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8 de mayo 2024
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

¡Una prioridad que hizo falta incluir!

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Aunque lucen bastante ilusas, y con el agregado politiquero de estilo, el señor presidente de la nación dominicana citó las prioridades del Gobierno para el próximo año 2018, entre las que se destacan: la terminación de las plantas de Punta Catalina, la segunda línea del Metro de Santo Domingo y del Teleférico. Evidentemente, ejecutorias todas necesarias, a pesar de los pesares conocidos, cabría agregar. (Véase “Diario Libre”, del 29-12-17).

Ahora, hay una acción que se reporta como altamente prioritaria para el país en general, que el señor presidente de la República, hasta por táctica política, jamás debió excluir en su mención, que es la que se refiere al combate frontal a la corrupción generalizada que viene azotando a la nación.

Con una actuación urgente de ese tipo, prioritaria siempre, acompañada de voluntad sentida, se estaría contribuyendo con el feliz término de las innumerables obras señaladas; y, a su vez serviría como plataforma principal soportante, en cuanto al eventual lanzamiento de un nuevo proyecto de reelección presidencial a que se aspire.

No se olvide que la dilapidación de recursos económicos provocada por la corruptela, incluida la estatal, provocan el fuerte aguijón punzante que la República tiene sobre su cabeza, debido a las presiones tanto a nivel nacional, como internacional que se reciben, para que se actúe en esa línea; que, dicho sea de paso, pueden interferir bastante con las ejecuciones planteadas. Obviamente, también podrían cerrar los caminos hacia las facilidades financieras internaciones, que de manera innegable el país las necesita.

Es probable que se haya incurrido en una falta de táctica política, al no tocarse ni siquiera con el pétalo de una rosa un tema que tanta gente tiene en carpeta, no solo en el plano local, sino en el exterior también, muy pendiente de qué ocurrirá finalmente al respecto entre los dominicanos.

O, quizás la decisión fuera la de continuar silente ante la gravedad del asunto, por las derivaciones e implicaciones que se infieren, pero que tampoco se considera haya sido la mejor opción en las actuales coyunturas en que vive el país.  Posiblemente, no se produjera la asesoría más correcta.

Y es que, con ese gran fantasma intacto, según las innumerables acusaciones relativas que se hacen en tal sentido, como en torno a la compañera que se aprecia como inseparable: la impunidad judicial, va a resultar casi imposible que tantas realizaciones a las que se aspira, se puedan lograr durante el próximo año que se inicia.

¡Tiempo hay para reflexión, señor presidente! Recuerde que,  “rectificar es de sabios” (Alexander Pope).

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