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29 de diciembre 2025
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OpiniónRafael Emilio Bello DiazRafael Emilio Bello Diaz

Violaciones y pedófilos 

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Los pedófilos y abusadores se refieren, cuando hablan de lo que les impulsaba a realizar esos actos ilícitos, a una pulsión tan fuerte que les hace olvidar el daño (o minimizarlo con argumentos que lo autojustifican que les están haciendo a otros seres humanos que en ocasiones son incluso miembros de su familia y personas por las que sienten (o deberían sentir) afecto. Pero esa pulsión es tan urgente e imperiosa que se dejan llevar y cometen el acto ilícito. Sin que eso quiera decir en ningún caso que sea justificable, no lo es.

Determinadas personas tienen una adicción a la comida y pese a que saben que «no debería, pero me voy a comer otro helado», la pulsión es tan fuerte que lo hacen, lo mismo puede ocurrir en los delitos sexuales, en los que cabe la probabilidad de que los agresores o abusadores, por una predisposición biológica o/y sociocultural tienen ese freno moral desactivado, ellos describen a menudo ese arrebato irrefrenable que les lleva a intentar conseguir el objeto de su deseo.

La revolución neurocientífica que estamos disfrutando y la posibilidad de observar lo que sucede en un cerebro vivo, nos abre un sin número de investigaciones que podemos utilizar en defensa del delincuente sexual con algún padecimiento mental que, por su severidad, le impida controlarse de manera total o parcial. Así pues, debemos mantener una tesis proactiva a favor de la ciencia, pero igualmente en pro de la racionalidad y la lógica, si bien deberemos dar una debida bienvenida a todos los avances tecnológicos y científicos que nos permitan saber más del cerebro humano, y de nuestro comportamiento.

El Derecho penal no está preparado para este determinismo radical en el que nadie sería responsable de sus actos. Son las personas las que cometen delitos, y el hecho de que la neurociencia nos explique los porqués de las conductas, no absuelve al autor de los hechos cometidos, salvo que concurra la oportuna eximente. Los cerebros per se no cometen delitos
Cuando hablamos de neurociencias nos referimos al conjunto de aproximaciones de tipo neurocientífico que tratan sobre las altas funciones mentales y comportamentales del ser humano y que intenta explicar campos del cerebro humano dedicados no sólo a funciones cognitivas, sino también sociales, afectivas y culturales.

La investigación en neurociencias puede ir avanzando en el sentido de buscar explicaciones biológicas de porqué determinadas personas abusan sexualmente de menores y también de cara a estimar una futura peligrosidad, es decir, de reincidencia futura.

Desde el punto de vista de las neurociencias se describe la pedofilia por WIEBKING y colaboradores (2012) como: «Una interacción de déficits complejos que afecta a los individuos a nivel neural con alteraciones en el procesamiento de los estímulos emocionales y sexuales, así como en las capacidades cognitivo afectivas tales como la inmadurez emocional y la falta de empatía».

Parece ser que en lo que se refiere a las zonas del cerebro que controlan nuestra conducta sexual, en el caso de los hombres es el área pre-óptica medial del encéfalo anterior y en el de las mujeres el núcleo ventro-medial del hipotálamo

MARSHALL y BARBAREE indican que las estructuras cerebrales responsables tanto de la agresividad como de los comportamientos sexuales radican en el cerebro medio, hipotálamo, amígdala y septum y proponen que los esteroides sexuales tienen un papel clave ya que éstos intervienen en la activación de ambos tipos de comportamientos.

Se han observado alteraciones en los cerebros de pedófilos como reducción en el volumen de la amígdala derecha y de zonas relacionadas del diencéfalo. La amígdala es una de las partes más antiguas filogenéticamente hablando del cerebro. El hecho de su conservación a lo largo de la evolución nos da una idea de lo necesaria de esta estructura cerebral. Además, la amígdala es anatómicamente el punto donde convergen todas las proyecciones sensoriales y es básica en aspectos del control y la asociación emocional, además de provocar una reacción rápida ante un estímulo desagradable.

Existe una lista amplia de abusos o conductas antisociales de índole sexual, entre los que se encuentran la pederastia y la violación, mismos que han sido analizados por científicos de áreas diversas, encontrando datos para cuestionar. Asimismo, no debemos perder de vista que, para entender la génesis de los delitos sexuales, debemos examinar los conceptos de sexualidad masculina y femenina.

El dominio masculino, o patriarcado, que mantiene a las mujeres subordinadas, es un sistema instaurado desde hace miles de años. La desigualdad entre mujeres y hombres comenzó cuando los varones se convirtieron en “líderes”, capaces de otorgar beneficios no sólo a su familia, sino también a la comunidad, dedicándose a labores como la caza, la agricultura y la guerra. Por su parte, las féminas debían quedarse en casa, cuidar a los hijos y ocuparse de las tareas del hogar. Si bien es válido afirmar que la fuerza física con la que cuentan los varones fue clave para la realización de diversas tareas, la exageración llegó cuando ellos eran los únicos que podían estudiar, opinar sobre temas políticos o económicos de relevancia y trabajar fuera de su residencia, independientemente del tipo de oficio del cual se tratara. En torno a sus derechos y libertades sexuales, eran los únicos con el permiso de ejercer su sexualidad de manera voluntaria y sin restricciones.


Por Rafael Emilio Bello Díaz 

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