El poder por lo regular le teme a la verdad. Y lo hace porque en ocasiones quiere ocultar situaciones que presume no resultan favorables. Y ahora, más que nunca, la política procura mercadearse y se pone en manos de expertos que no siempre logran entender los efectos de las defraudaciones humanas, y, sobre todo, si son colectivas.
Hemos insistido en que la transparencia fortalece. Comienza por dejarse mirar y por exponerle a la sociedad la realidad de las cosas. Es difícil quebrar a un liderazgo sustentado en la verdad. Al final la gente no pide la solución de todos los problemas, pero quiere ver que los dirigentes si se equivocan lo hagan en el camino correcto.
Los problemas se juntan y dañan el ambiente.