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19 de abril 2024
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OpiniónBorja Medina MateoBorja Medina Mateo

Tiempos de penumbra

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En uno de los dramas más reconocidos de William Shakespeare, la tragedia de Macbeth, se narra el diálogo entre el protagonista de la obra y su esposa, Lady Macbeth, en la que el primero le pregunta a esta última: ¿Y cómo va la noche? A lo que ésta le contesta: ¡Peleándose con el amanecer, para ver quién gana!

 

Tal respuesta de Lady Macbeth a su marido es lo que constituye la disyuntiva a que se enfrentan todos los ciudadanos, especialmente los jóvenes de países que, como República Dominicana, viven convulsiones políticas y sociales por supuestos casos de corrupción, en plena segunda década del siglo XXI.

Dicha disyuntiva no tiene complejidad: O se sucumbe en la oscuridad y el pesimismo de esas convulsiones o se mira con fe y esperanza hacia el futuro que nos espera.

En nuestro caso, sobre estos dos escenarios, es que desde hace poco más de un año vengo argumentándoles a algunos amigos íntimos que la política, especialmente el equipo al que pertenecemos, está atravesando por un tiempo de penumbra. El cual, significa que por los nubarrones que se han presentado no podremos ver con claridad el porvenir que nos aguarda.

Evidentemente, con cada nubarrón surgen dudas, cuestionamientos, desánimos, desilusiones, conflictos, descontentos y hasta diferencias impensadas en amistades entrañables.

Sin embargo, pese al primer escenario, no podemos presumir ni sucumbir ante la inexistencia del segundo. Puesto que, si las dificultades afloran, con ellas deben surgir sino la soluciones, por lo menos, la vocación, la voluntad y la fe de superarlas por nosotros mismos; apoyados en el Señor.

Hombres de poca fe
Según las Sagradas Escrituras (Mateo 14, versículos 22-33), una madrugada apareció Jesús caminando sobre el mar, mientras sus discípulos descansaban. Estos, al percatarse de ese acontecimiento se pusieron a gritar despavoridos, creyendo que era un fantasma.

Jesús, les dijo: “Tranquilícense, soy yo; no teman”.

Pedro, quien aparentaba ser el más dispuesto y leal discípulo del Hijo de Dios, respondió: “Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua”. A lo que Jesús, de manera lacónica y contundente, contestó: “Ven”. Así comenzó Pedro a caminar sobre el mar hacia el Mesías.

Pero, ocurrió lo inesperado. Por las inclemencias del tiempo, Pedro se hundía en cada paso, y clamó atemorizado al Señor, diciendo: “Señor, sálvame”. Sin embargo, la causa de su naufragio fue el temor que sintió mientras caminaba hacia Jesús.

De inmediato, Jesús lo socorre y le dice: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”.

Fe en el porvenir
De forma parecida en que respondió Lady Macbeth a su marido, se expresó en alguna ocasión, el apóstol de la independencia de Cuba, José Martí, quien en cuyas frases dijera: “Nunca es más oscura la noche, que cuando va a amanecer”.

Dicha frase, por su valor y significado, se pudiese argüir que surgió en un momento de derrota. Pero, la verdad es que, en un contexto de derrota uno debe levantarse y mantenerse con más fe en el porvenir. Puesto que no hay derrotas definitivas.

Winston Churchill, después de haber ganado dos guerras mundiales y de convertirse en el líder indiscutible del pueblo británico, sufrió una derrota demoledora. Su popularidad estuvo por el suelo y aguantó, estoicamente, todo cuanto se conspiró en su contra.

Sin embargo, Churchill se mantuvo paciente, firme y tranquilo en que se trataba de un tiempo de penumbra en el que muchos no podían ver con optimismo el futuro que se escondía detrás de los nubarrones. Por su fe, luego de grandes cambios sociales y políticos, volvió a dirigir su país. Así, pudo conservar su condición de héroe, reconocido como el más ilustre británico de todos los tiempos.

En todo caso, lo cierto es que no hay derrotas permanentes. Hay tiempos de dificultades, de obstáculos y vicisitudes que se urden a diario en nuestros caminos, poniendo a prueba nuestra capacidad de seguir hacia delante. Asimismo, para validar nuestra confianza y fe en Dios de que, de los tiempos de penumbra solo se sale, si confiamos en Él.

Al final, cuando Jesús rescató a Pedro, el mal tiempo desapareció. Se encontraron con los demás apóstoles y todos se postraron ante el Mesías, diciéndole: “Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios”. Ahí, reflexionaron y profundizaron sobre su fe en Jesús.

Pues, en efecto, como dice la Palabra, sólo se llega al Padre a través del Hijo.

 

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