Que Estados Unidos considere a Venezuela como una amenaza extraordinaria no puede considerarse más que como algo completamente absurdo. Más bien, tendría que calificarse como una desconsideración innecesaria a una nación soberana.
Y que lo haga justo en el momento en que está abriendo conversaciones y nexos con Cuba, luego de 53 años de bloqueo económico y relaciones rotas, parece más insólito. Mientras este caso parecería una rectificación a una política errónea durante ese tiempo, lo de Venezuela luce más absurdo.
Lo cierto es que Venezuela no es una amenaza ni siquiera para sus países vecinos y mucho menos para la región y para América. La situación de esa nación tiene que ver más con una realidad política interna, la que deberán solucionar los venezolanos.
El Gobierno del presidente Nicolás Maduro tiene la responsabilidad de darle a su nación la estabilidad económica, política y social que todo régimen aspira para sus nacionales, teniendo, además, la responsabilidad de gobernar para todos. Y en la medida que lo logre facilitará a los países de la región poder ayudarnos frente a estas presiones.




