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25 de diciembre 2025
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OpiniónJulián PadillaJulián Padilla

Un alto en el camino

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Parece que este titular se ha utilizado múltiples veces en la historia reciente y pasada, al referirse siempre, a la necesidad de reflexionar para enmendar entuertos o re direccionar la suerte de un proyecto o una nación, guiándolos hacia destinos correctos.

Siempre emergen los pensamientos que han pautado las acciones, decisiones, conductas y que trajeron como consecuencia los resultados que en el momento reflexivo  son necesarios develar.

Casi siempre es fundamental él conocer estos insights o paradigmas, pues se identifican casi siempre con las costumbres, cultura, hábitos socializados y aceptados como validos durante el tiempo y normalmente constituyen la principal barrera a vencer, sobre todo, cuando se persigue un cambio que sea sostenible, para el bien del proyecto o de una nación.

Pero un alto en el camino será siempre un titular que servirá para múltiples momentos y reflexiones, cuando se busca el bien común y cuando se hace necesario enderezar el rumbo para asegurarlo.

Este momento como muchos otros, se podría catalogar como un momento especial para ese ejercicio existencial y reflexivo como nación. Cada día que pasa se ven más claros los colores de la ropa interior de los que toman decisiones en el país, los que gobiernan y los intereses que en apariencia representan.

También se nota con mucha claridad, como una gran parte de los medios tradicionales de prensa, evaden no jugar el juego de la pluralidad y se han apertrechado con una línea política, independientemente de que con ello se desinforme, alejando con esto a los lectores de la verdad, del libre pensamiento y uniéndose necesariamente a la manipulación de la comunicación estratégica oficial.

Está claro, que lo que más se aleja de la verdad hoy en día, es precisamente cada versión oficial que surge de su comunicación estratégica.  Pero esa versión y las instituciones que le respaldan, son las que pagan las facturas de los medios y por lo tanto, son los clientes Premium. Por eso hablar de fakes news o leyes mordaza para racionalizar o penalizar las redes, no encuentran un asidero sostenible.

Se ha prostituido todo y al menos las redes sirven de respiro a cada ciudadano que tenga en sus manos un móvil convirtiéndose en un reportero real de muchas noticias.

Otro título que ayuda a comprender la naturaleza de lo que reta a reflexión sería: “Una sociedad en crisis”.

Pero es una crisis profunda: estratégica, operativa, sistémica, filosófica, pragmática, educativa, de liderazgo, de modelaje de conducta, de influencia para el bien, de mafias y corrupción diseminada, de despropósitos que atentan contra la sobrevivencia de la nación y la familia dominicana, una crisis cultural, de fe, de principios y valores que insisten en sobrevivir, a pesar de las políticas y prácticas públicas y privadas que las quieren hacer desaparecer.

Un alto en el camino evoca prácticamente un papel en blanco y responder algunas preguntas existenciales fundamentales: ¿qué tipo de familia, sociedad y país queremos?. ¿Qué tipo de entidades públicas y privadas debemos promover, porque y para qué?.

Y necesariamente volver al ejercicio estratégico de la visión país, sus ejes estratégicos, sus objetivos y planes de acción, pero todos amarrados exclusivamente AL INTERES NACIONAL.

Por eso vuelvo a plantear: necesitamos parir una nueva estrategia nacional de desarrollo, no para seguir los lineamientos de la ONU y la Agenda 2030, sino para luchar por el bienestar y el interés nacional.

Esto implica necesariamente, comenzar desde cero, refundar de ser necesaria la nación dominicana. El principal reto de este ejercicio sería, el contar con los mejores hombres y mujeres dominicanos y sus nobles sentimientos humanos, aislando y derrotando el interés político y partidario, y manteniendo una coherencia irrenunciable al interés nacional.

Un alto en el camino para comenzar de cero implica también revisar a profundidad la plataforma jurídica que soporta y la que debe soportar el que hacer, las cotidianidades, las decisiones, la institucionalidad y el tutelaje de las conductas deseadas de nuestros ciudadanos.

Urge el nacimiento de un nuevo estado social, verdaderamente democrático y de derecho, con una reformada constitución de la república y con las leyes que sean estrictamente necesarias para hacerla operativa.

Como el borrón y cuenta nueva no puede ser una formula en este reinicio de país por el mal precedente que implica, se tendrían que establecer las sanciones que aseguren a la reinserción social con demostraciones sostenibles de un cambio real de adentro hacia afuera de cada procesado.

La sociedad dominicana merece una suerte más feliz, más inclusiva, menos corrupta, más productiva y más apegada a lideres para el bien, que modelen con su ejemplo, el que hacer tanto en la cosa pública como en los ambientes privados.

Un alto en el camino es vital en este momento donde el barco se zarandea y no luce que tenemos control real de la embarcación. La tripulación sufre constantemente de las improvisaciones del camino, de la miopía y falta de visión, donde no se tiene claro un norte compartido por la mayoría de los dominicanos.

El negocio de la política lo ha dañado todo y eso debe terminar, sin que esto implique limitar el derecho ciudadano de elegir y ser elegido. Debemos apostar a la creatividad humana y desarrollo sistémico para hacer mas objetivo, ágil, inclusivo y decisivo el proceso electoral y que sea totalmente auditable.

Un alto en el camino implica, dejar de lado el pragmatismo malicioso del accionar político, la eliminación del fuero legislativo, la eliminación de cualquier tipo de re postulación en cualquier posición electiva, la pre aprobación de las iniciativas legislativas mediante un referéndum bianual, y la aplicación de una ley especial para sustituir a medio término, a cualquier posición electiva que no resulte ser competente en el ejercicio de sus funciones, incluyendo todos los órganos constitucionales.

Un alto en el camino implica necesariamente la ratificación a medio término del presidente de la república, legisladores, alcaldes, regidores y cualquier otra posición de elección popular. Pero también la ratificación a medio termino de cualquiera de los integrantes de los órganos constitucionales vigentes.

La rendición de cuentas tiene que convertirse en un acto que implique una verdad irrefutable, una declaración jurada, inmediatamente auditada con una implicación sancionadora, para lo que se consideraría juramento en falso e implicaría la inmediata sustitución del funcionario que mienta en este proceso.

Tiene que terminar la era de que todo lo que diga un funcionario se considere verdad, solo porque proviene de una “fuente supuestamente oficial”.

Un alto en el camino para trillar un sendero justo y que volvamos como sociedad y país a tener funcionarios nobles, creíbles, auténticos, dedicados al bien de la nación, con un indiscutible liderazgo para el bien y para dar cumplimiento a la misión de la institución que dirige. Ese papel en blanco permitirá justificar aquellas entidades que realmente son necesarias para dar un servicio de calidad a la nación.

Pero cosechamos lo que sembramos, sembramos vientos y tenemos tempestades. Dimos malos ejemplos, abusamos de la gente y del erario y ahora el tornado parece indetenible.

La violencia se adueña de la vida de los dominicanos, múltiples manifestaciones de violencia que en el fondo muestran la indignación, la rabia y la insostenibilidad del estatus quo, que la mayoría odia y en la que la gran mayoría de los dominicanos vive en nuestro país.

Hemos intentando tantas iniciativas asumiendo que vivimos en un país distinto, que hemos sumado más presión, más irritación, cuando apenas rosamos la base de la pirámide de las necesidades humanas. Las necesidades básicas de la pirámide no han sido satisfechas. Lo básico no ha sido resuelto y “pretendemos con ideas motivacionales, llenar los estómagos cuando estos chillan del hambre”.

Las mismas incompetencias, falta de recursos, desinterés, desidia, cansancio institucional, al fin resultados que se traducen en mas abusos hacia el grueso de la población, invitan a la gente a buscar su justicia, a cobrar la deuda social acumulada a cualquier precio, obviando los caminos legales previstos y esto evidentemente suma mucho más violencia al estilo de vida en nuestra sociedad.

El monstruo estaba dormido, pero despertó. Ya la sociedad dominicana jamás volverá a ser la misma.

La única violencia que falta y esta es positiva, es la que se necesita en nuestros corazones y niveles de conciencia, para desterrar para siempre los abusos de poder, las injusticias sociales, la corrupción, la impunidad y modificar de una vez y por todas este estado de cosas enumerado, partiendo de una actitud seria, responsable e irrenunciable de forjar una nueva República Dominicana.

Podríamos continuar agregando temas, sub temas, situaciones que caracterizan en parte la crisis descrita en líneas precedentes. Pero la decisión de hacer un alto en el camino es vital, si queremos contar con una República Dominicana sana, gobernada para el bien y con un futuro promisorio para todos los dominicanos.

 

Por Julián Padilla

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