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2 de mayo 2024
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

Un editorial sin desperdicios

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El sábado pasado, 7 de octubre del 2023, el Listín Diario publicó un editorial que en pocas palabras hace una radiografía de la sociedad en la época que vivimos. Hoy no estaría hablando el sociólogo polaco Zymunt Bauman de la modernidad Líquida si no hubiese existido la situación de recesión económica en los 80 y la negociación  de la deuda externa con el Fondo Monetario Internacional (FMI) se convirtió en esnobismo por sobre todo a partir de ese momento, fue motivo la paralización que había para los economistas y otros cientistas sociales llamaran a dicho decenio la década perdida. Hasta ese momento el mundo fue diferente a lo que es hoy. Negociar con el FMI implicaba someterse a una rígida disciplina que imponían las autoridades de esa entidad que, aunque muchos países subdesarrollados que eran los que tenían problemas para amortizar capitales de deudas y además intereses vencidos con los bancos privados, la verdad es que el mundo cambiaria y dejaría de ser lo que había sido hasta los años 80.

 

El neoliberalismo triunfó como paradigma de la ciencia económica  y se hizo paradigma dominante en la economía y en la ciencia  política, porque hubo reformas políticas para que el capitalismo fuera flexible para el burgués pudiera extraer más fácilmente la plusvalía, con restricciones más fuertes para los sindicatos y los trabajadores, incluso vendiendo allende las fronteras nacionales sin trabas, liberalizando paulatinamente las importaciones y hasta firmando acuerdo de libre comercio. La liberalización del mercado de las monedas y liberalización del mercado también, más la apertura a grandes oleadas migratorias también forman parte todo ese entramado del llamado capitalismo flexible para el gran capital (la gran burguesía) poder asegurar la explotación de una mano de obra barata. Para que esto ocurriera se reformas políticas, el Estado perdió funciones.

 

Muchos de esos cambios no se hubiesen dado sin el progreso de la tecnología electrónica.  Pero también, después de una situación de inestabilidad y pérdidas de empleos que provocaron las medidas impuestas por el FMI, lo que provoca migraciones y rupturas de lazos en algunos grupos primarios (familias nucleares) y rupturas de vínculos con los grupos secundarios. El mundo cambió mucho, pero no tanto como lo anunció Milton Friedman de la Escuela de Chicago o Chicago Boys. Tal vez lo dicho por Marx de que “Un pueblo está en su apogeo industrial cuando lo principal para él no es la ganancia, sino el ganar” (Introducción General a la Critica de la Economía Política 1857) hoy aplicaría más a China que a ningún otro país, esperamos que su contribución al consumismo en las gentes a quienes China, Estados Unidos y otras potencias les venden no acaben con toda la vida en el planeta.

 

El estado de “pandemia mental”, como da cuenta el editorialista que muchos califican lo que caracteriza la situación que vive el mundo, pero sobre todo las generaciones mas jóvenes. Lo que nos deja ver el editorial es lo tan inestable que se ha vuelto la vida y de ese modo no hay valores, se piensa y se actúa como si lo que importa es el presente, porque piensa que el futuro no existe. No hay  que hablar de posmodernidad, si no de modernidad líquida, porque lo liquido es lo que fluye, tal vez menos que lo gaseoso, pero fluye más que lo solido que es más consistente que lo primero. Descartemos lo de posmodernidad y dejemos de lado lo de posmodernismo, corriente en la que se ha ubicado Baudrillard, Foucault, Lyotar, entre otros, aunque no dejaron de tener razón en cuanto a los cambios que ha dado la sociedad.

 

Nuestro colega Wilson Castillo, en un artículo que escribió dias atrás,  fue sido muy agudo en cuanto al hiperindividualismo que hoy azota a la sociedad actual   Antes de negociarse la deuda con el FMI vivíamos la modernidad sólida. Es importante que Franjul destaca que esa ansiedad que se vive hoy día se debe, sobre todo entendemos en los más jóvenes que son los más afectados por el consumismo, a la obsolescencia, ya que todo cae en desuso rápidamente, lo cual se ve mucho con la tecnología que cambia tanto.

 

La competencia, entendida como el estar apto para el empleo (pero este se vuelve inestable aunque no sea por la obsolescencia tecnológica, ya que las inversiones cambian de dueños). Las inversiones son volátiles, el capital vuelve inestable el empleo.  También algunas modas en el vestir son fugaces y esto genera preocupación, crea una adicción al consumismo, lo que generalmente va a traer ansiedad.  Esa tendencia suicidógena a que se refirió Miguel Franjul en el editorial, pero no solo de pérdidas de empleo por despido, si no de abandono voluntario de estos, puede deberse a la gran incidencia de  estados de ansiedad en muchas personas, no en vano Wilson citó en alguna parte de su artículo a Durkheim en Las Formas Elementales de la Vida Religiosa. Es que la desintegración social a que se refería Durkheim en el siglo XIX la estamos viendo y de ahí se arrastra al sujeto social al Hiperindividualismo,  empujarlo al consumismo y así poder el capital poder realizar la plusvalía, después de la pérdida de autoridad en la familia, la familia y en las iglesias.

 

Por  Francisco Rafael Guzmán F.

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