Es obvio que perdemos más recursos que los que nos resistimos a invertir para una vigilancia rigurosa para el cumplimiento de las normas establecidas para regir la vida de la República Dominicana.
Así, múltiples promesas de lucha contra la corrupción y el restablecimiento del orden del país quedan fracasadas en el camino, y con ello muchos gobiernos.
Es la misma dinámica en el control del tránsito que con los recursos del erario. No hay acciones preventivas contra las irregularidades, que al final son las únicas que permiten poner freno a los intentos de robos y violaciones.
Y, peor aún, luego invertimos miles de millones de pesos tratando de recuperar algo de lo robado. Hay más espuma que chocolate.