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27 de diciembre 2025
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OpiniónFrancisco S. CruzFrancisco S. Cruz

El “fraude electoral” como estrategia política

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Hasta que un ex Presidente no perdió unas primarias abiertas (como sucedió hace unos meses), en el país –y allende los mares- había consenso de que, independientemente de fallas y lagunas en las legislaciones electorales -mas cierta tozudez de su anterior titular-, la institución rectora de planificar, organizar y regentear las elecciones nacionales a los poderes públicos (la JCE) alcanzó reconocimiento público al que todos los actores políticos y la sociedad, en pleno, contribuyó -como a desterrar el fantasma histórico-político-cultural del fraude electoral, tan congénito a los “triunfos electorales” del Dr. Balaguer-.

Pero ahora, de golpe y porrazo (¿…?), el susodicho fantasma asoma, ya no como el clásico pataleo del que pierde (2012 y 2016), si no, como estrategia política-electoral y discurso de una oposición que, por conveniencia coyuntural-electoral o táctica, se presta a correr un relato fantasioso obviando que el mismo persigue, además de descalificar-desacreditar a la JCE, destronar, de la opinión pública, a la franja de la oposición que ha venido liderando -el PRM-. Y en ese juego de estrategia y marrulla mediática, no se descarta que, el que tiene principalía opositora -hasta ahora- quede atrapado en una estrategia de triangulación -fragmentaria- que viene orquestando esa minoría -trujillista-balaguerista-vinchista y anti-democrática-. ¡Pero allá el PRM y su candidato!

Y como la fantasiosa estrategia del “fraude electoral” pretende imponerse, a cualquier precio, en la “opinión pública” -o mejor dicho, en parte de ella-, hay que diferenciar el llamado de variopintos sectores de la sociedad -incluida las Iglesias- desde una preocupación genuina e histórica y en el ánimo de contribuir a adecentar la actividad política y el ejercicio del poder; contrario al corolario inconfesable-mediático con que los creadores-propulsores del fantasma del “fraude electoral” lo están haciendo -con “premeditación y alevosía”- y no en tanto para ganar, pues saben, porque manejan al dedillo los números, que sus posibilidades presidenciales están sepultadas, sino para poner al país, estamos por creer -dolorosamente-, en el mapa de las crisis de gobernabilidad que, lamentablemente, están viviendo y sufriendo algunas naciones en el hemisferio. Y en esa sinrazón, no se detienen a pensar, que, tal estratagema, nos conduciría a un abismo social e institucional destructivo del que perderíamos todos: el país, la oposición, e incluso sus parteros estrategas, pues se proyectarían como anti-demócratas y pésimos perdedores.

¿O acaso, se quiere imponer, a como dé lugar, el objetivo político-electoral (¿…?) de que el PLD y aliados tienen que perder las próximas elecciones obligatoriamente, o si no, el país ardería en llamas?  O más directo y llano: ¿A qué tipo de democracia-chantaje es que esa minoría -trujillista-balaguerista-vinchista, incendiaria y anti-democrática- aspira?

 

Cuesta creerlo, ¿verdad?

 

Por Francisco S. Cruz

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