Fue el laureado escritor Gabriel García Márquez el autor del título “El coronel no tiene quien le escriba”; libro que narra la historia de un coronel que malvive a la espera de una pensión que esperó por más de 15 años vía correspondencia.
Sin embargo, otro coronel, Frank Slade, personaje central de la película Scent of a Woman que se traduce al español como Perfume de Mujer, en tan solo tres días generó diálogos suficientes para escribir centenares de cartas dirigidas a él o a su interlocutor y cuidador, Charles Simms (Charlie). Este último era un joven estudiante que cursaba con una beca sus estudios en un colegio de personas adineradas.
Sus conversaciones están cargadas de sabiduría y valores que, a pesar del componente drámatico y la ríspidez, hacen que sean objeto de reflexión permanente.
Dos crisis que coinciden
La trama se inicia con que Charlie busca empleo para ganar algo de dinero en el fin de semana de acción de gracias, mientras sus compañeros programan ir a esquiar. Pero, previamente habían visto al director del colegio llegar en un vehículo nuevo y lujoso, y, decidieron hacerle una broma.
Charlie atendía la biblioteca; uno de los complotados, George Willis, lo acompaña a cerrar y cuando salen se encuentran con los compañeros que están colocando un globo cargado de pintura y que harían reventar a la mañana siguiente sobre el director y su carro.
Así ocurrió. Posteriormente, el director fue enterado por una profesora que Charlie y George estaban ahí la noche antes presenciando el montaje de la broma, los convocó a su despacho y les pidió delatar a los autores. George se mantuvo callado, confiado en su padre, donante importante del colegio, y Charlie, por su parte, se mantuvo en silencio, pese haber sido extorsionado con que iba a ser reconocido como estudiante meritorio y garantizando así su futuro ingreso a la universidad de Harvard. El director les concedió el fin de semana para reflexionar al respecto y responder ante una asamblea general del colegio a su regreso.
Al salir de la reunión, George, asustado, le dijo a Charlie: “nosotros permanecemos juntos, pase lo que pase, no delatamos a nuestros amigos”.
Bajo ese contexto fue Charlie a conocer al teniente coronel Frank Slade: militar jubilado que había perdido la vista por maniobrar unas granadas bajo los efectos del alcohol. Su vida estaba sumergida en la amargura, la depresión y la soledad; en una crisis existencial que lo hacía cuestionarse sobre el sentido de vivir sin la capacidad de ver.
La primera acción que se pudo observar desde este punto de vista fue una muestra espóntanea de unidad y de lealtad entre el coronel y Charlie, quienes al día siguiente de haberse conocido participaron de una cena donde un sobrino de Frank Slade lo increpa duramente y Charlie interrumpe diciendo: “un momento, con calma por favor”, intercediendo para aplacar la reprimenda de que era objeto el coronel. El sobrino responde en forma sardónica llamándole “Chuckie” y el coronel le advierte: “Mi amigo se llama Charles”.
Aun así, el sobrino continua implacable arremetiendo contra su tío y vuelve a llamar Chuckie a Charles, en ese momento el coronel lo sostiene por el cuello y le aplica una técnica de combate que le estaba reventando la tráquea mientras lo hacía repetir el nombre “Charles”.
Tan solo hacían 24 horas que se habían conocido y ya ambos habian salido en defensa mutua sin previa coordinación, una muestra natural y fehaciente de lealtad y unidad.
En otro momento, Charlie encuentra al coronel manipulando su arma con la que presuntamente se quitaría la vida y el coronel le pregunta: ¿Por qué te importa lo que vaya a hacer?”. A lo que el joven cuidador contestó: “Porque tengo conciencia”. Ahí Frank Slade, con ironía y aparente convencimiento dice: “Los delato o no los delato. Sigo el código de los chicos ricos o no. Dejo que este ciego se suicide o no. ¿En qué epoca naciste Charlie? La conciencia no existe. ¡Madura! Delata a tus amigos, engaña a tu esposa y llama a tu madre los días de las madres. Todo es disparate”.
Por supuesto, se trataba de una trampa puesta por el coronel. Esto se comprueba en una conversación posterior en la que el coronel Slade le dijo: “Tu amigo George va a cantar como un canario y tú también, y ahí Charlie, ya no te quedará nada. No tolero la idea de que traiciones tus principios”.
Una cuestión de principios
En todo caso, lo que se observa en la coincidencia de ambas historias es una cuestión de principios. Por un lado, el coronel Slade con una actitud que entendía digna ante su desdicha y, por otro, un joven becado que no ponderaba la posibilidad de delatar a sus compañeros pese al daño inminente que tal acción significaba para su futuro. Así se despidieron y cada quien a su realidad.
Es bien conocida la frase que dice “no hay mal que por bien no venga”, o, aquella que reza “todo obra para bien”, lo que de alguna manera encierra las situaciones por las que atravesaban estos personajes. Por un lado, alguien que se consideraba deshonrado profesionalmente por fallar en la manipulación de artefactos de guerra y, otro, que se proyectaba fracasado porque estaba decidido a no incriminar a sus amigos ante el comité disciplinario del colegio. Pero, lo que ambos no veían en forma inmediata era que uno para el otro significaba la solución de su crisis y con ella la continuación de la vida y el futuro.
Finalmente, llega el día de la asamblea general en la que un comité de disciplina decide la suerte de Charlie. En un extremo se encuentra George Willis con su padre, y, en el otro, Charles Simms completamente solo. Se inicia el interrogatorio moderado por el director, en primer lugar, cuestiona a George sobre quienes eran los responsables de aquel bochorno, en ese momento entra en forma discreta al salón el coronel el Slade, Charlie lo coloca a su lado.
Tras insistir duramente, George respondió con el nombre de cada uno de los conjurados en la broma. Es el turno de Charlie, el director es incisivo preguntando, pero, se mantuvo firme y no inculpó a nadie. Eso le costó que el director lo acusara de cómplice, encubridor y mentiroso delante de toda la audiencia, con el propósito de expulsarlo de la escuela.
En ese instante el coronel interrumpió y dijo: “Pero no es un soplón. Aquí el único con integridad está sentado junto a mí. Este muchacho tiene el alma intacta. No se vende.”
“Les garantizo lo siguiente: él no venderá a nadie para comprar su futuro. Y eso, señoras y señores, es ser íntegro, es ser valiente…”.
En definitiva de eso se trata, la integridad de actuar siempre bajo los principios y valores que conforman nuestra personalidad. Aún cuando las circunstancias no nos favorezcan.
Por un lado siempre existirá quien delate, incrimine y traicione sus principios o compañeros. Sin embargo, hasta ellos son importantes, pues, a través de los villanos se destacan los héroes. A estos últimos se deben apoyar, proteger y reconocer por su discreción, lealtad e integridad.
Se trata de una película, sobre las lecciones de un coronel que logró que de este lado de la pantalla alguien le escriba.
“Ni en el cuerpo ni en las riquezas hallan los hombres la plenitud, sino en la cordura y la integridad”, son las palabras del extinto filósofo griego Demócrito.
Por tanto, al final, no existe mejor aspiración que ser un hombre pleno.
