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2 de mayo 2024
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La crisis haitiana

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En términos geopolíticos, los Estados y las fronteras son seres vivientes y como tales nacen, crecen, se desarrollan y mueren. Para poder mantenerse vivos, necesitan materias primas para alimentarse y de este modo sobrevivir y crecer. Por lo tanto, deben luchar por desarrollarse y ejercer influencia, dado que si esto no ocurre, entran en decadencia y podrían llegar a morir. Además, al igual que los seres vivientes, son artífices de su propio destino.

En este sentido, la República de Haití podría ser definido como un país en cuidados intensivos, próximo a morir, siendo el principal responsable de haber llegado a este punto de inflexión. Debido a su proximidad con la República Dominicana (RD), con la cual comparte una isla, su difícil situación tiene efectos inevitables e inmediatos en dicho país vecino. Todo esto porque, como afirma Robert Kaplan, la ubicación geográfica es el telón de fondo de la historia de la humanidad y los Estados son prisioneros de la misma.

Ambos países fueron antiguas colonias europeas y, como tales, son repúblicas jóvenes que se enfrentan a las problemáticas que caracterizan a la mayoría de la naciones del Nuevo Mundo, exceptuando a Estados Unidos y Canadá. No obstante, en las últimas décadas la situación haitiana ha empeorado, pasando de ser la primera república negra de América a ser el país más pobre del continente americano y entre los más pobres del mundo, mientras que RD ha logrado mayores niveles de desarrollo.

Este escenario ha causado una migración masiva de nacionales haitianos que cruzan del otro lado en busca de mejorar sus condiciones de vida. Sin embargo, la parte dominicana sigue siendo un país en vía de desarrollo y, por esa razón, no posee garantías de condiciones de vida digna suficiente, ni siquiera para sus propios ciudadanos; por lo tanto, no logra ofrecer a todos los migrantes haitianos educación, vivienda y atención médica gratuita. De hecho, muchos dominicanos aún carecen de ciertos servicios públicos.

En este sentido, el pasado 20 de septiembre el presidente de la República Dominicana, Luis Abinader, afirmó ante la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) que no hay ni habrá una solución dominicana al caso haitiano, dejando claro que la comunidad internacional debe hacerse cargo e intervenir de manera rápida en ese país, dado que la inestabilidad política y la difícil situación económica de Haití, tienen repercusiones directas e inmediatas sobre los vecinos dominicanos.

En la actualidad, el panorama se ha agudizado debido a la construcción de un canal sobre el río Masacre del lado haitiano, sin el consentimiento del Gobierno dominicano. Como medida disuasoria, el presidente Abinader ordenó el cierre de la frontera por aire, mar y tierra. Siendo un río binacional, dicha decisión es considerada arbitraria y unilateral, dado que constituye una amenaza a la seguridad nacional.

La República de Haití necesita ayuda urgente por parte de la comunidad internacional para poder reconstruir un país deforestado, con una economía de subsistencia, el cual se encuentra sumido en una crisis política, humanitaria y de seguridad, donde faltan los servicios públicos básicos como el agua.

Finalmente, la República Dominicana a nivel internacional es mal vista por el manejo de la crisis haitiana, mientras que, el lado de Puerto Príncipe es victimizado por la complicada situación que enfrentan. Por lo tanto, hay que tener mucha cautela al momento de tomar decisiones al respecto, tratando de salvaguardar la seguridad nacional y la integridad territorial, sin dejarse cegar por los intereses a corto plazo de partidos políticos.

Esto, sin olvidar que, según el derecho internacional, los Estados mandan dentro de sus fronteras y no tienen amigos ni enemigos, solo intereses. A este respecto, está dentro del interés dominicano mantener una relación de cooperación y diálogo con un país con el cual, por causas geográficas, deberá siempre compartir una isla. Por lo tanto, sería conveniente que se presentara como un interlocutor válido e intermediario para el manejo de la crisis haitiana por parte de la comunidad internacional.

 

Por Esmirna Paredes

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