Talento humano desplegado a través de los procesos áulicos, hace falta para cambiar de rumbo al sistema educativo, empleando la brillantez del que con visión optimista ejerce un liderazgo educativo para cambiar el rumbo de las vidas de sus alumnos. Se necesitan académicos comprometidos con la sociedad, que desarrollen su capacidad para influir y guiar a la comunidad. Para poder llegar a ese momento de la historia escolar dominicana, el sistema desde la acción directiva de sus ejecutivos, debe enfocarse en motivar a los profesores con el objeto de desarrollar a los estudiantes, comprometiendo a todos los actores a formar equipo, apoyados por la administración escolar, distrital y regional.
Deben motorizarse liderazgos efectivos, promotores de la innovación, el compromiso y la responsabilidad social, para buscar entre todos los actores promover una mejora continua de la calidad educativa y el rendimiento académico.
Esta última parte no sirve para nada si no se garantiza que los actores que protagonizan las acciones desarrollen las competencias requeridas, se sientan motivados y valorados por la sociedad, una cuestión fundamental para lograr éxito en sus funciones docentes, impulsando de esa forma el crecimiento sostenible de la institución escolar y de las instituciones que le apoyan desde la jerarquía organizacional.
Un líder educativo acompaña a los demás en un proceso de influencia, sustentado en la vivencia de sus valores, con una trayectoria de claros propósitos. Un profesor líder procura alcanzar una visión compartida para la escuela, enfocándose en la enseñanza, el aprendizaje y el rendimiento de los estudiantes. Este acompañamiento implica motivar e inspirar a sus acompañantes para hacer con excelencia las tareas asignadas, siempre con actitud de guiar a quienes lo necesitan y apoyar en forma genuina a todos los que necesiten de su cercanía solidaria. Este acompañamiento procura mantener vivos los cimientos de la libertad, siempre levantando el ánimo y fomentando la expresión del pensamiento, con la altura requerida por el respeto mutuo.
Este tipo de líder sabe que la misión que debe alcanzar se sustenta en la motivación constante, la inspiración a través de su ejemplo y su acompañamiento cercano para que los que le acompañan logren el éxito necesario, expuesto a través de una comunicación que llena las expectativas de los que escuchan. De esa forma, el líder sabe del impacto de sus acciones frente a los que le acompañan, por esa razón trabaja para fortalecer los resultados educativos y promover un clima de trabajo adecuado y positivo.
El líder está consciente que esto que hace impacta y es clave para el éxito institucional y la mejora de la calidad educativa.
Sobre ese orden estratégico, el liderazgo escolar debe trabajar sobre las ideas que enarbola la teoría del talento humano para el área, porque ella garantiza una administración del personal docente-administrativo coherente con la formación, centrado en propósitos, enfatizando en aspectos fundamentales para que la institución escolar, distrital, regional y nacional. De esa forma se garantizaría en poco tiempo, que el sistema cuente con colaboradores calificados y motivados para alcanzar las metas previstas en la planificación estratégica y en todas las planificaciones derivadas de sus políticas.
Estas cuestiones básicas solo se logran a través de los compromisos que se derivan de las negociaciones en los múltiples niveles de complejidad del sistema, mediante la satisfacción en el lugar de trabajo y el reconocimiento del valor del talento individual, lo habrá de contribuir con el crecimiento institucional del sistema. Esta forma de liderazgo, podría garantizar el desarrollo profesional que necesitamos. Este estilo de mando implica el ofrecimiento de un amasijo de oportunidades para que los colaboradores apliquen y desarrollen sus competencias, aumentando su empleabilidad y contribuyendo con eficacia al desarrollo integral de los mismos.
Considero que este tipo de liderazgo podría establecer la interconexión que necesita el sistema, a través de sus ejecutorias como eje estratégico. Se trata de una herramienta fundamental en la gestión del talento humano, porque permite identificar, fortalecer y desarrollar las capacidades del personal que realiza el trabajo en el día a día. Esta forma de trabajar ayudaría en la construcción de una cultura de innovación, en donde el liderazgo se enfoque en el desarrollo humano para fomentar la creatividad, la innovación y una cultura intrínseca de aprendizaje continuo.
Hay que trabajar el currículo con atención, comenzando por el profesor que lo aplicará, para que colabore con la construcción de un contenido innovador, el que tendría que convertirse en la herramienta por excelencia a través de materiales originados desde los propios docentes y sus estudiantes, para que promuevan la creatividad y el entendimiento en la práctica de los procesos áulicos. Los profesores deberán aprender a manejar, revisar y mejorar las prácticas internas para hacer un uso más eficiente del tiempo y los recursos disponibles.
Este tipo de docencia requiere la implementación de métodos y procedimientos novedosos, pero, sobre todo para enseñar y aprender más allá de lo tradicional. No se puede avanzar sin planificación, porque elaborar planes a futuro y priorizar las necesidades para una gestión efectiva de los recursos, es cuestión clave para el cambio.
Como un aspecto secundario, se necesita mayor inversión en el área educativa para trabajar en forma continua la infraestructura física, porque se necesitan mobiliarios adecuados, es decir, mesas, sillas y estanterías bien distribuidas y suficientes para un ambiente de aprendizaje funcional. Junto a esto, se hace necesario trabajar sobre espacios seguros e higiénicos, manteniendo las instalaciones limpias y seguras para el bienestar de los estudiantes y auspiciando la creación de ambientes que promuevan las necesarias actividades lúdicas y recreativas, que se convierten en esenciales para el desarrollo integral de los seres humanos.
Por Francisco Cruz Pascual
