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21 de diciembre 2025
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Vida, Pasión y Muerte del Peine Caliente

Me referí en un artículo anterior a cómo las cosas cambian. No podemos obviar que el mundo vive en constantes transformaciones. La sociedad dominicana ha experimentado grandes mutaciones, que la diferencian de la atrasada vida dominicana de hace 50 años atrás, en donde nuestro país era preponderantemente rural. Hoy día, la República Dominicana es una […]

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Me referí en un artículo anterior a cómo las cosas cambian. No podemos obviar que el mundo vive en constantes transformaciones. La sociedad dominicana ha experimentado grandes mutaciones, que la diferencian de la atrasada vida dominicana de hace 50 años atrás, en donde nuestro país era preponderantemente rural.

Hoy día, la República Dominicana es una nación de relaciones económicas mayoritariamente urbana. Los bienes y servicios producidos aquí y el intercambio comercial que se ejecuta, sumado a eso el salto del Producto Interno Bruto nuestro que es multimillonario, nos hacen ser una sociedad capitalista con una gran zapata para dar un salto cualitativo.

La sociedad que fuimos hace muchos años, en donde una guagüita salía con bidones de leche a vender por diferentes zonas a vender ese producto, representa cosas del pasado. Hoy la gente acude a colmados, pulperías o supermercados, y en esos establecimientos se abastece de mercaderías para su consumo.

Para poner un ejemplo de lo mucho que hemos avanzado está el hecho de que en la época de la dictadura de Trujillo solo una minoría tenía el privilegio de asistir a la universidad. Sin embargo, actualmente existen decenas de universidades impartiendo docencia tanto a juventudes como a personas de edad media y tercera edad.

La República Dominicana de antes era una sociedad excluyente y hasta racista, en donde únicamente una casta sangre azul podía acceder a las ofertas existentes. La exclusión social de entonces era garrafal, y en ese estado de cosas el ascenso social por la vía institucional era prácticamente imposible.

Luego de muerto el tirano Rafael Leónidas Trujillo Molina, el país comenzó a experimentar cambios dentro de la anarquía y el caos en que se sumió la nación, fruto de la falta de una clase dominante que dirigiera el proceso social y económico dominicano. La oligarquía dominicana siempre ha sido una clase rapaz y depredadora, y solo vio en la muerte de Trujillo el momento de hurtar los bienes y empresas que por medio Estado Dominicano dejó el sátrapa.

Con el paso de los años la sociedad dominicana se hizo urbana, y la gente abandonó los campos para instalarse en las ciudades, creando un gran problema, culpa de que el Estado Dominicano no está en capacidad de suplir los servicios que requieren las barriadas populares y marginadas, que con su incremento, demandan cada día agua potable, calles asfaltadas, drenaje pluvial, seguridad, etc.

El mundo urbano marginal ha creado todo un cinturón de miseria que bordea los centros urbanos nacionales. Del éxodo campo-ciudad experimentado desde hace décadas, ya son terceras generaciones las que cohabitan en estas zonas, desde donde mucha gente ve desvanecerse las esperanzas de una vida mejor.

Los valores de la clase media, los cuales se pueden enumerar en ahorro, estudio como forma de ascender socialmente, superación personal, etc., no forman parte de la cultura marginada, que por ver a anteriores generaciones empobrecerse, prefieren el inmediatismo antes que supeditar sus aspiraciones a la cultura de la clase media. Rubén Blades en su salsa Adan García lo resume cuando dice:” Esto se acabó, vida/ La ilusión se fue, vieja/ El tiempo es mi enemigo. Y yo para vivir con miedo/ Prefiero morir sonriendo/ Con el recuerdo vivo”.

Los cambios dominicanos han sido de tal magnitud que hasta en los utensilios estéticos usados por nuestras mujeres hace más de cincuenta años, ha habido una gran transformación. Ya no se utiliza para la belleza del pelo el peine caliente, el cual como por arte de magia le daba hermosura a esas cabelleras crespa que parecía suavizarse para siempre, ante el paso de ese utensilio puesto a calentar en un fogón ardiente.

Ahora los secadores, blowers, keratina, tenazas eléctricas, etc., se encargan de hacer precioso el pelo femenino. Cosas que certifican cómo la sociedad dominicana ha tenido descomunales cambios en todas sus estructuras.

Por Elvis Valoy