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22 de diciembre 2025
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OpiniónFrancisco S. CruzFrancisco S. Cruz

El PLD, sus precandidatos y primarias…

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El PLD, como partido político, esta en su momento mas definitorio de su historia: a) esta compelido, por dialéctica y democracia interna, a escoger, entre sus precandidatos, al que será su candidato 2024; b) por una serie de razones, entre ellas de déficits de gerencia y voluntad política -sobre un padrón auditado y de miembros localizables-, a celebrar primarias abiertas; y c) la democracia interna es la única garantía de cohesión interna de cara a las elecciones nacionales de 2024, pues, para su sobrevivencia, debe ganar o perder con el candidato que las bases o el todo orgánico -el partido- decida en un proceso eleccionario abierto y democrático (no hay espacio o coyuntura para otra modalidad -al menos, de cara al 2024-).

Visto así, compartimos plenamente el pronunciamiento del exvicepresidente Jaime David Fernández Mirabal en el sentido de propugnar por primarias abiertas para la elección del candidato 2024. Y en la misma línea, una vez escogido el candidato/a, articular una política de alianzas priorizando a aquellos aliados confiables y que no minen nuestro voto duro y de membresía en el entendido de dejar, para una posible coyuntura excepcional -probable balotaje-, alianzas imprevistas. Mientras, el PLD está obligado a radicalizar su voto duro -reafirmación de cabeza de oposición- y confrontar, sin dobleces, cualquier intención, abierta o solapada, que procure mermar ese nicho electoral.

Y esa es la única garantía -democracia interna y defensa de su nicho político-electoral- de que el PLD vaya totalmente cohesionado a las elecciones de 2024. Otra cosa o invento, iría contra esos dos presupuestos cardinales y condenaría, al partido, a una derrota no ya coyuntural y de degaste -2020-, sino de crisis orgánica de impredecibles consecuencias.

Para expresar y ejercitar esa democracia interna, el PLD, a diferencia de otros partidos, tiene un amplio abanico de ofertas de figuras y programáticas, que ponen en evidencia pluralidad, diversidad y, sobre todo, un liderazgo presidenciable múltiple y de experiencia de Estado, casi de excepción. Esa es una fortaleza política-electoral que el PLD le garantiza al país y a nuestra frágil Democracia tan necesitada de un sistema de partidos democrático, de relevo y alternancia de figuras de convicción democrática, justamente, en tiempo de relatos-propagandas anti-partidos y el fenómeno, no siempre afortunado, de outsider que está latente, aunque parezca remoto, en nuestro país, en parte, por el descredito de la clase política -que se ha ganado a pulso-; pero también, por una bien orquestada campaña de franja del empresariado, agencias extranjeras y “sociedad civil” para imponer, desde el poder, agendas supranacionales e intereses nacionales corporativos-oligárquicos.

Por ello, es vital y orgánico que el PLD ponga, por encima de cualquier otro interés -incluso, de algunos de su cúpula-, la sobrevivencia del partido y de su democracia interna en aras de desterrar el “dedazo” y los remanentes o visos de la cultura de “candidato eterno” e imprescindible. ¡Ojo pues!

 

Por Francisco S. Cruz

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