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8 de mayo 2024
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OpiniónRamón SabaRamón Saba

José Enrique García

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Nació el 26 de noviembre de 1948 en la comunidad El Limonal de Santiago de los Caballeros.

Poeta, narrador, ensayista, editor, crítico literario y profesor. Se formalizó profesor en la Escuela Normal de Licey. Realizó estudios en Educación y Letras en la Universidad Pontificia Católica Madre y Maestra, logrando el título de licenciado.  Alcanzó un doctorado en Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid, España. Formó parte del Taller “Littera”.

Fue profesor de Literatura en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. Colaboró como crítico literario en “Isla abierta”, suplemento del diario Hoy, de la que finalmente fue su co-editor. Trabajó como director del Sistema Nacional de Bibliotecas y es miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua. Actualmente es director de la Editora Nacional del Ministerio de Cultura.

 

Entre sus obras más importantes se destacan “Meditaciones alrededor de una sospecha”; “El fabulador”; “Ritual del tiempo y los espacios”; “En el camino a casa”, “Contando lo que pasa”; “Cuando la miraba pasar”; “Huellas de la memoria”; “Una vez un hombre”; “Recodo”;  “Un pueblo llamado Pan y otros cuentos infantiles”; “La palabra en su asiento”; “Juego de villanos”; “El futuro sonriendo nos espera”; “Una vez un hombre”; “Yoryi Morel: Fundador y Fundamental”; “Escribir: ejercicios ortográficos y prácticas de redacción”; “Taberna de náufragos” y  “Arcilla, solo arcilla”. Su bibliografía pasiva es sumamente larga y enraizada en importantes y reconocidos autores, entre ellos Basilio Belliard, Diógenes Céspedes, Manuel Salvador (Doi) Gautier, Franklin Gutiérrez, Emilia Pereyra, Manuel Rueda, Andrés L. Mateo, José Rafael Lantigua y Miguel D. Mena, entre muchos.

José Enrique García ha recibido entre otros importantes reconocimientos el premio de poesía Siboney 1979 por su obra “El fabulador”; el premio Nacional de poesía 1999 por su poemario “Recodo” y en el 2001 obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil con “Enriquito y Serafín”.

Participé junto a José Enrique García en un panel que debatía acerca de la obra de Rubén Darío en el Colegio Babeque de Santo Domingo y en este pude disfrutar del elegante manejo del lenguaje que acompaña en su discurso a este escritor nuestro. Su sensibilidad y su manera de exponer conceptos son armas que esgrime con acierto este maestro nuestro de la poesía y el ensayo.  Junto a nosotros, presentes en este panel, los poetas Víctor Bidó, León Félix Batista y el recientemente desaparecido Alexis Gómez-Rosa.

A pesar de que no he podido descubrir quién escribió la siguiente opinión sobre José Enrique García, no dejo de colocarla en este artículo porque estoy totalmente de acuerdo con ella, valga entonces mi crédito a su responsable: “José Enrique García ha logrado mostrar una obra de un calibre excelente que recoge en sí muchas historias sobre el mismo hombre.

La obra es fiel y conforme con la época y representa al hombre dominicano de finales del siglo XIX hasta los inicios del siglo XX. Era una época en que los hombres vivían para las peleas y para las mujeres y no existía el miedo a la muerte. La ambientación de la obra es excelente y el uso de la lengua también, ya sea la coloquial o la tradicional.

Los conocimientos del autor sobre el dominicanismo son muy buenos y el lector aprende de estos conocimientos. Desde los nombres (Sebastiana, Catalino, Ovidio), hasta los dulces (toto de monja), el autor mantuvo lo veraz en la obra todo el tiempo y se nota que sus conocimientos en historia dominicana y en Lengua Española son extensos. Finalmente, la obra logra cautivar al lector ávido de conocimientos, pero aburre al vago, ya que la atención en cualquier lectura es fundamental. Es en realidad una obra excelente.” (Todo lo antes expuesto se refiere a su obra “Una vez un hombre”).

El poeta y narrador Valentín Amaro considera que desde “Meditaciones alrededor de una sospecha” del año 1977, hasta sus libros más recientes, José Enrique García, viene demostrando que la poesía es llamado y sacerdocio. Su poesía se caracteriza por un acertado ritmo y una vitalidad que encanta. Su canto es una vuelta a esa poesía pura, primigenia, la que se construye cuando el poeta busca en el latir más hondo. Es, sin dudas, una de las voces imprescindibles de la poesía dominicana.

Quiero expresar agradecimiento en este espacio a mis alumnas Emma Carolina Ortiz Lalane, Samantha Rijo y Kamil Edith Pérez Mauricio del Colegio Jaime Molina Mota, por su colaboración en la búsqueda de informaciones para esta publicación.

Concluyo esta entrega de TRAYECTORIAS LITERARIAS DOMINICANAS con un poema de José Enrique García:

EL OTRO

 No lejos de mí, en mi persona,

sin escándalo, está naciendo un hombre.

Aquí mismo, en mis testarudos huesos

echa raíces este hombre,

y con la sangre de mi propio barro

se levanta.

 

Después, lejos de mí,

tomo el cuerpo que alimenté temprano;

se pone mi camisa,

sin permiso toma mis pantalones

y sin permiso también

abre aquella ventana para verse vestido.

Acaba por ponerse mis compañeros zapatos

y echar a andar conmigo y mis vestidos.

Ya muy lejos de mí, oigo cuando se aleja

 alegre, muy alegre de saberse nacido…

Espero que se quede con todos mis cansancios.

Por Ramón Saba

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