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26 de diciembre 2025
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

Un día como hoy: Si fue así

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Fue un día como hoy lamentablemente que se inició una era de crímenes y de oscurantismos, hace 57 años. Una era de represión planificada contra opositores, contra patriotas que defendieron la constitución del 1963 y la soberanía nacional que apenas unos meses antes había sido vulnerada y seguía todavía así, mancillada la patria, como lo sigue aún hoy porque la intromisión de poderes ajenos a la nación  en los asuntos internos sigue habiéndola. Subió al solio antes de que se cumpliera el periodo constitucional para el que fue elegido libremente un presidente, pues el presidente que nació justamente un día como ayer r y por eso le llamaban profesor debió haber completado su periodo de gobierno el 27 de febrero de 1967; pero hay más, con apenas un mes de haberse celebrado las elecciones, a todas luces fraudulentas y con país ocupado por tropas extranjeras, se le juramentó como presidente constitucional.

 

Prometió muchas cosas, pero nada importante de lo prometido cumplió o fueron muy incompletas las realizaciones de sus promesas. Gobernó como un sátrapa y bien se le podría llamar El Sátrapa de Navarrete, imitando al de San Cristóbal. La única diferencia es que él fue discípulo de éste, mientras que el de San Cristóbal fue su maestro y no el discípulo de aquel. Hace cincuenta y siete años prometió muchas cosas, pero nunca prometió tolerancia, porque él no aprendió eso y no vivió para eso. Pese a su frugalidad en lo personal, su estoicismo y su disciplina, no disfrutó nunca de lo que muchos llaman las mieles del poder, contrario a su maestro el sátrapa de  San Cristóbal que si las supo disfrutar. Sin embargo, el vivió no para la política, sino que vivió de la política.

 

Al parecer se crecía mucho su ego con sentirse hombre con poder, con tener una cohorte numerosa de áulicos que le rendían pleitesía. Hace 57 años, un día como hoy, subió a la máxima magistratura del Estado ese hombre intolerante y antidemocrático, un hombre que siempre creyó en que para gobernar se necesitaba el ejercicio de la fuerza con toda la brutalidad del poder, camino o sendero por el que hoy quiere seguir encauzándonos a los dominicanos el gran capital con su dominio  del poder político. En fin, ese hombre  prometió la luz y trajo tinieblas; prometió un nuevo amanecer y trajo el ocaso del día; prometió revolución sin sangre, pero lo que trajo fue derramamiento de sangre y un gran mar de leva de contrarrevolución en la República Dominicana.

 

A ese hombre, por la tolerancia de los que defendían la constitución del 1963 logró quedarse en el país, luego de arribar al mismo en medio del torbellino de la guerra, ya que Imbert y sus gentes querían sacarlo, pero él lo que supo hacer fue perseguir a los constitucionalistas cuando se juramentó un día como hoy en 1966. Se comportó como un ingrato, incoherente, desleal o traidor. Creemos que se trata de un resentido social, porque: ¿cuál fue su satisfacción tras su paso por el ejercicio del poder? ¿Qué tanto disfrutó con el ejercicio del poder? Nada de altruismo puede haber en su obra de gobierno. En lo único tal vez su gobierno hizo significativo fue en la reforestación del país. Logros muy trascendentes no lo hubo ni en su política agraria, ni en la construcción de viviendas y la carencia de escuelas no le permitía exhibir logros en política educativa.

 

Sin embargo, por la represión de opositores, la corrupción en las oficinas públicas y apropiación de terrenos y bienes del Estado por parte de particulares si brillaba su obra de gobierno. No fue casual que en los barrios de Santo Domingo, en los campos y ciudades pequeñas, cuando se produjo a gran escala la creación de clubes juveniles populares, en muchos de estos se crearan escuelas para alfabetizar gratuitamente a los niños y jóvenes que no encontraban escuelas donde recibir enseñanza o instrucción. Ese hombre fue el que concluyó que no creía en la condición humana, según relató en una de sus obras, luego de que personas que fueron a su casa paterna a pedir agua para saciar la sed, al ofrecérsela se negaron a tomarla porque notaron que habían personas gravemente enfermas en su casa. Para que habla así, un hombre que llegó a la cima del poder política, cuál es su aporte con eso. ¿Acaso la gente no busca cuidarse de las enfermedades infectocontagiosas? Lo que a él le molestaba fue el estigma a su familia por la enfermedad: egocentrismo.

 

No nos referiremos  al prólogo de su Tebaida Lirica, en la que dice: “… odio a los poetas afeminados que envidian la virilidad de mi arte”. De todos modos, concluimos que pese a alcanzar la cima del poder en República dominicana, ese hombre vivía lleno de resentimientos y si supo valerse de la fuerza y del chantaje. Su régimen intolerante y represivo marcó toda una era de crímenes, con asesinatos, apresamientos de opositores y desapariciones de ciudadanos; jamás puede venerarse como padre de la democracia porque nunca lo fue. Su nombre Joaquín Amparo Balaguer Ricardo.

Por Francisco Rafael Guzmán F.

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