EL NUEVO DIARIO, MEXICO. – El tráfico de influencia, la corrupción y el conflicto de intereses, que para muchos son una tradición en México, serán considerados delitos, afirmó ayer la Procuraduría General de la República.
Oscar Flores Sánchez, procurador (fiscal) general de México, dijo que se están promoviendo ajustes legales para establecer nuevos tipos de delitos.
«El fuero constitucional no es patente de impunidad», indicó Flores Sánchez, quien agregó, además: «los funcionarios y empleados públicos de todos los niveles deben ser tratados igual que cualquier particular cuando sean responsables de un hecho delictivo».
El procurador hizo el anuncio al tiempo que informaba de la recuperación de unos 200 millones de dólares sustraídos por funcionarios públicos, pero esto en principio, parece sólo la punta del «iceberg» «Anoche tuve una pesadilla.
Soñé que todos los mexicanos éramos igual de influyentes» afirmó sarcásticamente un conocido periodista, y es que, en este país, quien no posee credenciales o amigos influyentes es poco menos que «cero».
Con «influencia» una persona puede obtener permisos de construcción en zonas prohibidas, introducir artículos de contrabando, autorización para negocios diversos, librarse de la cárcel y si se tiene mucha fuerza política, un auténtico sinnúmero de prebendas.
Paralelamente, se desarrolla en el país el fenómeno de la corrupción, los pagos ilegales y los negocios a la sombra de puestos públicos, que son también parte integral de las costumbres de México.
Según estimaciones del Instituto Nacional del Consumidor, la corrupción cuesta al país más de cuatro mil millones de dólares anuales, como hecho, van de las simples entregas de 50 pesos (poco más de dos dólares) a un policía de tráfico para hacerle olvidar algunas infracciones, a peculados o fraudes de la nación por miles de millones de pesos.
Una forma muy extendida es la formación de compañías de diversa índole, para hacer negocios con el gobierno en el puesto de uno o varios de los socios.
Afirman los estudios que el tráfico de influencia y la corrupción se iniciaron aquí durante la colonia española, es difícil saberlo a ciencia cierta, pero lo cierto es que esas características son una tradición en México y será difícil erradicarlas.
El gobierno, sin embargo, tiene fe en que logrará controlar el fenómeno y un célebre fiscal federal, Javier Coello, advirtió ya que en las cárceles «»queda lugar» para los funcionarios públicos corruptos.
Por José Carreno
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