La secretaría de Agricultura adoptó una decisión muy acertada al prohibir, mediante resolución número 82, que los supermercados sigan importando carne de cerdo hasta que consumamos el excedente que se registra en el país en la producción de pollos.
El cerdo es una carne muy sabrosa, que seremos los primeros en extrañar durante algunos meses, pero resulta un contrasentido, un absurdo, que estemos importándola al mismo tiempo que la abundancia de pollo amenaza arruinar a los productores, especialmente a las granjas medianas y pequeñas.
Nadie va a sufrir por pasar dos o tres meses sin comer carne de cerdo, y en cambio, se economizarán divisas y se consumirá el esfuerzo productivo de las granjas polleras, en el cual han invertido importantes recursos tanto el Estado como particulares.
Algún día los dominicanos tendremos que comprender que somos un país pobre, y que como tal tenemos que imponernos cuantos sacrificios demande la precariedad en que vivimos.
Total, que cerca de la mitad de la población nacional se pasa meses enteros sin poder comer no sólo cerdo, sino cualquier otro género de carne.
El ayuno de carne es ordinariamente tan sistemático en el país que ya la Iglesia no se ocupa de vigilar las vedas tradicionales en Viernes Santo y otros días de cuaresma.
Y ojalá que esta no sea la última disposición que se adopte para racionalizar el consumo en beneficio de la economía de divisas y en orden a aprovechar la generosa cosecha de víveres, guandules, leche, frutas y legumbres fruto del esfuerzo de nuestros agricultores.
Oración a San Isidro Labrador
Tras una semana de persistentes aguaceros, el territorio nacional da muestras de saturación acuática y los ríos se desbordan arrasando sembradíos, puentes, viviendas y la capa asfáltica de calles y carreteras.
Miles de personas han resultado damnificadas según los informes disponibles en la oficina central de la Defensa Civil, mientras se estiman como cuantiosos los daños materiales.
Lo peor es que según los vaticinios meteoro lógicos, las lluvias continuarán con mayor intensidad aún, a consecuencia de una vaguada y sistema frontal sobre el territorio nacional.
Para evitar que una docena de víctimas registradas hasta ayer se multipliquen, es preciso que las personas que viven en lugares peligrosos adopten las previsiones correspondientes.
La Defensa Civil, con expresas instrucciones del Presidente de la República, auxilia a los damnificados, entre los cuales hay poblados completos. Esperamos qué la asistencia sea continuada y efectiva hasta que esos ciudadanos puedan volver a sus techos o levantar nuevos en lugares más seguros.
Mientras tanto, levantemos una oración a San Isidro, el Labrador, para que intervenga ante Santa Bárbara Bendita y haga prevalecer el sol sobre los aguaceros. Que por lo menos haya una tregua que apacigüe el ánimo de los agricultores que ya empiezan a temer por la suerte de su cosecha. Que los excedentes agrícolas no sean podridos por las aguas. Amén.
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