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24 de diciembre 2025
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OpiniónJulián PadillaJulián Padilla

¿Un indicio claro de fracaso?

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A veces los ideólogos de productos, servicios, innovaciones y soluciones a problemas políticos y sociales, nos olvidamos de algo fundamental, la cultura de los pueblos, su idiosincrasia. A veces la mejor idea o proyecto, no logra tener el éxito deseado, porque la gente que debería beneficiarse de este, no percibe los supuestos beneficios o sencillamente lo rechaza.

En el día de ayer manifestábamos que cualquier decisión que se tomara que luciera impuesta por fuerzas extrañas a una decisión propia del pueblo haitiano, tenía una vocación de fracaso y de una falta de sostenibilidad. Fuimos hasta benévolos al indicar que no resultaría y que antes de los tres meses explotaría nueva vez la violencia.

Ya con las manifestaciones de rechazo en el día de ayer de la conformación de una comisión de transición para seleccionar un primer ministro que sustituya a Ariel Henry, ha indicado claramente, que se ha fracasado al menos con esta salida de la comisión o consejo presidencial.

Cuando hablábamos de un consejo de estado, no nos referíamos a algo impuesto por intereses supranacionales o foráneos. Al contrario, apuntalábamos que de ser así, la sostenibilidad de lo que se logre no era posible.

Tampoco pensamos en una creación de un consejo de estado para que llame a elecciones de inmediato, sino para que en un plazo no mayor de un año, estabilice y entonces monte un proceso electoral.

Por lo visto la conformación de este consejo presidencial, no ha sido totalmente aceptado por el pueblo haitiano, y no gozará de la paz que es lo que invita la prudencia, de forma tal, que el objetivo final de volver a una institucionalidad mínima, sea lograble.

En algunas ocasiones lo hemos advertido y esto es extrapolando las experiencias políticamente vividas en Haití y nos hemos atrevido a decir: ya Haití llego a un punto donde la única posibilidad que tiene es salir a flote. Y advertíamos al resto de la comunidad internacional, sobre todo a la latinoamericana, pues el camino que llevaran sus países, de continuarse con la falsedad de  nuestras democracias, puede conducirles o conducirnos al vacio.

El pueblo haitiano se canso y no come ya más cuentos. No se trata de que existan revoltosos per se, sino de que los intereses políticos no son los intereses del pueblo haitiano y buscar refuerzos supranacionales para lo mismo, vendría siendo otro engaño para el pueblo haitiano y su interés nacional.

Ayer lo manifestábamos en la reflexión que titulábamos Haití: se rompió la tasa, venga y gobiernen.

Es que la tasa se rompió en Haití hace un tiempo, significando con esto, que ya no se tiene confianza ni credibilidad en los políticos, en el sistema que sea que se utilice en ese país.

Aquí en dominicana se han usado algunos epítetos o refranes parecidos en algunos momentos, incluyendo el coro: si siguen apretando la tuerca, se puede correr la rosca. En Haití hace tiempo se corrió la rosca, se rompió la tasa, dígalo como más le guste.

Es que la naturaleza del hombre no puede ser violada alegremente por salteadores gremialistas y de la política, para hacer lo que le viene en ganas, mientras la mayoría de una comunidad supuestamente representada sufre penalidades.

Usted ve a los funcionarios vivir una vida de esplendor con el dinero público, mientras hay personas que mueren literalmente de inanición, desnutridos o por la imposibilidad de algún medicamento para atacar alguna enfermedad perentoria.

Pero tenemos el país más feliz, mejor papeado de la región y con el menor índice de pobreza de la bolita del mundo y cualquier tema relacionado con delincuencia sigue siendo percepción per se.

Ya en Haití se habla de hambruna, y claro los mismos intereses cansados o mezquinos de una ONU, cada día menos comprometida con los pueblos y más dedicada a representar los intereses globalistas, utilizan las miserias vividas, para empujar las soluciones que más le representan.

Pero localmente, el gobierno del cambio siempre alcahuete de los intereses que representa la ONU, hace una declaración pública indicando que apoya la decisión de la comisión de transición, y no se llevan humildemente del consejo, de mantener al margen a la República Dominicana, que no es el gobierno del cambio. El gobierno del cambio no representa a la mayoría del pueblo dominicano, surgió como un fenómeno que luego ha pretendido ser un mal necesario, pero con tendencia a ser desplazado por sus incompetencias e incongruencias.

No han querido acoger las humildes ideas de mantener a la República Dominicana lejos de la problemática, al menos no opinando, no participando en decisiones que corresponden a otros pueblos y jamás patrocinando la invasión extranjera a las tierras de ningún país.

Es bueno que el pueblo haitiano sepa, que la República Dominicana, no el gobierno del cambio, que la nación dominicana no patrocina la invasión extranjera ni la ocupación militar a ningún país de la tierra, porque hemos sido invadidos y hemos sabido salir a luchar y a gritar voz en cuello: GO HOME YANKI.

Creo que el gobierno del cambio insiste en querer bailar en todos los festivales y no se da cuenta, que vive anotando sus propios goles en contra y que la historia lo observa,  recoge sus desaciertos y que ojala no sean despropósitos, pero le pasara factura, que podría parecerse a la factura que se le paso al gobierno de la esperanza nacional de Salvador Jorge Blanco.

Es inevitable mirar lo que ocurre y al parecer se profundizará en el pueblo haitiano, que no aceptará la comisión presidencial, no aceptará la intromisión extranjera, no aceptara tropas invasoras, y que aprovechara cualquier desliz dominicano, para hacer como hicieron con el canal, unificarse como pueblo y proyectar sus penurias enfocándonos como culpables de sus desgracias.

Es inevitable no pensar en el impacto local de estos problemas en Haití. Pero hay una línea muy fina, entre colaborar con la solución pacífica a sus problemas y sumarse a la idea de una invasión extranjera.

Si se tratara de la idiosincrasia dominicana, sobre todo la mostrada por los seudo líderes políticos y sindicales, el problema ya estuviera resuelto, porque cediendo senadurías, diputaciones o recibiendo alguito de billullos, o pensiones convenientes,  todo queda resuelto localmente, aunque con esto se traicionen los discursos que enamoraron a la población o los supuestos compromisos nacionales asumidos.

¿Qué le importa un carajo a todos ellos el bienestar de sus supuestos representados, por lo menos aquí en tierra de machepa?.

Pero si esa es la conducta que tipifica al pueblo haitiano, entonces, la solución al problema está cerca, pues con cualquier negocito por debajo de la mesa, todos a una, me refiero a las partes en conflicto, resolverán sus problemas personales y entre todos, volverán a asumir el papel de Judas a volver a crucificar al Cristo, que en este caso lo sería el pueblo haitiano.

Si fuera en dominicana, no sería nada extraño es lo que hemos vivido y aun vivimos con las gestiones que nos amamantan.

Pero de ser cierta la moción, de que el pueblo haitiano ya no come cuentos con estos tipos de traiciones, entonces, la historia va para largo y cualquier solución no será sostenible, a no ser que sea parida por el mismo corazón del pueblo haitiano.

Los hechos seguirán aconteciendo, y todo el alboroto para la pacificación de Haití, podría converger en una crisis isleña, a propósito de las inconformidades con los procesos electorales que se desarrollan y la insistencia de garantizar un proceso en mayo que sea plausible. Ciframos esperanzas, de que no se pretendan inventos que puedan minar la estabilidad de la isla completa, a propósito del denunciado interés supra nacional y que al parecer siempre asoma su cabeza de serpiente y su veneno, en cada proceso electoral dominicano.

Por: Julián Padilla

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