El reconocimiento de la existencia de un clima agrandado de corrupción en el país y de un profundo deterioro en la credibilidad, la confianza y la institucionalidad, ha traído como consecuencia un concepto donde se propone un pacto moral.
Sin embargo, por el contexto y el momento, luce ser una especie de bajadero colectivo o borrón y cuenta nueva, dado el conocimiento que se tiene del involucramiento de miembros del sector empresarial, en temas muy delicados de corrupción, y de lavado y al mismo tiempo, relacionados al caso más sonado recientemente el caso de SENASA.
Parece ser que la propuesta del pacto moral, no ha logrado calar a nivel nacional, a pesar de que la propuesta se hace ante la cámara americana de comercio. Y decimos esto, porque al menos a nivel de los medios, no se ha vuelto a motivar el establecimiento de este pacto hasta el logro de su consecución.
De repente, fue solo parte del discurso ante la Cámara Americana de Comercio, donde el centro del tema real era la adhesión o apoyo del sector empresarial a las metas cifradas para el 2036 por el gobierno del cambio, donde se hace énfasis en la competitividad, el aprovechamiento de los temas tecnológicos, la duplicación del PIB y los supuestos empleos dignos, todo planteado como propuesta de esa estrategia de desarrollo por parte del Presidente Luis Abinader.
Parecería que todo este contenido fuera previamente consensuado entre el gobierno del cambio el CONEP, AIRD y otras asociaciones empresariales, pues prácticamente de una forma completa se luce apoyar estos planteamientos para el 2036.
Sin embargo la parte humana aunque se incluye definitivamente en estos planes, es el elemento que saldrá más desfavorecida, ya que la productividad normalmente es una variable que va inversamente proporcional a los costos fijos como los son los gastos de personal.
Vale la pena subrayar, la insistencia que ha tenido precisamente todo el sector empresarial del país, para que la reforma al código laboral, modifique sino la eliminación de la cesantía, la forma de pago de la misma, y entendemos que esto es debido al conocimiento previo que se tiene, del impacto disruptivo y organizacional la automatización de procesos, y la utilización de la inteligencia artificial en el ambiente laboral.
Los ejemplos de rotación de personal comienzan a verse y a mostrarse en comunicados, noticias e informaciones compartidas en la prensa digital internacional.
Se ha estado hablando claramente del retorno a la oficina en detrimento del concepto del teletrabajo por asuntos de “productividad”, de despidos de empleados en distintos sectores industriales.
Recientemente la línea aérea alemana Lufthansa hablaba de una rotación de 30 mil empleados a nivel global, de un banco extranjero se cita que había utilizado personal para entrenar su inteligencia artificial y luego ese personal fue despedido. Casos donde personal fue invitado a tele trabajar, y luego 400 empleados de ellos recibieron un correo de haber sido cancelados de sus puestos.
La realidad en materia disruptiva de la inteligencia artificial en el ambiente laboral no se ha querido abordar en el país con la transparencia debida. Tal vez tampoco se tienen las inversiones apropiadas aún, o se prefiere tener localmente el mercado cautivo que desde hace tiempo existe.
Aunque para tener más productividad y ser competitivos, es inevitable la utilización del paradigma competitivo de turno.
Así como tampoco se habla con transparencia, de los amagues de la moneda digital que se podría estar impulsando con la digitalización de todo en la nación dominicana. Y de cómo esto permite prácticamente el secuestro de la libertad financiera, junto a los datos biométricos, cedula digital y otros documentos digitales que te dejan sin privacidad y control de tus activos líquidos.
La misma OIT se muestra de forma irresponsable, dejando de lado su principal compromiso con los trabajadores, parece ser, que no importa si el trabajador es un humano, un hibrido o un robot.
De repente se ha cambiado el concepto de la dignificación del trabajo, y quien resulta protegido como trabajador es el robot y la IA, dejando de lado al elemento humano.
Pero cuando hablamos de un pacto moral, que es el tema que nos convoca en este escrito y retomando la idea central, nos podemos francamente preguntar, ¿un pacto moral entre quienes y para qué?
Es que lamentablemente no lucen existir las personas en el ambiente político y en la mayoría del ambiente de negocios, que se apeguen a la ética, a los principios e integridad y que puedan mostrar conductas observables, que promuevan esos paradigmas.
Por eso nos parece, que se trata de algo de retorica, de una narrativa conveniente para el ambiente y escenario al que se proyectaba la moción, aun a sabiendas porque no somos ciegos ni locos, de que en el ambiente de la política lo que prima es la ética situacional y la corrupción disfrazada de progreso.
Es decir, que la visión ética-país realmente no se tiene, aunque decisiones y políticas públicas que promueven los negocios traigan como sub producto algún agregado de valor que pueda beneficiar a la población.
Me parece que el verdadero pacto moral debería comenzar, por la devolución de los dineros tomados del erario para beneficios personales o para ser utilizados mediante testaferros. Y con ello lograr con creces, eliminar la deuda externa del país y convertir el resultado neto en un gran superávit fiscal, que pueda catapultar al país hacia un verdadero desarrollo.
Y no importa, si se les deja en libertad a todos esos cuatreros y bandoleros señalados con tanta objetividad y precisión hace un año por un alto funcionario del gobierno.
Pero que al menos con esa devolución de todo aquello que no puedan demostrar como bien habido, los funcionarios en los últimos 25 años, con eso sería suficiente para enderezar el barco económico de la nación, y dejar de estar inventando diabluras en contra de la familia dominicana.
Por Julián Padilla
