, debido a su baja tasa de fertilidad, alta mortalidad infantil, baja esperanza de vida, proclividad a la soledad, constantes movimientos telúricos en el hábitat de este animal en China, etc. Pero la diplomacia del Panda le ha reportado excelentes resultados a los diferentes regímenes chinos.

Desde 1957 a la fecha, China Continental usa al mamífero plantígrado como señal de buena voluntad y formalización de las relaciones diplomáticas y comerciales con otras naciones. Estados Unidos, México, Taiwán, Reino Unido, etc., han recibido del Partido Comunista Chino su oso Panda, animal que le representa una mancomunidad que marcha a ritmo color rosa.

Aunque en esta oportunidad no hubo oso Panda, la recién finalizada cumbre llevada a cabo en Mar-a-Lago de La Florida entre los presidentes Donald Trump y Xi Jinping de seguro que morigera las ríspidas relaciones de los últimos meses entre China y Estados Unidos, ratificando las armoniosas relaciones de estas dos poderosas naciones, vínculos amistosos existentes durante los últimos 30 años del siglo XX.

Las cantinelas del mandatario estadunidense durante toda la campaña electoral, en las que acusaba a China de ser el factor de la bancarrota norteamericana, habían creado un obstáculo en las excelentes relaciones del país del norte con el Gigante Asiático.

La política de concordia iniciada en 1972, en cuya ocasión tuvo como protagonistas a los presidentes Richard Nixon y Mao Tse Tung, presentó su momento más turbulento durante la contienda proselitista norteamericana pasada, en donde Trump arremetió acremente en contra de China.

El encuentro de las dos naciones más poderosas del globo terráqueo de hace varios días en la mansión del magnate norteamericano en Florida, se realizó en un contexto en el que dos visiones económicas mundiales se contraponen, dejando al descubierto dos aspectos importantes de cara al futuro: Uno (China), la globalización y el neoliberalismo, que tan inconmensurables y excelentes resultados les han reportado en los últimos 25 años; Dos (Estados Unidos), con atisbo de proteccionismo y rescate del espacio perdido, argumentando estar perjudicado en el actual estado de cosas.

Tanto Estados Unidos como China son dos estados punteros en el desarrollo económico. Tan descomunal e inmensa es la economía china, que el país asiático planea invertir 750, 000 millones de dólares en el extranjero en los próximos cinco años, todo eso a pesar de que tuvo el crecimiento más bajo en los últimos 25 años (un 6.7% en el 2016). Su intercambio con Estados Unidos es tan vital, debido a que el 18.1 de las exportaciones chinas se realizan a territorio estadunidense.

Sin embargo, la economía de Estados Unidos no se queda atrás, y esta es tan grande, que supera a las de Japón, Alemania, China y Reino Unido juntas. Sus cifras son inconmensurables. Para el año 2007 el PIB del país de las barras y las estrellas era de 14 billones de dólares.

El poderío norteamericano es de tal magnitud que ni siquiera una guerra económica en el mercado de los precios del petróleo lo sacaría de combate. Durante el año 2006, Estados Unidos produjo 8.3 millones de barriles del oro negro, que comparado con los 9.7 millones de barriles producido por Rusia y los 10.7 millones de barriles de Arabia Saudita demuestran la fortaleza de USA en ese exclusivo renglón del ajedrez mundial.

Los temas tratados en Florida por Trump y Xi Junping fueron diversos y complejos. No solo tuvo la cuestión de la economía presencia en la cumbre, sino que la política también brilló en el encuentro entre ambos gobernantes. Ambos dignatarios abordaron a “calsón quitao” la problemática de Corea del Norte, la cual es una piedra en el zapato tanto para China como para Rusia.

El repentino ataque norteamericano a Siria le reportó favorables resultados a Donald Trump, que busca afanosamente liberarse del impeachment que les quieren crear sectores poderosos del establishment norteamericano para hacerlo saltar del puesto en la Casa Blanca.

Como se le ha querido vincular a Rusia, con el ataque a Siria Trump emite señales de distanciamiento con Putin, quien es un abierto protector de Bachar El Asad, y al mismo tiempo la administración trumpista le toca el tambor de guerra a Irán y pone a Pekín entre la espada y la pared, obligando a esta última a definirse, si seguir sosteniendo a Bachar solapadamente, o abandonarlo a su suerte.

Pero también con el bombardeo a Siria, Trump busca unificar bajo su férula al GOP, partido que mostró división en el congreso a raíz del caso del Obamacare.

¿Y por qué no? Igualmente el mandatario norteamericano coquetea con una reelección que empieza a trabajarla desde ahora.

La raya de Pizarro está planteada y las potencias mundiales definirán su papel de cara al siglo XXI. El encuentro de los próximos días entre el secretario Rex Tillerson y las autoridades rusas puntualizará el futuro de Bachar en Siria. La reunión rusa-norteamericana deslindará puntos de la agenda internacional en la que ambos países tienen desavenencia. Mientras las demás naciones esperan respuestas consensuadas y alejadas de la solución militar.

Más allá del horizonte, el futuro cercano permitirá establecer con exactitud el camino que las naciones más poderosas del planeta tomarán, y si antes que limar asperezas sus relaciones se agriarán, todo eso a pesar de que la gente alrededor del mundo clama por la distensión, que es la vía expedita para la superación de los grandes males que afectan a la humanidad.

 

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